Tres frases sonaron como principios. Una: “Hay que hacer lo que se debe hacer”. La otra: “Bien por haber fundado un observatorio, porque un observatorio observa, actúa y difunde”. Y la tercera: “La suerte no se encuentra, se busca”. Así fue como el ex juez español Baltasar Garzón participó de la sesión inaugural del Observatorio Memoria y Justicia en la Universidad Nacional de La Plata.
El nuevo organismo será dirigido por el juez de la Cámara Federal de Casación Penal Alejandro Slokar, que también es titular del primer tramo de la cátedra de Derecho Penal. Y funcionará dentro de la Facultad de Derecho. El decano es Miguel Berri.
Durante la ceremonia los oradores y la oradora, la ex fiscal del Estado español Dolores Delgado, no parecieron haber tenido tiempo de darse vuelta para leer un texto en cursiva pintado sobre la pared del aula del quinto piso. Pero desde el público se veía perfectamente, y hasta había tiempo de copiarlo. Es éste: “Ya veis que no soy pesimista ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota ninguna. A mí no me ha derrotado nadie. Aunque así hubiese sido una derrota solo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa”. Las palabras son de Joaquín Víctor González, el político riojano nacido en 1863 y muerto en 1923. Periodista, gobernador de su provincia, abogado, ministro del Interior, fue un conservador reformista que fundó la Universidad de La Plata y fue designado su primer rector.
Con esas palabras detrás es que se produjo un hecho raramente pluralista en la Argentina de hoy, incluso en un ámbito académico como la UNLP.
Berri es de extracción radical. A poco de cumplir 20 fue el enlace platense de la Conadep, la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas que investigó el terrorismo de Estado y entregó su informe al presidente Raúl Alfonsín en 1984.
Slokar llegó a la Casación a propuesta de Cristina Fernández de Kirchner cuando era presidenta.
“Hay que enfrentar al poder”, dijo Berri al hablar de la justicia y la memoria. “También al poder económico.” Y agregó: “Hay que tener mucho coraje y valentía”.
Dolores Delgado contó su vida de fiscal, que lleva 33 años. “Enfrenté criminalidad organizada, terrorismo, corrupción, pero lo que más marcó mi vida fueron los derechos humanos”, dijo. “Los derechos humanos se han convertido en el motivo de mi trabajo. Una vez que encuentras este camino y lo entiendes, lo vives. Es una perspectiva, como lo es la perspectiva de género o luchar por los vulnerables.”
Contó Dolores que en 1996 la Unión Progresista de Fiscales, que integraba, presentó una querella contra las Juntas Militares de la Argentina, luego de que aquí hubieran pasado la Obediencia Debida, el Punto Final y el indulto de Carlos Menem, que un juez, Baltasar Garzón, la aceptó. Tanto la querella como el juez se basaron en la jurisdicción universal, que permite y hasta obliga a un Estado a juzgar al autor de un delito sin que interese dónde se cometió ni la nacionalidad de la víctima o de su autor.
Garzón fue juez hasta 2012, cuando lo cesó la persecución franquista. “Cuando me querellaron, el juez dijo que yo quebrantaba el principio de legalidad porque interpreté que la ley de amnistía de 1977 no impedía investigar”, recordó ante una audiencia que incluía a los jueces federales con sede en La Plata Alejo Ramos Padilla y Ernesto Kreplak, a la jueza Karina Yabor, a la integrante de la Unidad Fiscal de La Plata creada para casos de lesa humanidad Ana Oberlin, al fiscal de Estado Hernán Gómez, al dirigente de HIJOS Charly Pisoni y a Fabián Salvioli, que en la ONU es el relator especial sobre la Promoción de la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de No Repetición. “Dije yo que el derecho internacional está por encima en crímenes de lesa humanidad, pero entonces aquello supuso mi suspensión y enjuiciamiento”, explicó Garzón.
La UNLP le dio a Garzón el primero de sus treinta doctorados honoris causa. Narró este andaluz de 67 años nacido en Jaén que en La Plata su amigo Hugo Cañón le dio una de las sorpresas más lindas de su vida. Había invitado, para que los dos se conocieran personalmente, a Juan Guzmán Tapia, el juez chileno que fue el primero en procesar al dictador Augusto Pinochet tras su detención en Londres por orden de Garzón, en 1998.
Cañón, ya fallecido, fue el primer fiscal que declaró ilegales las leyes de impunidad cuando era fiscal de Bahía Blanca. A él le concedieron el honoris causa en La Plata de manera póstuma. Garzón le rindió homenaje a Cañón por su espíritu colectivo de colaboración. "Sin eso, y sin las iniciativas que venían desde los organismos de derechos humanos, no se hubiera podido trabajar con tanta profundidad para perseguir los crímenes de las dictaduras."
En este clima fue que Slokar remarcó que ni la UNLP ni la jurisdicción platense, donde operaron las fuerzas de Ramón Camps y fueron condenados el comisario Miguel Etchecolatz y el sacerdote Christian von Wernich, “pueden ser ajenas a lo que se relaciona con las violaciones a los derechos humanos del Estado terrorista”. Advirtió que “nada está consolidado para siempre”, y recordó la fuerza popular que “llevó a millones a las plazas contra el dos por uno”. Después resumió así las funciones del observatorio: “Justicia de verdad con memoria”.