El macrismo llegó al gobierno hace poco menos de un año. Desde ese momento, el rumbo político de nuestro país experimentó un giro de 180 grados. Era previsible. Somos muchos los que no nos sorprendemos, ni del programa económico que impulsa la derecha, ni de su impronta revanchista y resentida. No es para menos. Quienes ejercen el poder real en la Argentina, hoy, padecieron durante doce años la conducción del kirchnerismo en el Estado.
Y ese estado de ánimo no se debe solo a la pérdida de algunos privilegios propios durante aquellos años. Lo más irritante para estos sectores es advertir cómo el “populismo” dilapida los recursos del Estado en gente de poca monta, en mujeres y hombres que no tienen derecho a que se reconozca su condición ciudadana porque nada han hecho para merecerlo a lo largo de sus vidas.
Es común escucharlos indignarse por las jubilaciones sin aportes, por los planes para vagos, por las pensiones por hijos, por las fábricas recuperadas, por el reparto de computadoras a chicos pobres, y podríamos seguir la enumeración. En definitiva, lo que los desquicia es lo que ellos consideran “el festín populista”.
Ya se ha sobreabundado respecto del saldo que nos dejó un año de gobierno de la derecha. En síntesis, los ricos son más ricos, y los pobres son más pobres. Y el objeto de esta nota tampoco es cargar las tintas sobre la malignidad de la derecha. Solo quiero reflexionar brevemente sobre qué hacer desde la oposición para detener y superar al neoliberalismo.
Fue Cristina Fernández de Kirchner quien hace algunos meses nos dio una pista sobre qué hacer para desplazar a la derecha del Estado, al convocarnos a construir una nueva mayoría, desde un frente ciudadano plural, que incluya a todos los que defendemos intereses populares, aunque pensemos distinto. Es más, de eso se trata armar un frente político. Si se tratara de juntarnos los que pensamos parecido, se estaría proyectando un nuevo partido político.
Es decir que Cristina nos convocó a un desafío difícil: unir lo diverso, articular distintas concepciones ideológicas, hacer confluir diferentes tradiciones partidarias. Ella es consciente de que cuanto menor sea la fragmentación del campo popular, mayor será la posibilidad de superar a la restauración conservadora.
Solo tendremos éxito en este desafío si actuamos con racionalidad, sin sectarismo, con amplitud y con inteligencia. Contamos con la mejor líder popular de Argentina. Si articulamos una herramienta política-electoral adecuada para el momento histórico que vive nuestro país, no dudo de que vamos a retomar el rumbo del proyecto nacional y popular.
* Titular del Socialismo para la Victoria. Diputado durante las presidencias de Cristina Fernández y vicejefe de Gabinete de la presidencia de Néstor Kirchner.