Situación planetaria con caída de las bolsas, tres grandes bancos que cierran en Estados Unidos, uno de los más grandes que se cae en Suiza, grandes manifestaciones contra el ajuste en Francia y una guerra cada vez más al filo del apocalipsis nuclear. En Argentina, un indicio de tendencias: ante la crisis de representación y el desprestigio de la política, hay una corriente importante que en vez de mirar hacia la dirigente más perseguida por el sistema, como Cristina Kirchner, se inclina por el más promocionado: Javier Milei. Ante el pánico por la destrucción, este sector se abraza a su verdugo. Conclusión: si el mundo actúa como este sector lo hace en Argentina, se enfrenta a un evento de extinción.
Un mundo que alimenta su crisis
La equiparación de la situación mundial con la del país parece traída de los pelos. Los mecanismos autodestructivos tienen diferente sustento, pero en el fondo tienen la misma causa ya que como reacción desesperada se profundizan al máximo las ideas que llevaron a las crisis, como si no tuvieran nada que ver con ellas y fueran, en cambio, una tabla de salvación. Más coherente sería que, frente a la desilusión con el sistema, la búsqueda se dirigiera hacia quien el sistema ataca como su principal enemiga.
La guerra que promovió Estados Unidos entre Rusia y Ucrania profundizó su crisis al incentivar la inflación y obligó a la Fed (Reserva Federal) estadounidense a aumentar las tasas de interés, lo que provocó la caída del Silicon Valley Bank, el Signature Bank y el Silvergate Capital Corp. En Suiza se declaró en peligro el Credit Suisse, manejado por capitales sauditas.
Los bancos son asistidos por los Estados en ambos casos, pero muestran el rango de debilidad del sistema financiero. Como la fórmula de los economistas ortodoxos para bajar la inflación es congelar la economía, la Reserva Federal seguirá aumentando las tasas y, en consecuencia, bajará más el valor de los bonos y habrá más bancos en quiebra.
La guerra, que está en el nudo de ese proceso, favorece a la industria militar y energética de los Estados Unidos, en detrimento de los países europeos, pero entró en una espiral expansiva de violencia creciente que ya la puso al borde del suicidio nuclear. En una economía congelada, el único factor de crecimiento es la guerra que, a su vez , lleva en sí la semilla de la autodestrucción.
El factor Javier Milei
El personaje desquiciado, gritón, simplista, de Javier Milei constituye un fenómeno argentino más modesto que el suicidio nuclear de la humanidad, pero resulta inquietante la tendencia de un sector de la sociedad que, aunque no es mayoritario, puede convertirlo en un árbitro ultraconservador y autoritario entre los intereses populares y las elites.
Las características del personaje dan cuenta del perfil de sus electores, tanto los que repiten las cuatro ideas cuadradas que plantean la destrucción de reglas elementales de convivencia sobre la base de un régimen autoritario, como los que lo eligen por descarte. La construcción de un personaje simplón y grotesco busca llegar a ese perfil de electores que disputa con Patricia Bullrich, un personaje similar, pero encuadrado en el macrismo.
Este sector decepcionado por el sistema –que son muchos-- ve sin ver a Cristina Kirchner perseguida por lo peor de la “casta política”, lo peor del sistema judicial, por el “círculo rojo” y por la información hegemónica, la ve perseguida por el sistema y, o le da la razón a lo peor del sistema que lo desilusionó, o no puede desencriptar ese cuadro, apresado culturalmente por el sistema del que reniega.
La inflación del malhumor
Gran parte de esa desilusión está alimentada por una inflación que no da respiro. A ese contexto se le sumaron las altas temperaturas, récords en décadas. El sofoco y la inflación son los padres de un malhumor creciente. Pero si a esos ingredientes se les suman los cortes masivos de la electricidad, la irritación en la sociedad se puede medir en números rojos.
Se entiende que en el marco de altas temperaturas, la población recurra en forma simultánea a los electrodomésticos, desde ventiladores y heladeras hasta los aires acondicionados todo el día. Esa exigencia estresa al sistema de distrbución de la electricidad y puede producir los cortes.
Pero en este caso, es cierto que también se han producido cortes en algunas provincias y poblaciones del interior, incluso en la zona norte de CABA y el conurbano. Pero en esos casos, los cortes fueron temporales y no alcanzaron a tantos usuarios, como en el caso del territorio responsabilidad de Edesur, donde todavía hay cerca de 70 mil personas afectadas y algunos por más de dos o tres semanas.
Si se descarta el factor climático, quedan dos causas: o no se invirtió lo que se debía invertir en infraestructura --con lo que la empresa no estaría cumpliendo las condiciones de la concesión--, o los cortes son provocados.
Edesur de remate
No habría que descartar esta última posibilidad porque se trata de una empresa italiana, ENEL, que está tratando de vender en una época mala para las ventas.
La empresa italiana tiene el 70 por ciento de las acciones de Edesur. El 30 por ciento restante es de un consorcio en el que figura Nicolás Caputo, el amigo de Mauricio Macri. Vale recordar que una de las empresas de la familia Caputo financió las actividades violentas de Revolución Federal, relacionado con el grupo de marginales que intentó asesinar a Cristina Kirchner.
Caputo está comprando a precio regalado otras instalaciones de Edesur, como la central térmica del puerto de Buenos Aires, la mayor de Argentina. Como ya controla otras tres centrales térmicas, se convirtió en el mayor productor de electricidad. El gobierno bloqueó la compra de la central de Dock Sud por este grupo que también intentó comprar Edesur.
Los cortes masivos del flujo eléctrico se produjeron en un momento de mucha vulnerabilidad para el Gobierno y se convirtieron en un fuerte factor de desequilibrio. El humor social que generaron los cortes impactó de lleno en el comienzo de un año electoral. La especulación política surge en un país donde este tipo de operaciones no es inusual.
El objetivo teórico en este caso sería debilitar al Gobierno, sobre el que cae parte del enojo. Pero es inevitable que la furia se centre principalmente en la empresa. Además de los cortes de calle en los barrios sin luz, se produjo una concentración furiosa frente a la sede principal de Edesur. Y hasta el jefe de gobierno de CABA y precandidato presidencial por el PRO, Horacio Rodríguez Larreta, recibió un coletazo del malestar al ser encarado en el bar Británico, frente a Parque Lezama, por un grupo de vecinos sin luz.
La opción suicida
Pero también podría ser una forma de obligar al Gobierno a tomar una medida intempestiva que después sería presentada ante el CIADI. Un fallo en esa instancia le permitiría recibir por Edesur una cifra más alta que su valor real. En distintos medios circuló la versión de que la empresa ya preparó una presentación ante el tribunal internacional. Pero como todo lo que sucede se da en el marco de un proceso de venta, no hay que descartar que se trate de amagues y actuaciones para aumentar precios y precipitar decisiones usando a los vecinos porteños maltratados.
El Gobierno hizo una denuncia penal contra los directivos de la empresa por “malversación de fondos, fraude y abandono de persona” y al mismo tiempo ordenó una auditoría cuyo resultado podría decidir el final de la concesión que fue otorgada por el menemismo por cien años en los '90. Los porteños han votado desde hace más de 15 años propuestas políticas privatizadoras. Y ahora están sufriendo las consecuencias de una privatización de esencia neoliberal. Otra salida suicida.