Los tratamientos contra el cáncer evolucionaron en los últimos años y contribuyeron a mejorar las chances de sobrevida de los pacientes. En este marco, científicos del Centro de Oncología Molecular y Traslacional de la Universidad Nacional de Quilmes (COMTra) y del Conicet investigan el reposicionamiento de drogas, una técnica que consiste en utilizar un medicamento ya existente para una nueva indicación distinta a la original. “Es una estrategia más barata y más rápida para investigar y luego trasladar a los pacientes”, explica Daniel Alonso, investigador principal del Conicet y primer director del COMTra.
Desde sus comienzos, este Centro abordó el estudio de drogas previamente destinadas a otras enfermedades, con el fin de probar su eficacia en el combate del cáncer. Según cuenta Alonso, el caso que más avanzó fue el de la desmopresina, un fármaco que tradicionalmente se utiliza en la medicina para contener sangrados en general y que el equipo de investigación la aplicó para contenerlos en personas con cáncer de mama y colorrectal. Así, pueden ser operados o sometidos a quimioterapia de una forma más segura.
Esta investigación cobra aún más importancia si se tiene en cuenta que, según los datos aportados por el Instituto Nacional del Cáncer, el de mama y el colorrectal son los dos que más afectan a la población argentina representando el 16,8 y el 12,1 por ciento del total, respectivamente.
Juan Garona, investigador del COMTra y del Conicet, detalla: “Cuando se administra desmopresina se genera un efecto antimestatásico, es decir, se frena la diseminación de las células tumorales en un segundo órgano. Además, también se descubrió que si se da esta droga cuando el tumor está creciendo en el primer órgano afectado, se restringe su expansión y limita su crecimiento”.
La lupa en las infancias
Garona cuenta que actualmente investiga la oncopediatría, un campo en el que el número de pacientes es bajo y, debido a esto, las investigaciones son escasas. Así, dedica sus líneas de trabajo a tres tipos de cáncer, osteosarcoma (huesos), neuroblastoma (se origina a partir de células nerviosas inmaduras) y hepatoblastoma (hígado), y a dos drogas en particular: la desmopresina y el propranolol. Con respecto a la primera, cuenta que se suministra en complemento de la quimioterapia, la cual “se da en dosis muy bajas, de manera repetida y sostenida en el tiempo. A su vez, se la combina con desmopresina para que la cirugía sea más segura”.
Por otra parte, el propranolol es un fármaco que históricamente se usa para tratar distintas enfermedades cardiovasculares como arritmia e hipertensión. Gracias al reposicionamiento que hizo el COMTra, la droga avanza en los ensayos para tratar el osteosarcoma, el cáncer de huesos más prevalente que afecta principalmente a niños, niñas y adolescentes.
El propranolol presenta múltiples beneficios al ser una droga barata de producir porque ya no está bajo patente, lo que significa que se fabrica como fármaco genérico. “Es de uso ambulatorio y los pacientes pueden tomarla desde sus casas como comprimidos. Además, es fácil y económica de implementar en el sistema de salud porque es una sustancia segura”, ensaya Garona.
Reconocer las células extrañas
Por su parte, la investigadora del COMTra y del Conicet, Valeria Segatori, investiga la inmunoterapia, que consiste en estimular el sistema inmune del paciente para que reconozca el tumor como algo anormal en el organismo y lo ataque. “Las células tumorales son derivadas del propio cuerpo, por lo que son muy buenas ‘enmascarándose’ y pasar desapercibidas frente a las defensas del paciente”, explica.
Segatori investiga la droga ivermectina, un antiparasitario que frena la invasión de parásitos al atacar su sistema nervioso. “Dentro de los efectos extra que tiene esta droga se encuentra la inducción de un mecanismo llamado ‘muerte celular inmunogénica’ que lo que hace es matar a la célula tumoral y, en paralelo, la hace visible al sistema inmune”.
¿En qué consiste visibilizar las células tumorales? Al ser derivadas del propio organismo pero alteradas genéticamente, el sistema inmune debe reconocerlas como algo extraño para atacarlas. “Cuando la célula tumoral muere, se muestran las banderas de que algo raro está sucediendo y ahí es cuando se activan las defensas del paciente. Si esto se combina con una inmunoterapia que potencia esa respuesta inmune, se puede encontrar un efecto en un escenario en donde solo con la droga o solo con el sistema inmune no alcanzaba”, explaya la investigadora.
En definitiva, el reposicionamiento de drogas trata de enfrentar distintos tipos de cáncer con fármacos que ya existían para otras indicaciones en combinación con las terapias tradicionales más conocidas. Las investigaciones contaron con el apoyo del Conicet, la Universidad Nacional de Quilmes, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, el Instituto Nacional del Cáncer y privados, como Chemo-Romikin y el laboratorio Elea.