De chico, Paul Auster, como millones de niños estadounidenses, jugaba a ser cowboy. Como tal disfrutaba del uso y abuso de su arma de juguete. Pero también aprendió muy pronto el poder devastador de las armas reales: su abuela mató de dos disparos a su abuelo. Fue un hecho que traumó y avergonzó a su familia durante décadas.
El Paul Auster adulto -que también fue noticia recientemente porque su esposa Siri Hustvedt comunicó que el escritor está bajo tratamiento de un cáncer- se convirtió en un férreo y lúcido opositor al uso de armas por parte de la población de los Estados Unidos. En Un país bañado en sangre, su último libro, publicado este mes por Seix Barral, Auster propone una reflexión sobre este flagelo que ratifica cotidianamente a los Estados Unidos como el estado nacional más violento del mundo occidental.
Un país bañado en sangre está hecho en asociación con el fotógrafo Spencer Ostrander. Las imágenes de Ostrander dan cuenta de diversos hechos de sangre ocurridos en escuelas, hospitales, centros comerciales y calles estadounidenses. Auster acompaña las fotos con datos, análisis, anécdotas familiares y también un viaje a los orígenes de los Estados Unidos, donde resulta crucial el papel que han jugado las armas.
Auster subraya que actualmente hay 393 millones de armas de fuego en su país que causan alrededor de 40 mil muertos cada año.