Desde Roma
La primera ministra italiana Giorgia Meloni, del derechista partido Fratelli d’Italia que ha tenido habitualmente una actitud refractaria respecto a los migrantes, este jueves recibió a un grupo de sobrevivientes y familiares de víctimas del naufragio ocurrido el 26 de febrero pasado frente a las costas de Calabria (sur de Italia), más precisamente ante la localidad Steccato di Cutro, provincia de Crotone. Pero curiosamente el encuentro se realizó de forma “reservada”. Es decir, el gobierno no permitió que los sobrevivientes y familiares tuvieran contacto con la prensa.
El grupo integrado por unas 30 personas -sobre todo afganos y sirios- fue trasladado a Roma desde Crotone en un avión C-130 de la Aeronáutica Militar que llegó al aeropuerto romano de Ciampino. Y desde ahí fueron trasladados a la sede del gobierno, en el centro de Roma, en un ómnibus de la Policía con vidrios oscuros, de modo que no podían ser vistos desde afuera. Entraron por la puerta trasera del edifico y luego de cerca una hora y media de encuentro, salieron por la misma puerta hacia Ciampino. El mismo avión los condujo de vuelta a Crotone.
Del encuentro participó además de Meloni, el ministro del Exterior, Antonio Tajani de Forza Italia, y el subsecretario de la presidencia del Consejo de Ministros, Alfredo Mantovano, ex magistrado y luego parlamentario, que se ha ocupado varias veces del tema migratorio.
El relato oficial
Según el comunicado oficial del encuentro, la premier Meloni presentó a los presentes “la cercanía personal y del gobierno, asegurando el máximo compromiso por satisfacer los pedidos” de los sobrevivientes, que estaban acompañados por traductores -pero el comunicado no dice cuáles fueron-. Algunos medios habían dicho el miércoles que los familiares pedirían al gobierno que les permitiera reunirse con sus familiares y que incentivara con Europa los “corredores humanitarios” (traslados organizados oficialmente) para ayudar a personas como los afganos que viven en situaciones muy difíciles.
Los familiares y sobrevivientes agradecieron a Meloni “por el encuentro, por las operaciones realizadas para ayudarlos, por cuanto ha hecho Italia en Afganistán y por lo que todavía podrá hacer en el futuro”, continuó el comunicado.
La presidenta no sólo aseguró que continuará la búsqueda de los cuerpos de las víctimas todavía encerrados presumiblemente en el casco de la nave enterrada en el fondo del mar. Sino que aseguró además el compromiso diplomático de Italia en la sede de la Unión Europea para dar lugar a los pedidos de recepción en otros países europeos, en particular Alemania.
El encuentro se desarrolló “en un clima emotivo”, añadió el comunicado, donde los familiares y sobrevivientes se dirigieron a Meloni haciendo un “llamado a su corazón de madre”. Meloni les preguntó “cuánto eran conscientes de los riesgos ligados al hecho de atravesar el Mediterráneo y reiteró la línea del gobierno en la lucha contra los traficantes de seres humanos a fin de evitar tragedias como las que han sucedido recientemente”, concluyó el comunicado sin dar a conocer las respuestas de los familiares y sobrevivientes.
Por su parte el ministro Tajani contó a la prensa que durante el encuentro escucharon a un muchacho sirio que les dijo que su hermano de seis años había muerto y pedía la posibilidad de reunirse con su familia. “De frente a este drama -dijo Tajani- nosotros le dijimos que lo ayudaremos a que su familia llegue a Italia. Porque aún cuando somos contrarios a la inmigración ilegal, creemos en las personas y algunos valores”.
Otras fuentes dijeron que los sobrevivientes y familiares pidieron al gobierno más ayudas y apoyo para que puedan trasladarse a otros países europeos, en particular Alemania.
Hablando ante la Cámara de Diputados el miércoles, Meloni había hecho alusión a este naufragio del que algunos habían acusado a la Guardia Costera italiana, que se ocupa normalmente de los salvatajes en el mar. Pero en realidad las acusaciones eran contra el gobierno, dado que la Guardia Costera está obligada a respetar las normas impuestas por el gobierno en acto. Y una de esas normas elaboradas en 2005 pero reimpuesta ahora por el ministro de Transportes Salvini, dice que hay que “monitorear el barco con migrantes solo en caso de peligro inminente”, mientras antes la Guardia Costera efectuaba salvatajes en total autonomía, siempre aplicando las normas Sar (Convenio internacional sobre búsqueda y salvamento marítimos). Las normas vigentes precisaban que era necesario “respetar escrupulosamente las indicaciones operativas a fin de prevenir el ingreso ilegal de inmigrantes al territorio nacional”. Pero cuando el actual ministro del Interior, Matteo Piantedosi, habló ante el Parlamento explicando lo que había sucedido en el mar de Calabria y por qué la Guardia Costera no había reaccionado, reiteró que la señalización que había recibido de la nave de seguridad marítima europea Frontex en aquel momento, que advertía sobre la presencia de una nave, nunca dijo que esa nave estaba en peligro. Por otra parte se supo que Frontex había detallado que se suponía que había mucha gente en la parte inferior de la nave por las temperaturas que se podían medir.
Meloni dijo el miércoles ante la Cámara de Diputados que su conciencia “estaba tranquila” por lo que el gobierno habían hecho en relación al naufragio. De hecho el haber recibido a los sobrevivientes y familiares fue interpretado más que como una obra de solidaridad hacia ellos como una actitud para tratar de ganar consenso y mejorar su imagen después de las críticas recibidas por el naufragio. En efecto según algunas encuestas de Supermedia Youtrend, realizadas periódicamente para saber el consenso del que gozan los partidos políticos, el partido de Meloni, Fratelli d’Italia, habría perdido 1,2 puntos de consenso luego del naufragio.
Llegadas y naufragios
Según una investigación hecha por el diario romano La Repubblica, las cifras de migrantes posibles que se anuncian por vía oficial - sobre todo para asustar a los italianos y hacer que voten a favor de quienes quieren limitarlos como la derecha-, son completamente distintas de los números de migrantes que realmente llegan al territorio italiano.
Los desembarques nunca han superado las 200.000 personas por año, mientras algunos años se hablaba de la llegada posible de 400.000 migrantes y hasta se habló de 2 millones. Las alarmas difundidas a nivel oficial han hecho temer a algunos italianos una “invasión” de parte de migrantes provenientes de países africanos. Pero esos números se contradicen cada año con el número real de llegadas confirmada por el Ministerio del Interior subrayó Repubblica.
Con los naufragios es otra cosa. Porque es difícil prever cuántas naves se hundirán y precisar cuántos mueren realmente, dado que muchos viajan solos y nadie pide noticias sobre ellos o directamente pierden sus documentos porque se los secuestran los traficantes y la seguridad nunca puede saber como se llaman.
En el naufragio del 26 de febrero murieron, según los cuerpos recuperados hasta ahora, al menos 86 personas, 34 de ellos eran menores de edad. Los últimos recuperados fueron cinco, el 14 de marzo, dos de ellos niños de cerca de 8 años y 3 años. Pero pocos días después de este naufragio, el 13 de marzo, otra barcaza naufragó frente a las costas de Libia y desaparecieron al menos 30 personas. El 15 de febrero otra nave había naufragado ante las costas de Qaser Alkayar, siempre en Libia, y murieron 73 personas. Es decir sucedieron en el Mediterráneo tres naufragios en un mes donde murieron al menos 189 personas.
En síntesis la gente que escapa desesperadamente sobre todo de países en guerra o por hambrunas, no se detienen aún sabiendo que las condiciones del mar en invierno son verdaderamente incontrolables y que las barcazas pueden no resistir . Ciertamente reciben las afirmaciones mentirosas de los traficantes de que todo irá bien. Y como algunos de los migrantes han confesado: “prefiero arriesgar de morir en el mar que morir en una guerra”.
Según cálculos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, las personas desaparecidas en el Mediterráneo en 2022 fueron 1.368. Para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en los últimos diez años los muertos en el Mediterráneo fueron unos 26.000. La ruta que conecta Libia y Túnez con Italia es la más peligrosa, según OIM.