Gastón Pauls ya no la caretea. En un mundo de puestas en escena, donde la pose le ganó definitivamente al ser en cualquier ámbito, el actor y conductor decidió quitarse el maquillaje y mostrarse tal cual es. No le fue fácil: tuvo que vivir el infierno, tocar fondo, para poder escapar de su adicción a la cocaína. Desde hace un tiempo, Pauls combina su proceso de recuperación con su profesión, en un camino que lo encuentra en uno de sus proyectos más personales pero a la vez más colectivo: Seres libres, el ciclo sobre adicciones que conduce en primera persona en Crónica HD. Un espacio a flor de piel en el que a partir del reconocimiento de su propia condición distintas personalidades públicas -desde “famosos” hasta dirigentes políticos, pasando por ciudadanos de a pie- se animan a contar su relación con distintas adicciones. “Seres libres es mucho más que un programa de TV, donde el mensaje es mucho más importante que lo estético”, le cuenta a Página/12 Pauls, que este viernes a las 22 estrena su tercera temporada.

Se habla poco de adicciones en la pantalla chica. En general, salvo cuando algún caso toma repercusión pública por la persona involucrada, las adicciones no forman parte de la cotidianidad televisiva. No porque no las haya: los datos oficiales y extraoficiales señalan que las adicciones a las drogas, el alcohol, el juego o la pornografía se multiplican en la sociedad. Sin embargo, de eso no se habla. Un tabú que termina alejando aún más a los adictos, encerrándolos en un círculo vicioso que los aleja y los consume. “Los adictos, justamente, son los que no hablan”, puntualiza Pauls, explicando la necesidad de escuchar a quienes están atravesando la enfermedad. A través de sus emisiones semanales y en las plataformas digitales, Seres libres se convirtió en un espacio de visibilidad y concientización sobre un tema al que se le da poco lugar y, cuando se le da, se lo aborda desde la más pura lógica televisiva.

“Con Gerardo González, el productor de Wolf, dijimos de hacer el ciclo por tres meses a ver qué pasaba. Sabíamos que hay un montón de adictos, lamentablemente, pero por ahí no se animaban a reconocerlo”, admite Pauls, que por primera vez en su carrera llega a la tercera temporada de un proyecto. “Cuando vimos que muchos famosos se animaban a hablar, que los ricos y los pobres no conocidos también se animaban a hablar del tema, tomamos la decisión de seguir, porque el volumen de respuestas demostraba la necesidad de la gente de hablar y escuchar. Cuando voy a uno de los grupos anónimos a los que acudo, siempre me dicen lo mismo: lo más importante es pasar el mensaje a otro adicto. Primero hay que mantenerse limpio para después poder llevarle la palabra de aliento y esperanza a otro. Parece demagógico y hasta una falta de humildad, pero la realidad es que si le servimos a uno, la tarea habrá estado hecha. ¡Ojalá podamos servirles a todos los que necesitan ser escuchados!”, desea el actor y conductor, mientras muestra la cantidad de mensajes de todo tipo que recibe en su cuenta de Instagram o las redes sociales del ciclo.

-¿Sentís una responsabilidad mayor en este programa que la de ciclos como Ser urbano o Humanos en el camino?

-Recibo mensajes todos los días, de gente que está mal, de familiares de adictos que me cuentan malas decisiones que tomaron, de gente desesperada… También de los que agradecen. Lo que demuestra eso es que todos necesitan hablar. Seres libres dejó de ser una cuestión artística. Brinda un servicio. El programa es un espacio para decir “acá estamos, conectamos tu necesidad con ayuda”. Por eso es que hay una tercera temporada. El ciclo es muy agotador desde lo emocional. Cada mensaje que recibo cala hondo.

-¿Es un programa que hace imposible no involucrarse emocionalmente, o en todo caso vos elegís asumir ese lugar?

-Es un aprendizaje. Uno siempre quiere llegar a todos. Tuve que poner en mi perfil de IG: “Trato de repasar todos los mensajes, a veces no llego”. Hay mucha demanda de escucha de los adictos. Me tuve que organizar para encontrar el momento de responder a los mensajes solicitando ayuda. Cómo encontrás el equilibrio, cómo despejás la culpa, cómo te comprometés seriamente con el asunto… No es un programa de TV. Porque además, como no es una enfermedad en la que le puedo decir al tipo que me dice que se está por matar que vaya al kiosko a comprarse una pastilla, la tome y se le va a ir el problema, el involucramiento es complejo y a lo largo del tiempo. La adicción a las drogas tiene un índice de recuperación bajísimo. Son menos del 10% los que entran en recuperación y lo sostienen. Todos los demás se suicidan, se mueren, recaen, vienen y van, viven una vida de mierda. Es un tema que no termina. A mí por momentos me cansa, pero lo que me alimenta son los mensajes de los y las adictas que me escriben para decirme que llevan “limpios” un año, seis meses o tres. Ese es el alimento del programa. Porque sé dónde estuvo porque yo estuve en el mismo infierno que él. El otro día un pibe, que ahora está internado, me decía que se dio cuenta que estaba en el fondo del pozo cuando cada vez que arrancaba a drogarse la hija le decía “ay, papá, te pusiste feo”. La nena no sabe que está pasando, pero advierte que algo cambia en el padre, que lo-lindo-se-pone-feo-cuando-se-droga.

En primera persona

-¿Tuviste un momento en el que tocaste fondo? ¿Cómo fue tu proceso?

-Tuve un montón de situaciones en las que toqué fondo. Pero paradójicamente mi entrada en la recuperación fue por un pozo que ni siquiera fue el más triste de todos. Antes vi otros y peores. No ir al cumpleaños de un familiar, no ir al velorio de un amigo que se murió por sobredosis porque yo estaba tomando: no pude ir ni al velorio ni al entierro porque estaba encerrado en mi casa y no me había enterado. El fondo del fondo mío, que no sé si fue la más triste, fue una vez que estuve cinco noches encerrado en mi casa, en mi habitación, con la luz apagada y una linterna porque no podía encender la luz, con baldes porque no podía ir al baño… Cinco días así y ciento y pico de horas sin dormir. Esa fue la primera vez en mi vida que dije: “Dios, si estás ahí sácame de acá”. Yo hasta ese momento no creía en nada, pero en la hora más oscura, aciaga, imploré porque algo me sacara de ahí. Pedí ayuda. Y algo pasó porque a los 20 minutos, después de ciento y pico de horas despierto, pude dormirme. Esa imagen, con dos baldes en mi habitación, con todo el desastre de cinco noches…

-¿Y qué fue de distinto esa vez para empezar la recuperación?

-Yo tengo claro lo que me pasó a mí para empezar a salir: acepté la derrota. En una sociedad como la que vivimos, que todo el tiempo te exige éxito, con rating, con seguidores, con likes, con guita, con minas, con tipos, con lo que quieras, yo tuve que aceptar que había sido derrotado. Y eso que no me iba “mal”: cuando reconocí esto venía de filmar con Benicio del Toro y Matt Damon la película sobre el Che Guevara. Supuestamente me iba bien, supuestamente era “exitoso”. Pero estaba en el peor momento de consumo. Hay algo ahí de aceptar la derrota, en un mundo exitista, que es lo mas difícil para el adicto. Porque la sustancia siempre te promete una nueva zanahoria. “Ya sé, la pasaste mal hoy, pero mañana no la vas a pasar tan mal”. El engaño es recuperar la sensación de la primera vez, que no la recuperás nunca más. Yo la primera vez que tomé merca fui “Superman”, me lo prometieron así, y me dije: quiero volver a ser ese “Superman” que fui tres segundos. Pero no lo recuperas más.

-¿La primera vez fue a los 17 años ?

-Sí. Estás buscando todo el tiempo eso y te empantanás cada vez más. Es como una rueda que gira en el barro y te hundís cada vez más. “No, boludo, hay que poner una tabla y te tiene que venir a ayudar alguien. Solo no lo sacás al Jeep”. Como decía (Luis Alberto) Spinetta en "La bengala perdida": “tu Jeep no arranca más, ni siquiera un milagro lo hará salir”. Estás empantanado y cagaste, boludo: pedí ayuda porque sólo no salís.

La adicción del sistema

-El tema es cuando la ayuda no aparece. Lo interesante de Seres libres es que por primera vez en la TV un ciclo está dedicado a hablar sobre adicciones. ¿Por qué creés que el sistema le da la espalda a una propuesta de este estilo?

-Porque el sistema también es adicto. El sistema, los medios, necesitan siempre más. Si estás haciendo solo un punto de rating en la TV abierta, te dicen: “¿qué tal si probamos empujando a un jubilado y haciéndolo sangrar?”. Y si se da los dientes contra la mesa, sangra y mide dos puntos, al otro día te proponen convocar a la mujer del jubilado que está llorando, para mostrarle cómo quedó la dentadura de su marido y así vamos a hacer cuatro puntos. El sistema mediático es adicto. Los medios están muy bancadas por campañas de consumo.

-En todos los medios, a toda hora. No hay regulación.

-Me impresiona. Vemos publicidades de marcas de cerveza donde la gente está siempre feliz, con la dentadura recién blanqueada, la mejor ropa italiana, perfumados y peinados… Y eso es lo que ve un pibe de ocho años, que asocia cerveza a felicidad y éxito. Cerveza que además es sponsor del fútbol, del rugby, de todos los deportes como antes era el cigarrillo. Ya no, pero antes sí: yo crecí con el camello de Camel, con Claudia Sánchez y el Nono Pugliese, que eran una pareja hermosa y elegante, fumando LM. El medio es adicto y le cuesta hablar de sí mismo, hacer una real autoevaluación. El medio no habla en primer persona. En los grupos se suele decir mucho una frase: “soltá la lupa y agarrá el espejo”. Es decir: hay que dejar de mirar al otro y hablar de uno. De hecho, los viejos en los grupos a los que voy cuando estás hablando y compartiendo y en algún momento se te escapa decir “nosotros” te gritan “hablá de vos”. La tele está todo el tiempo buscado el quilombito en la familia ajena. ¿Tan pulcro sos?

-¿Creés que un programa de TV puede cambiar algo de lo estructural en relación a las adicciones?

-Ojalá le pudiéramos cambiar la vida a millones. Pero cuando ves que un pibe que estaba mal, como Juampi, un pibe de Rosario que vino al programa y estaba levantando el parquet del living de su casa porque sentía que había personas ahí abajo, hoy está limpio, en pareja, compartiendo, uno se da cuenta que ese es el sentido del programa. La tercera temporada es para poder seguir llegando a más gente. Así como lamentablemente se está contagiando mucho el consumo, se están reproduciendo zombies a lo largo y ancho del país, nosotros luchamos para que eso no suceda. Como dice mi amigo Patricio Montani, un compañero de recuperación y que trabaja con adictos, “la recuperación no tiene prensa, el consumo sí”.

Adicciones y responsabilidades

-¿Quiénes fueron más difíciles de conseguir a que vengan a prestar testimonio: los políticos o los famosos?

-Habremos llamado a cerca de 80 dirigentes de distintas fuerzas, dese Mauricio Macri hsta Alberto Fernández. Pero solo vinieron María Eugenia Vidal, Cinthia Hotton, José Luis Espert, Jaime Perczyk, Daniel Arroyo, Roberto Moritán, Nicolás Trotta y Leandro Santoro prometió venir.

-¿Por qué creés que sucede eso?

-Me parece que en muchos casos no saben qué decir, en otros porque son adictos al poder y les cuesta hablar del tema, y en otros porque no les importa el tema o son cómplices. Cuando las adicciones son un tema transversal a la sociedad. Muchas accidentes de tránsito se dan por problemas de adicción, las cárceles están repletas de presos de gente que consumía… Y que adentro de la cárcel siguen consumiendo. Todo el país sabe que adentro de las cárceles hay drogas. ¿Quienes se callan? Gobiernos, policías, servicio penitenciario, jueces, fiscales, medios… Las cárceles supuestamente son para que paguen las penas e intentar reinsertarlos en la sociedad. ¿Cómo sale un pibe que por consumir cometió un delito y en la cárcel está durante 4 años consumiendo? ¡Peor! No hay manera de cortar el círculo vicioso.

-La sociedad, en general, también mira para otro lado.

-Ojalá el de las adicciones solamente sea un tema de la política, porque entonces si ellos tomaran decisiones todo estaría bien. Sabemos que no es así. En el día a día no exigimos, no regulamos. Claramente nosotros tenemos, como civiles, la responsabilidad de evaluar a nuestros dirigentes día a día, más allá de las elecciones. Hay que ir a exigir y hasta comprometernos. Por eso yo no me quedo callado y hago el programa: yo se dónde estuve y no quiero que nadie más entre a ese infierno.

-¿Un adicto se recupera?

-Es un tema de debate. Algunos te contestan que están recuperados. Yo estoy en recuperación y siento que me voy a morir en recuperación. Puede sonar fuerte pero para mí es hermoso porque la recuperación es la vida diaria. Por eso no estoy recuperado. Si creyera que estoy recuperado, podría tomar un whisky, pero yo sé lo que me genera un whisky: son dos, cuatro, ocho, dieciséis, treinta y dos, merca, cama… Entonces, yo vivo en recuperación, consciente todos los días que lo más sano que puedo tomar es agua. Y me encanta que así sea.

-El alcohol, que es el gran sponsor de la sociedad capitalista, es otra de las adicciones naturalizadas. ¿Para tener una eficaz política contra las drogas se necesita también aplicar una política integral contra el alcohol?

-No sé las cifras concretas, lo que sí sé que muchos adictos de drogas muy fuertes -desde la heroína hasta el fentanilo o el crak- no arrancan drogándose, sino tomando alcohol. Por lo menos en mi caso y un gran porcentaje de los que estamos en recuperación arrancamos con el alcohol. Por eso no puede haber publicidades a las 4 de la tarde asociando alcohol a felicidad. La ludopatía es otra de las grandes adicciones, a partir de la facilidad de apostar desde el celular quien saca el primer lateral, cuantos corners va a tener determinado equipo… Y dentro del celular está la ludopatía pero también una adicción que se extiende, que es la adicción a la pornografía. Pibitos que arrancan a los 12 años a consumir porno y que no pueden relacionarse con nadie. Mi generación para ver una revista porno tenía que pasar a la clandestinidad, casi. Hoy, un pibito de 6 años puede en YouTube ver porno, con la deformación que eso le genera: porque los flacos no acaban durante horas, no hay un hombre al que no se le pare o una mujer que no se caliente, el sometimiento femenino o el abuso está presente, y el hombre es presentado como poronga… El mensaje del porno es el de contacto físico, carnal, fuerte. No hay contacto emocional. Es una deformación. Los sitios de porno en la red son los más visitados por afano en todo el mundo. En el programa dio el testimonio un pibe que se pasaba 48 hora encerrando viendo porno, que no iba a laburar, que se lastimaba, no podía parar…

-¿Es una sociedad de consumo que lejos de regular las adicciones las alimenta las 24 horas?

-Hay gente muy grosa en el mundo tratando de desarrollar el ideal de la droga. ¿Cuál sería la droga ideal? La que probás una vez y desesperado te convertís en adicto y no te mate. “Si podés vivir hasta los 200 años drogándote con mi sustancia, genial”. Sos el cliente ideal.

-En algún sentido, la Coca-Cola y otros productos alimenticios son el ejemplo de esa fórmula.

-Sí, claro. Ese es el objetivo: generar personas funcionales al sistema. Por algo los dueños de los fabricantes de lamparitas se pusieron de acuerdo para fabricar productos que se rompieran y la gente siguiera comprando. Todo lo contrario a lo que era en otra época. Lo mismo con la droga: te doy algo que te genere un efecto en vos y no te mate. El sistema tiene como objetivo formar personas necesitadas de lo que tiene para vender. Se convierten en dependientes. No es casualidad los dos significados que tiene la palabra adicción. Uno es “no decir, a-dicción”. Y el otro significado etimológico de la palabra es el que proviene de la antigua Roma: los “adictos” eran los esclavos. Ser un adicto es ser un esclavo, laburar para alguien. Hay una grieta que cada vez se ensancha más. No hablo de la grieta pedorra política, real y existente, sino de la que existió siempre en la humanidad: la del sometido y del poderoso, del esclavo y del dueño. Esa grieta está cada vez más marcada. Lo ves en Argentina pero también en Nueva York, que supuestamente es el icono del capitalismo y encontrás situaciones sociales tremendas. En estos años vi que el consumo de drogas se infantilizó. El consumo que antes era adolescente ahora lo ves en pibes de 6, 8 años. 

(Imagen: Verónica Bellomo)

 

La pasión de actuar

Además de la conducción de Seres libres y de seguir al frente de la Asociación Civil “Casa de la Cultura de la calle”, que desde hace 18 años trabaja a través del arte con chicos y chicas en situación de vulnerabilidad de derechos, Pauls se da tiempo para actuar. En junio se lo verá protagonizar Barrabrava, una serie para la plataforma Prime Video creada por Jesús Braceras (Todos contra Juan). La trama gira en torno a dos hermanos que, por una interna feroz en la barra de un club, ponen en juego su lazo filial. Matías Mayer, Violeta Narvay, Mónica Gonzaga, Ángelo Mutti Spinetta, Gustavo Garzón, Miguel Ángel Rodríguez, Cristian Salguero, Martín Oviedo, Neo Pistea, Paloma Contreras, Liz Solari, Candelaria Molfese y Pablo Alarcón completan el elenco. 

En la pantalla grande, Pauls espera el estreno de Lennons, un film de José Cicala en el que comparte cartel con Luis Machín, Malena Guinzburg, Luciano Cáceres y Betiana Blum. “Cuenta la historia de un representante de dobles muy bizarro, de los años ochenta, muy malos y pedorros. Hasta que un día descubre a uno que es igual a John Lennon y lo hace pasar por el verdadero, engañando a un presentador de TV y hasta organizando un recital en un estadio de fútbol. Es una comedia absurda de la que participan hasta Nito Mestre y David Lebon”, detalla. Por último, Pauls también continúa trabajando en un documental y una ficción sobre la vida del padre Carlos Mugica, “un viejo anhelo -dice- que esperemos que se hagan realidad el año que viene, cuando se cumplan 50 años de su asesinato”.