En el barrio de Boedo, ya instalado como un clásico y una referencia, hay un lugar dedicado exclusivamente al teatro para títeres. Se llama Pan y Arte, se presenta como “Casa de títeres”, y además de los espectáculos que presenta durante todo el año para chicos y para grandes, en momentos como el de vacaciones preparó el segmento Pancito y Arte. Todo lo que se programa en esa sala -muy diverso en cuanto a técnicas y estéticas- es de calidad, y además reina allí cierta calidez “de casa” (eso es lo que era antes de ser un teatro), con la custodia de los títeres que reciben a los visitantes en cada rincón.
Hoy a las 17 puede verse en esta sala de Boedo 876 Hilito de un viaje, de la compañía Ligeros de Equipaje (más ligado al teatro físico, aunque con un uso de objetos que la emparentan con el mundo de los títeres). El próximo domingo estrena La casa dada vuelta, de Guadalupe Lombardozzi, con dirección de la titiritera y artista plástica Adriana Sobrero, creadora del grupo Agarrate Catalina. Además, continúa todos los sábados a las 17 la obra de marionetas gigantes Tuda y Paki, del grupo suizo Le Guignol á Roulettes, en la que dos gemelos gigantes se divierten inventando el mundo. Y para la franja adolescente (también para los adultos) es muy recomendable la inusual “folklorópera” Fausto criollo, que también sigue los domingos, con un gran elenco que lleva adelante esta “ópera satánica, fatídica y telúrica”. Son propuestas muy diversas con el común denominador de la calidad, que además cobran otra impronta albergadas en las dos salas de esta “Casa de títeres”.
Daniela Fiorentino está al frente de este proyecto desde 2010. “Los títeres fueron tomando el lugar porque los titiriteros y los títeres somos perseverantes: cuando nos invitan hacemos rancho, casa y sueños”, se ríe hoy. “Me gustaba el proyecto general de Pan y Arte Teatro y sentí que podía albergar esta franja, y lograr que sea un referente, que el público vea un pantallazo de diversas técnicas de este tipo de teatro. Siempre fue muy difícil la visibilidad de estas propuestas, quizá ahora ya cada vez menos, pues somos varios los que venimos dando lugar al teatro de objetos y títeres. Muchas veces el horario que se nos ofrecía era el que sobraba, o no se le daba la importancia que merece este movimiento en la programación de las salas”, recuerda, y define: “Trabajo desde la convicción de que el teatro de títeres modifica a un niño, es algo que vemos a diario. Pero a los adultos también. Por eso también me dediqué mucho al teatro para adultos de títeres y objetos”.
Ilustradora, clown, actriz y docente de niños con capacidades diferentes, además de titiritera, Fiorentino es categórica respecto a lo que significa esta “Casa de títeres”: “es una extensión de mi alma”, asegura. “Lo llevo dentro, no importa ya el formato, importa lo que construye y significa como hecho: Casa de Títeres”, dice. “Casa de títeres se realiza en cada rincón, en medio de las plantas o las escalinatas, junto al cartelito de Boletería o sobre la escalera de mármol… ¡Allí esta! Allí están los títeres, porque ellos existen más allá de una”, sonríe. Y delinea lo que imagina a futuro: “Hoy estamos con Casa de Títeres en Boedo, pero la idea es llevarla de paseo, salir a las provincias, cambiar de locación. Queremos que sea una casa que irrumpa también en otros espacios, países y destinatarios, que se extienda por otros rincones”, proyecta. En eso están, ella y los títeres.