Resulta que Lucas (Juan Grandinetti) participa de un “retiro de actuación” donde coincide con otras pocas personas; pero también es cierto que recala allí tras los pasos de una chica que, parece, le gusta (Verónica Gerez). Como sea, Juan anda raro, no entiende muy bien algunas cosas que le pasan o por qué; por ejemplo, hay un sueño que lo inquieta. A su vez, el mentado taller/retiro se propone de un modo curioso: los asistentes quedan solos en una quinta tras el primer encuentro con el mentor o gurú del asunto (Iván Moschner). El clima enrarecido se acentúa, los personajes se contradicen al hablar, y Juan intenta dar algo de sentido. La película es Los Inventados, estreno en El Cairo Cine Público, cuya función del sábado contó con las presencias de dos de sus tres directores. Así es, el film –ganador del premio Ópera Prima del INCAA– está dirigido por Leo Basilico, Nicolás Longinotti y Pablo Rodríguez Pandolfi.

Nos conocimos estudiando cine en la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires, y formamos un grupo de trabajo con el cual hicimos nuestra tesis: Las Bestias (2015), que dirigimos los tres, un poco por las condiciones de cátedra que había, pero lo cierto es que nos encantó y aprendimos a complementarnos. Encontramos una manera de trabajar que, en lo particular, me hace estar más seguro de cada decisión, porque no la tomo solo yo. Luego de la facultad quisimos seguir haciendo cine y realizar una película de forma profesional. Nicolás escribió la primera versión de un guion que nos gustó y comenzamos a trabajar entre los tres. Finalmente, gracias a haber ganado el premio Ópera Prima del Instituto de Cine, pudimos hacer la película”, comenta Leo Basilico a Rosario/12.

-Es una película rodada íntegramente en Tandil, ¿no?

-Casi en su totalidad. Necesitábamos mucho de lo que Tandil tenía para ofrecer, teniendo en cuenta que la locación principal es una quinta, en un campo y alejada de todo. El productor, Alexis Trigo, a quien conocía de la UBA, es también docente en la Universidad del Centro, donde está la carrera de cine, y rápidamente se dio cuenta de que era un lugar ideal. La imitad del equipo se completó con estudiantes, egresados y docentes de allá.

-La película trabaja cuestiones ligadas a la verdad y la mentira, lo cierto o falso, ¿cuáles fueron las premisas que los hicieron interesar por esta historia?

-Hay muchas cosas, pero hubo una premisa básica: hacer una película donde los personajes se contaran historias. Es algo que hacemos todos los días, cada uno tiene su historia, que cuenta siempre y que va cambiando; todos tenemos nuestros chistes y anécdotas. Hay un poco de eso, de personajes que se van un poco inventando, fingiendo, mintiendo, diciéndose otra persona. Y está después el juego de mezclar un poco de comedia, meter un poco de misterio, pero a partir de reglas claras, que nos permitieran jugar con el dispositivo narrativo, que es un poco extraño. Por último, también está la cuestión de hacer cine de manera colectiva, horizontal, tomando decisiones en conjunto, y esto es algo que traspasa la trama de la película.

-El rostro de Juan Grandinetti es especial para la pantalla, más aún desde ese desasosiego al que tiene que encarnar y dar forma.

-Esto habla muy bien de Juan, es un muy buen actor; la verdad que tuvimos mucha suerte de trabajar con él y con todo el elenco, porque tenían mucho oficio y llevaron adelante una construcción. Por su parte, Juan no se parce en nada al personaje que ve en la película; a la vez, desde la propuesta del género no está claro para dónde va a orientarse la trama, si es comedia o un misterio, o si se convierte en una película de terror. Juan conectó muy bien con la propuesta.

-El guion está muy elaborado, pienso en ciertas resoluciones del desenlace, que permiten revisar lo visto durante los primeros tramos del film.

-Nos tomamos bastante tiempo de trabajo para meter mano y cabeza en el guion, a los tres nos gusta mucho planificar y tener distintas versiones; y en los ensayos, los actores aportaron cosas que traían ellos. De ese modo, se fue armando ese rompecabezas, que se terminó de completar durante el rodaje y la postproducción. La versión final tiene cambios importantísimos sobre el guion, que finalmente encontramos haciendo el montaje; allí fue donde se terminó de escribir la película.

-Insisto en la relación entre ustedes tres cuando, si se quiere, lo habitual en la co-dirección son dos personas. ¿Cómo acuerdan?

-En principio, hay amistad, cariño y respeto, ésa es un poco la base de todo. Y tenemos áreas en las que alguno es más especialista que el otro. Pablo estudió actuación y tiene otras herramientas para hablar con los actores; Nicolás es muy cinéfilo y tiene en su cabeza muchas cosas de la puesta en escena, de la cámara y de cuestiones que hacen al aspecto visual; yo hice también la asistencia de dirección, de manera tal que estuve llevando los tiempos del rodaje y pensando en las próximas escenas; hubo una división de tareas pero también un aprender del otro, saber no pisarnos en el rodaje y suplantarnos cuando era necesario. Tiene que ver con un criterio común que fuimos construyendo desde que nos conocemos, hace más de una década.