Qué partido se perdieron los que eligieron ver el Superclásico español entre Barcelona y Real Madrid. Es que casi a la misma hora, en La Plata, se jugó el no siempre atractivo Gimnasia-Estudiantes (por la alta cantidad de empates)... Y esta vez fue un partidazo difícil de olvidar.
El clásico platense fue una nueva prueba de la magia de "El Producto", como se denomina al fútbol argentino generalmente a modo de broma por las excentricidades -en el mejor de los casos- que afectan a la pelota por estos lares.
En El Bosque la cosa arrancó demorada por casi 11 minutos. ¿Las razones? Varias. Como que a la red del arco tripero le faltaba un ajuste, que había mucha gente subida a los alambrados y, sobre todo, que en el banco de Estudiantes había cantidades y cantidades de sal -supuestamente trae suerte de la mala- que hubo que lavar de los asientos, que además eran menos de los necesarios por lo trajeron algunas sillas de plástico para los suplentes visitantes.
De pibes y no tan pibes
En cuanto a lo futbolístico la cita presentaba a dos equipos de flojo presente pero muy dispares en cuanto a su armado. En resumen, eran los pibes de Gimnasia (siete Sub 24) contra los veteranos de Estudiantes (seis mayores de los 33 años).
Y en los primeros minutos se vieron las dos caras de la juventud del Lobo. Por un lado, el zurdo Alan Lescano (volante, 21 años, 8 partidos en Primera) salió jugando desde el fondo con total atrevimiento y metió un pase espectacular que terminó con el pichón de crack Benjamín Domínguez (extremo, 19 años, 35 partidos, un gol) metiéndose en el área y siendo tomado del brazo por Luciano Lollo (35 años) pero sin siquiera pedir infracción: "pecado" de juventud en este fútbol de exageraciones y reclamos.
Un minuto después, lateral para Estudiantes, Pablo Piatti (33 años) que pica al fondo aprovechando el no offside y duerme a toda la defensa, mete el centro y encuentra solo a nada menos que a Mauro Boselli (37 años), quien mano a mano con el arquero hizo lo que mejor sabe y puso arriba a los suyos a los cuatro minutos. Sorprendió tanto la avivada de Piatti que hasta el comentarista televisivo Gustavo López pidió offside de lateral, por lo que se hizo viral en las redes.
Aún en desventaja Gimnasia no se achicó, aprovechando el planteo timorato de Estudiantes en el segundo partido de Eduardo Domínguez como DT. Los pibes siguieron mostrando su atrevimiento, como con Lescano probando con un córner olímpico y haciendo revolcar a Mariano Andújar -el mejor de Estudiantes- a sus 39 años. Al zurdo y a Domínguez se le sumó el volante central Ignacio Miramón (19 años, 11 partidos), capaz de pisarla y enganchar en la zona más caliente del mediocampo para manejar las hilos de su equipo y tener alquilado, por ejemplo, a Ascacíbar casi todo el partido.
Chirola Romero, un jugador de jean
A los 28 minutos, Boselli abrió con Leonardo Godoy por derecha y este se topó con la marca de Chirola Romero. Nada extraño hasta aquí si se tratase de 1998 o 2016. Pero claro, Chirola ya no es más jugador del Lobo. El DT de jean y remera metió la pata -literalmente- cuando a Godoy se le iba la pelota sobre la línea, chocó con el jugador y se fue expulsado. "El Producto", otra vez.
Gimnasia repitió su fórmula una y otra vez con los pelotazos de Lescano y los piques de Domínguez y se hizo previsible ante un rival súper conforme con lo que estaba pasando. Le faltaba atrevimiento desde lo táctico o desde lo técnico. Fue lo segundo. A los 55, Domínguez se armó una jugada maradoniana por izquierda -dejando a tres en el camino, caño incluido- y aunque terminó en lateral, sacudió los cimientos pinchas. Saque de manos, centro de Comba y entrada por el centro del área y solo de Lescano para meter un cabezazo imponente que hizo explotar al Bosque con el 1-1.
Triunfo, lágrimas e invasión
El partido estaba para Gimnasia, como varias veces durante los 13 años en que el Lobo no pudo festejar en el clásico. Pero esta vez sí se le dio: penalazo a los 80, el árbitro Tello no dudó y tampoco lo hizo Cristian Tarragona a pesar de las una y mil distracciones que sufrió antes de ejecutar. El delantero la puso en el ángulo y Gimnasia aguantó el 2-1 en los minutos finales sin tirarse atrás y con mucha personalidad para que su gente festeje y se emocione como no lo hacía desde 2010, luego de 18 clásicos. Tanto que hasta hubo invasión de cancha, como en los viejos tiempos.