Esta es la historia de un sueño imposible que acaba de ocurrir.
El 14 de marzo es el día de la Prensa Cubana, en homenaje a la fundación del Periódico Patria. de José Martí, en 1892. El punto después de la palabra Patria no es un error de tipeo. Es que Martí dijo: “Patria y punto”, explica Rosa Miriam Elizalde. Ella es vicepresidenta de la Unión de Periodistas Cubanos (Upec) y está a cargo del Coloquio Patria.
El año pasado se realizó la primera edición, en la Casa de las Américas. Buscó articular la comunicación política de proyectos antiimperialistas de catorce países y fortalecer las estrategias conjuntas contra el bloqueo a Cuba. Para la segunda edición, se resolvió que el tema principal fuera el bloqueo en Internet, que complica todavía más la vida del pueblo cubano en su desarrollo científico, tecnológico, cultural y social, y que también inhibe al mundo de conocer a esta isla y su gente.
El gran acto de cierre se realizaría en la escalinata de la Universidad de La Habana. El sitio histórico donde Fidel nació a la lucha política y donde habló por última vez. El lugar donde desde hace 70 años los estudiantes bajan con antorchas en marchas inmensas que reivindican el poder y la fuerza del conocimiento al servicio del pueblo.
Durante la visita al lugar, el documentalista argentino Diego Briata propuso: ¡Che! Acá se podría hacer una experiencia inmersiva, con la gente en el medio y proyecciones en los frentes de los edificios de la universidad. ¡Incluso un mapping! ¡Imaginate a Fidel gigante proyectado en el edificio principal! El presidente de la Upec, Ricardo Ronquillo, sonrió y cerró los ojos. En las miradas de todos supo que lo haríamos, que no sería nada fácil, y que si salía bien íbamos a hacer historia. Si salía mal, la catástrofe también podría ser histórica.
Arrancando el carro aprendimos que a veces los melones no se acomodan solos, y en esta historia hubo heroicidades que acomodaron lo imposible.
El mappinero. Al volver a Buenos Aires, Santiago Vivacqua, el más racional del equipo, plantea: Nosotros podemos hacer micros documentales para proyectar, la puesta de cámaras de un acto innovador, switchear la transmisión de televisión, pero no sabemos nada de mapping. Para hacer eso hay que saber hacer cálculos matemáticos, físicos, de arquitectura.
Un amigo de un amigo me dice que lo llame a Leandro Petrozzino, que es “el mejor” en mapping en la Argentina. Cuando vi su reel pensé que debía cobrar miles de dólares para hacer algo como lo que hacía falta. Igual lo llamé. Le expliqué que era sin honorarios. “Va a ser un honor para mí, gracias por proponérmelo”, respondió para mi sorpresa. Empezamos a trabajar a distancia con un extraordinario equipo de diseño y otro de animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica.
El guionista. El mapping requiere de un guión, y un joven cubano que estudia posgrado de dirección de Cine fue el encargado de escribir los extraordinarios guiones de algo que nunca había visto. Es que Javiel Fernández tiene la formación expandida de los cubanos, con sus referencias literarias, históricas, políticas, estéticas y siempre descomunales. Javiel vio el acto y los mapping que guionó desde Buenos Aires, en la transmisión por internet. Y también lloró de emoción y esperanza, como todos nosotros aquí en La Habana.
El plomero. El mapping también requiere de planos. Los planos del frente de la Universidad. Para la burocracia kafkiana de nuestros estados, hallar un plano de un edificio construido en 1719 no es tarea fácil. Entre la agonía y la desesperación, Rosa Miriam le pide al productor que midan a mano la fachada del edificio, con una grúa. El plomero de la Upec, conocido como Chapotín, la escucha y la sorprende: “Yo tengo un amigo que trabaja en la Oficina de Arquitectura de La Habana”. A la media hora vuelve con los planos que nos guiarían a la victoria.
El dronero. ¿Cómo íbamos a hacer para contar con la tecnología que hacía falta para tamaño acto? Proyectores de al menos 20 mil lúmenes, lentes especiales, computadoras de alto nivel de procesamiento y placas de video poderosas, cableados estructurados, internet dedicada. Y la figurita más difícil: el drone.
Tras episodios históricos conocidos y dramáticos de la relación de los drones con la política, la seguridad nacional tenía que afrontar la tarea de cuidarnos a todos y muy especialmente al Presidente, que participaría del acto. La decisión de avanzar estaba clara, pero había que transformar lógicas muy arraigadas.
Estanislao Santos tiene años de experiencia en comunicación política, pero nunca estuvo tan rodeado de militares auditando permanentemente el drone, su tecnología, los ensayos, los minutos que estaría en el aire, los metros a los que se acercaría al presidente.
Las imágenes del drone ya están recorriendo las redes sociales y de mensajería en Cuba y en el mundo, mostrando cómo aquí en La Habana se comenzó a reinventar la comunicación política de los proyectos de lucha de los pueblos de Nuestra América.
Los productores. Osmar León, Josué García y Armando Franco produjeron el acto imposible, que hasta luces robóticas tuvo. Nos explicaron los niveles de complejidad que tenían este tipo de procesos en la isla, las dificultades inmensas cuando los procesamientos de las computadoras tardan diez veces más que en Buenos Aires, la revolución dentro de la Revolución que significaba que el Presidente hablara en un escenario rodeado de una marea humana. Ellos hicieron posible este momento de dimensiones tan desconocidas como imprescindibles para reinventar nuestros procesos comunicacionales en esta etapa: la artepolítica, la tecnopolítica, la imaginación política.
La juventud cubana. Setenta mil personas protagonizaron el encuentro cantando, bailando, coreando consignas, respondiendo a cada propuesta del acto. Del inmenso Silvio Rodríguez, de Manuel López Obrador desde México, de Noam Chomsky o del popular grupo de música cubana Buena Fe, que cerró el acto en una verdadera fiesta popular.
El conductor. El acto fue conducido con oficio por Roxana Romero y Marco Teruggi. Pero Héctor, el chofer de la Upec, fue quien nos llevó y nos trajo a todos los involucrados, a todas horas y por todos lados, cuidándonos, preocupándose por nosotros, si comimos, si nos hidratamos, si llegamos a tiempo. También divirtiéndose al decirle “pelotudo” a su mappinero más querido en el mundo. Héctor sabe de luchas, de los problemas de la vida cotidiana de su pueblo, de involucrarse y de la sensibilidad de un hombre nuevo. “Fue muy emocionante. ¡Lo lograron, finalmente!”. No, Héctor: “Lo logramos”, debes decir.
La vida. En pleno comando de transmisión del acto trabajó intensamente Anita Fernández. Nieta de Esther Balestrino de Careaga, Madre de Plaza de Mayo desaparecida por la dictadura militar argentina. Anita fue torturada en el vientre materno. Ella y su madre sobrevivieron y vivieron, y viven en la lucha compartida. Le diagnosticaron a los 19 años que, producto de la tortura intrauterina sufrida no podría tener hijos. Pero Anita tuvo dos hijos, que miraron el acto desde Buenos Aires, orgullosos de su mamá y de su abuela.
Con la amorosa planificación cultural de Lis Cuesta Peraza, algo inconmensurable acaba de finalizar y de comenzar en La Habana. La era está volviendo a parir un corazón que se expandirá por todo el continente.
* La transmisión del acto de cierre del Coloqui Patria y Concierto de la Buena Fe se puede ver aquí.