El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó ayer con cortar subvenciones de la ley sanitaria actual para las aseguradoras y para los propios congresistas si estos no aprueban con rapidez su proyecto de ley de salud, que el viernes naufragó en el Senado.
“¡Si la nueva ley de salud no se aprueba rápidamente, las ayudas para las compañías aseguradoras y las ayudas para los miembros del Congreso terminarán muy pronto!”, advirtió ayer en un mensaje de la red social Twitter. Y añadió, en otra muestra de su frustración por el fracaso de su ley en el Senado, que después de siete años de hablar de derogar y reemplazar (la ley de salud) los estadounidenses siguen forzados a vivir con Obamacare en colapso.
El Senado rechazó el viernes de madrugada con el voto decisivo de tres republicanos, entre ellos John McCain, una propuesta de ley para derogar parcialmente la reforma de salud promulgada en el 2010 por el entonces presidente demócrata Barack Obama (2009-2017). Los subsidios a las aseguradoras que Trump amenazó ayer con cortar permitieron bajar el precio de los deducibles, copagos y otros costes a las personas con menos recursos en el marco de la ley sanitaria de Obama, conocida popularmente como Obamacare. Por eso, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, rechazó de inmediato el mensaje del presidente. “Si el presidente se niega a hacer los pagos de la reducción de costes compartidos, todos los expertos coinciden en que los costes subirán y la sanidad será más cara para millones de estadounidenses”, señaló el demócrata en un comunicado. “Debe dejar de jugar a la política con las vidas y la salud de la gente, debe comenzar a liderar, y por fin comenzar a actuar de manera presidencial”, agregó.
Para muchos observadores, con el fracaso del viernes en el Senado se fue, al menos por ahora, casi la última esperanza de los republicanos de derogar, aunque de manera descafeinada, la reforma de Obama, su obsesión y gran promesa electoral de los últimos siete años. Sin embargo, ni Trump ni algunos senadores republicanos parecen dispuestos a tirar la toalla. “A no ser que los senadores republicanos sean unos rajados totales. ¡La (ley) deroga y reemplaza no está muerta! Pido otra votación antes de que se vote cualquier otra ley”, escribió ayer Trump en Twitter.
Un grupo de senadores liderados por Lindsey Graham se reunió con el presidente el mismo viernes para abordar la redacción de una nueva propuesta de ley que pueda recabar 50 votos. Sin embargo, los líderes republicanos tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes parecieron apostar por pasar página, asumir que deben negociar con los demócratas si quieren modificar la ley actual y comenzar su siguiente batalla legislativa: la reforma fiscal.