Por tercera vez en un año, el Ejército de Brasil se desplegó ayer en Río de Janeiro para hacer frente a la situación de inseguridad y violencia que viven en la ciudad. Cientos de efectivos comenzaron a patrullar las calles, después de que el presidente, Michel Temer, dispusiera el viernes por decreto la movilización de 10.240 miembros de las Fuerzas Armadas y policías. 

Además de los grupos de soldados armados con fusiles que ocuparon posiciones en conocidos lugares de Río como las playas de Copacabana e Ipanema, y el Parque de Flamengo, caravanas de vehículos militares y algunos blindados recorrían el sábado importantes vías como la Avenida Brasil y la Linha Vermelha. La participación de los militares en tareas de vigilancia forma parte del Plan Nacional de Seguridad para Río de Janeiro  que prevé que, hasta diciembre del 2018, la seguridad en la ciudad sea reforzada por 8.500 miembros de las Fuerzas Armadas, 620 de la Fuerza Nacional de Seguridad (cuerpo de elite integrado por agentes de todo el país), 380 de la Policía Federal de Carreteras y 740 agentes de fuerzas locales.

La participación de las Fuerzas Armadas en operaciones de orden público en Río fue autorizada en un decreto del presidente brasileño, Michel Temer, publicado el viernes en una edición extraordinaria del Diario Oficial y que responde a una petición de ayuda de la ciudad para combatir una inusitada ola de violencia agravada por una grave crisis en las finanzas públicas. 

El Comando Militar del Este, base del Ejército en Río de Janeiro, explicó en un comunicado de que la presencia inicial de los militares en las calles forma parte de un plan de reconocimiento del terreno, pero que los soldados tan sólo intervendrán en operaciones específicas. “En esta primera parte de la operación, las acciones son de reconocimiento, de ambientación en el terreno y de obtención de datos que será útiles para las operaciones futuras que serán necesarias”, asegura la nota del comando militar. El comunicado agregó que las otras operaciones en que participarán los soldados  no tienen horarios ni locales específicos, así como tampoco requieren la permanencia continuada de los militares en las calles.

Las futuras intervenciones dependerán de las informaciones que sean suministradas por los órganos de inteligencia y que permitan golpear las bandas armadas que actúan en Río de Janeiro, explicó el ministro de Defensa, Raúl Jungmann. “Cuando salgan de las calles, de aquí a algunos días, comenzará una segunda parte de la operación, que tendrá por objetivo golpear el crimen organizado y retirarle su capacidad operacional”, dijo.

La intervención militar fue solicitada por el propio gobernador de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezao. La escalada de violencia  en Río coincide con la grave crisis económica que obligó al gobernador a declarar el estado de calamidad financiera (quiebra) por carecer de recursos para cumplir las obligaciones del  gobierno. Los recortes afectaron los extras destinados a los policías y la contratación de nuevos agentes, lo que ha reducido la policia de Río  en cerca de 3.800 hombres en dos años.