“Mienten descaradamente, son todas patrañas que hablan en rigor de un gobierno débil”, sostiene Gabriel Fuks al referirse en diálogo con Página/12, al incidente que provocó su alejamiento del cargo de embajador argentino en Ecuador. Allí fue declarado “persona no grata --según la cancillería ecuatoriana-- por negarse a dar información” sobre la salida de la sede diplomática argentina en Quito, de la exministra de Transporte y Obras Públicas de Rafael Correa, María de los Ángeles Duarte. La exfuncionaria se encontraba refugiada en esa residencia –acusada por casos de corrupción en su país--, pero pudo salir y viajar a Caracas, Venezuela, donde tuvo un encuentro no protocolar con el embajador argentino Oscar Laborde.
La República Argentina no la tenía presa, sino asilada, explica Fuks. “Ella toma la decisión de irse, yo no era su carcelero –señala el ahora exembajador--, y utilizó sus propios medios para irse, y nada de lo que se está diciendo de una zona liberada y asados con la sinarquía internacional y la inteligencia cubana sucedió jamás” afirma.
La ex ministra estaba refugiada en esa Embajada hacía dos años "en carácter de huésped humanitario –detalla Fuks, quien el viernes dejó Quito para regresar a Buenos Aires, previa escala en Bogotá--, y el presidente Alberto Fernández le concede el asilo político en diciembre, pero Ecuador le niega el salvoconducto para viajar a la Argentina”. Esto inició un conflicto que escaló “de manera desproporcionada”, ya que el canciller del Ecuador, Juan Carlos Holguín, “prefiere no ver los errores propios” y despliega una trama de “conspiraciones internacionales que nunca existieron”, asegura Fuks.
La escalada incluye la salida del embajador ecuatoriano en Buenos Aires, Xavier Yoder, en una medida en espejo a la decisión ecuatoriana, adoptada por el gobierno argentino. En la trama, Holguín acusa a Fuks de permitir la salida de Duarte de la residencia, de habilitar su ingreso a Venezuela, y de ocultar al Ecuador la información requerida para dilucidar la forma en que la ex ministra dejó la Embajada, la ciudad y el país. Algo que Fuks define como un problema de la Policía Nacional ecuatoriana y de la cancillería de ese país que no la detectaron en este periplo.
Fue el canciller Santiago Cafiero quien le informa a Holguín que Duarte había dejado la sede diplomática argentina, luego de que ésto le fuera informado por Fuks, el lunes 13 en horas de la mañana. “En diciembre, el Presidente decide concederle el asilo, pero Ecuador se negó a otorgarle el salvoconducto que se estila para una situación así”, repasa Fuks. Esto “empezó a tensar la situación y ella tomo la decisión de irse por su cuenta y riesgo. Llegó a Caracas por su cuenta y riesgo. Y fue a ver al embajador Laborde porque su hijo es argentino y quiere tramitar su documentación. Por eso él la recibió con dos funcionarios del área consular”, precisa.
La salida de Duarte de Quito y su llegada a Caracas desencadenó la hostilidad. Y los requerimientos de información con que el canciller Holguín buscó obtener información que respaldara su versión del caso, llegaron a tener forma de “interrogatorios” detalla Fuks. El más “violento” fue el lunes “después de que el canciller Cafiero le comentara a Holguín, que yo le había informado esa mañana que María de los Ángeles Duarte ya no estaba en la residencia” confirma. “El caso habla de un gobierno débil --sostiene Fuks-- que construye mentiras para demonizar a la República Argentina, por una situación que es tensa y compleja, pero donde no ocurrió lo que ellos dicen que ocurrió”.
Las acusaciones
“Dicen que libere la zona –repasa Fuks-- pero hay custodia policial en la Embajada, adentro y afuera. ¿Cómo voy a liberar una zona que manejan la Policía y el Estado ecuatoriano? Es cierto que hay un patrullero afuera y hablé porque estaba enfocando a la puerta de la Embajada, pedí que lo corran diez metros. Eso no es liberar la zona. Yo fui viceministro de seguridad. Nadie liberó ninguna zona”, enfatiza.
Dicen también que hubo una fiesta donde Duarte participó, el viernes 10, con su marido y su hijo. "Falso”, afirma. Según Fuks, la ex ministra “nunca participo de eventos colectivos, ni siquiera del momento en que veíamos los partidos del Mundial”. Las acusaciones apuntan al viernes 10 “cuando despedimos al coronel (Héctor) Ochoa --agregado militar de la sede--, y hubo un asado con el personal y los diplomáticos argentinos. Ni venezolanos, ni cubanos, ni autos de otras delegaciones entraron ni salieron del lugar, para sacarla de allí, como sostienen” argumenta.
El tercer problema, señala, es que “si ella salió, y atravesó Ecuador, es responsabilidad del Ecuador que no se haya detectado su salida, porque tenía custodia del Estado ecuatoriano dentro y fuera de la residencia”, fundamenta. Según Fuks “es irresponsable la actitud de Holguín, porque esto generó que el Ecuador se quede sin embajador en la Argentina, un país donde estudian 15.000 jóvenes ecuatorianos y con el que hay intercambios comerciales por 1.100 millones de dólares anuales".
"Holguín estudió en la Argentina, debería ser más agradecido y no generar una patraña de este nivel. Esto habla de un gobierno débil intentando armar historias que no tienen forma de comprobar” afirma. Y agrega: “Las tres veces que me convocaron a que me presente, fui. El primer día directamente fue un interrogatorio donde había siete personas y yo, entre ellos el Jefe de la Policía, el canciller, el vicecanciller, y el secretario de la Presidencia que entró a los gritos insultándome y acusándome”, reclama.
Otra de las acusaciones apunta a la negativa a entregar las cámaras de video de la embajada. “Pero es mentira –se defiende--, solo les dije que el artículo 24 de la Convención de Viena dice que estos archivos son inviolables, por lo tanto debía pedir autorización. Cuando lo hago, y se los voy a informar, ya habían decidido expulsarme. No hubo tiempo para explicarlo porque ahí me entregan la nota de expulsión”.
Las explicaciones
Lo cierto es que la ex ministra, alojada en la sede argentina de Quito fue vista en la sede caraqueña. “Pero yo no era su carcelero, no me informó cuando se iba ni tenía por qué hacerlo, y si salía era obvio que tenía posibilidad de ser capturada, era su riesgo" razona. El problema escala por las ineficacias del propio Estado. Menciona que al patrullero de la puerta "tuvieron que empujarlo para correrlo porque no tenía batería". Y se explaya: "Hay un pedido de juicio político para Holguín por los migrantes ecuatorianos que mueren al querer cruzar la selva del Darién. Esto es inexistente comparado con ese problema. Pero el canciller gusta de inventar novelas policiales y de hablar con medios argentinos mencionando a la inteligencia cubana y la sinarquía internacional”.
“Soy hombre de la política –se define, quien venia de ser viceministro de Seguridad del gobierno de Alberto Fernández--, pero ellos suman a esta expulsión, hechos inconexos como la recuperación de un busto de Néstor Kirchner para mezclar todo y tapar sus ineficacias". Una nota protocolizada de la Policía Nacional del martes 14 reconoce que el patrullero estuvo ahí, refiere. "Con eso se acaba el mito de la zona liberada que es una patraña típica, pero Holguín es un adicto al off en diarios argentinos para generar información cruzada –acusa Fuks--, pero son todos inventos, incomprobables”.
Sorprendido porque la diplomacia es “el último eslabón que se debe cortar en un conflicto y aquí es lo primero que se rompe y desencadena mayores conflictos”, Fuks define la maniobra como una estrategia de “los gobiernos débiles”. Lo hizo Dina Boluarte en Perú, que expulsa al embajador mexicano. “Acá me echan a mí, con una sarta de mentiras que el canciller Holguín se esfuerza en sostener como verdad. Quiero decir: no es el primer caso, y así lo que debería ser una mecánica para resolver conflictos, que es el ámbito diplomático, se transforma en una línea para la generación de conflictos”, lamenta.