Durante la segunda jornada del juicio oral y público a los ex agentes de Inteligencia de la Policía Federal acusados de haberse infiltrado durante más de una década en la Agencia Rodolfo Walsh, varios de los testigos de la querella coincidieron en que el principal imputado, quien se hizo pasar por periodista, Américo Balbuena, "hacía extensas notas que después no salían publicadas en ningún lado". Durante su declaración testimonial, el ex diputado del PTS-FIT-U Christian "Chipi" Castillo explicó que "algunos de sus informes terminaron siendo usados para el armado de causas contravencionales, la imputación a estudiantes que cortaban Callao y Corrientes y terminaron imputados". El ex legislador trotskista recordó que el "Pelado" Balbuena, como todos los conocían, "preguntaba cómo estaba organizada tal movida, o tal organización, quién dirigía, cómo seguía el plan de lucha y asuntos así". La defensa pidió que este jueves 16 sea indagado Balbuena, y también solicitó ampliar su indagatoria el otro imputado, ex policía Alejandro Sánchez. Además declararán el resto de los testigos de la querella, entre ellos Diana Kordon y Gabriel Solano.

Ayer declaró como testigo Oscar Castelnovo, quien trabajaba en la Agencia Walsh. "Balbuena entró en el 2002, yo en 2006, se encargaba de cubrir las marchas, homicidios y torturas en cárceles", dijo. El periodista recordó que en una oportunidad, "les avisó a los lectores de la Agencia que había una misa de Famus, una organización de familiares de las víctimas de la subversión". A Castelnovo nunca le cayó bien Balbuena, pero respetaba el vínculo de vecinos y ex compañeros que tenía con Rodolfo Grinberg, fundador del medio de comunicación popular. "La noticia de que Américo era un infiltrado devastó a Grinberg y a la Agencia, que se fue extinguiendo", relató.

En la sala A de la planta baja de los tribunales federales de Retiro, durante el proceso que encabeza el juez federal Daniel Rafecas y cuyo fiscal es Ariel Quety, fue escuchada la testigo María del Carmen Verdú, abogada fundadora de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). "Durante el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra, Balbuena me preguntaba mucho sobre las medidas de seguridad de los propios abogados de Correpi", dijo. Y agregó que "por ser de la agencia Walsh se le otorgó una confianza por transición de la confianza que les daba la organización, siempre cubrió los actos de fin de año de Correpi de presentación del archivo anual, y su preocupación era la desagregación por fuerza de los caso de gatillo fácil". Verdú apuntó que hacía extensas notas, por ejemplo sobre el caso del Batallón 601, que luego no salían publicadas en ningún medio.

A su turno, declaró Carlos "Sueco" Lordkipanidse, quien al momento del espionaje ilegal que está siendo juzgado integraba la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, en su condición de sobreviviente del campo de exterminio que funcionó en la ESMA. "Cuando recibimos la inquietud de la Agencia Walsh sobre un caso de espionaje de Balbuena no nos sorprendió". Es que no era la primera vez que se les habían infiltrado. Tenían el antecedente Alberto Amarilla, un veterano que había formado parte de los grupos de apoyo de inteligencia civil a la dictadura y se infiltró en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Lordkipanidse destacó que por ser sobreviviente del genocidio conoce el daño que causa el espionaje.

Poco antes, el testigo Castillo había afirmado que entre 2003 y 2013 Balbuena le hizo muchas entrevistas. "Estaba en muchísimas actividades, incluso en las que no había ningún otro medio o habían sido poco anunciadas, grababa todo en un grabador pequeño que decía Agencia Rodolfo Walsh, y cuando nos enteramos comentamos que en efecto era muy sospechoso porque era un movilero sin límite horario, de mañana y de tarde, Balbuena estaba en todos lados y en todos los horarios".

En tanto, el sindicalista Claudio Dellecarbonara declaró que Balbuena "estaba desde temprano hasta tarde cuando había conflicto, hacía muchas preguntas, algunas extrañas como por ejemplo cómo era la relación entre los delegados, incluso preguntas personales". El delegado del subte línea B apuntó que el infiltrado "tomaba mate y comía junto con los trabajadores en el andén de Lacroze".