Desde Río Grande, Tierra del Fuego
En esta ciudad se están rindiendo una serie de bellos y potentes homenajes oficiales a la poeta, artista visual y docente Niní Bernardello (Cosquín, Córdoba, 1940-Río Grande, Tierra del Fuego, 2020): una exposición antológica de su obra plástica, la publicación de su obra poética reunida, y la reinauguracion del Museo Fueguino de Arte (MFA) con el nombre de Niní Bernardello; todo organizado por la Secretaría de Cultura, la Editora Cultural y la Dirección de Museos y Patrimonio del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de Tierra del Fuego.
Conocí a Niní Bernardello en 2005, en el Proyecto Atmósferas, de la artista y gestora cultural Matilde Marín, organizado por el Complejo Cultural de Santa Cruz, en el Museo Cabo Vírgenes, frente al Estrecho de Magallanes, punto de convergencia de los océanos Atlántico y Pacífico. Ante ese paisaje deslumbrante, los invitados a aquel encuentro, desde la práctica artística, la crítica y la teoría, participamos de mesas sobre la producción y el pensamiento alrededor del arte y cultura de la región.
Como recordó Matilde Marín aquí el sábado, poco antes de la inauguración de la exposición “Nini Bernardello-Dibujando en el Horizonte” -que la tiene como curadora-, “Al finalizar las ponencias del Proyecto Atmósferas en Cabo Vírgenes, Niní tomó la palabra y leyó el poema ‘Atlántico’ que acababa de escribir en un cuaderno. Después nos contó sobre sus dibujos y pinturas”.
En aquel encuentro empecé a conocer la obra visual de Niní, y a saber un poco más sobre su obra poética, que ahora la Editora Cultural de Tierra del Fuego acaba de reunir bajo el título Oficio, (se trata de su poesía édita entre 1980 y 2019) en un solo volumen de 600 páginas, compilado por Juan Fernando García y diseñado por Fabián Muggeri (quien también diseñó el sitio web www.ninibernardello.com.ar).
La trayectoria poética de Niní Bernardello está en sus libros, aún hallables en las librerías especializadas. Sobre su recorrido como artista visual se puede contar apretadamente que se formó en la ciudad de Córdoba y en su Cosquín natal. Desde fines de los años cincuenta participó y ganó una serie de premios (en dibujo, pintura y afiches) en salones de arte. A partir de los años sesenta realizó escenografías y murales (por ejemplo, en el marco del festival folclórico de Cosquín); continuó siendo seleccionada y premiada en importantes salones y empezó a exponer su obra individual y colectivamente. A principios de los setenta quedó marcada por la visita a la Bienal de San Pablo, luego de lo cual decidió vivir un tiempo en Brasil, durante 1973 y 1974. En 1975 se radicó en Buenos Aires y trabajó en el sello Melopea de Litto Nebbia, junto al músico y a Mirtha Defilpo. Trabajó con Carlota Beitia en la realización de escenografías teatrales. Diseñó las piezas de difusión e información del Festival de Rock de Cosquín. También incursionó en el cine, en la realización de cortometrajes.
En 1981, junto a su compañera Maribé Achaga (discreta factótum de todo este homenaje), fija su residencia en Río Grande, donde a través de todos estos años produjo un enorme impacto en la educación, la literatura y las artes visuales locales. Entre otras cosas, su militancia artística fue crucial para la existencia y permanencia del MFA, fundado hace once años. El impacto de Niní Bernardello resulta evidente en estos días, en los relatos, anécdotas y situaciones contadas tanto al calor de la multitudinaria inauguración de la muestra antológica del sábado (día de su cumpleaños) en el Museo que ahora lleva su nombre; como en la presentación de su obra reunida, anteayer, por parte de Diana Bellessi, Juan Francisco García, Fabián Muggeri y Maribé Achaga.
La exposición reúne -gracias al trabajo de archivo y catalogación de Maxi López y Laura Llovera- unas setenta piezas - y lleva el subtítulo “Obra mútliple”, revelador de la capacidad de búsqueda y experimentación de la artista: pinturas, dibujos, collages, grabados, fotos, diseños (de tapas de discos de Litto Nebbia). En toda su obra se ve una técnica depurada, un trabajo minucioso con las texturas y el color; y diversos planteos alrededor de la forma que en parte la acercan a la genealogía surrealista. Allí subyacen sus recuerdos, amores, temores, paisajes -entre otras evocaciones-, transformados en figuras, colores, estampas y montajes.
Diana Bellessi recuerda en un texto incluido en la obra poética reunida -que reproduce lo que leyó en la presentación del último libro de Bernardello, Atardeceres marinos, en Buenos Aires, en febrero de 2020-: “Éramos adolescentes cuando nos encontramos un verano en Cosquín y la voz de la Negra Sosa en el Festival de Folklore selló nuestra amistad para siempre. Bernardello estaba tocada por el expresionismo y yo por el romanticismo del siglo diecinueve. El aura dorada y oscura del expresionismo romántico roza todas las páginas de este libro, quizás uno de los más hermosos que escribiera la autora. Para oírlo, para verlo. Como dice Juan Fernando García, repitiendo el último verso de un poema de Nini: es "mítico, irreal, antiguo”.
La frase que da título a la exposición está tomada de un poema de N.B., quien escribe sobre su poética en dos fragmentos -tomados de Oficio-: “Durante años, alternativamente, pinté, dibujé, hice fotografías y escribí poesía. (…) Como en el arte de la cartomancia, elegir unas cartas y no otras, conferirán a estas nuevos sentidos y significaciones”.
La exposición antológica en el Museo Fueguino de Arte Niní Bernardello, sigue hasta mediados de mayo.