“Soy la nieta de Luis Cervera Novo”, dice una muchacha de remera blanca y anteojos oscuros que está parada cerca de la esquina de Gregorio Pomar y Chiclana, en el barrio de Nueva Pompeya. Es Mariana Cervera Novo y lleva muchos años buscando saber qué pasó con su abuelo, un militante del Partido Comunista (PC) que fue secuestrado con otros seis camaradas el 20 de mayo de 1977 a la salida del local de la avenida Callao. Para Mariana y los otros familiares, son más de 45 años sin saber qué había pasado con los suyos. Una respuesta asomó cuando el juzgado de Daniel Rafecas identificó la tercera base que regenteó la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) durante los primeros tiempos de la dictadura. Hacia ese galpón se acercaron vecinos, organismos de derechos humanos y organizaciones políticas para colocar una baldosa que señalice que, detrás de esa cortina de metal negro, funcionó uno de los centros clandestinos del terrorismo de Estado.
A finales del año pasado, Rafecas informó que había localizado el tercer campo de concentración que funcionó bajo la dirección de Aníbal Gordon, un matón que prestaba servicios criminales para la SIDE. La banda de Gordon había operado en los primeros meses de 1976 en una casa ubicada en la calle Bacacay –que fue identificada en 2020– y después se mudó a Automotores Orletti, que estaba en la misma manzana del otro centro clandestino.
Después de que una pareja se fugara de Orletti, la banda de Gordon debió buscar un nuevo lugar para continuar con los secuestros. Para febrero de 1977, ya estaba instalada en la base Pomar, ubicada al 4171/73 de esa calle.
Según se pudo reconstruir, el grupo Gordon secuestró a siete militantes del PC en la tarde del 20 de mayo de 1977. Entre ellos estaban Cervera Novo, Carmen Candelaria Román, Ricardo Gómez, Cesáreo Arano, el diputado Juan Carlos Comínguez, Miguel Lamota y Miguel Prado. Solo Comínguez, Lamota y Prado sobrevivieron.
Durante largos años, se supo que la banda de Gordon había tenido una base en Pomar y Chiclana, pero no se conocía la dirección exacta. Para ubicarla fue clave un teléfono que había aportado uno de los represores de la SIDE –César Albarracín–. El hijo de los dueños del galpón confirmó ante la justicia que había estado alquilado, que los inquilinos desaparecieron de un día para el otro y que el ejército levantó todo lo que había quedado ahí adentro en un operativo bastante ostentoso.
Mariana contó que su abuela falleció en 2004 pensando que su marido había estado secuestrado en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Su familia y las otras familias de los militantes del PC fueron pista tras pista para saber dónde podrían haber sido llevados.
“Hoy siento que es una manera pequeña de reparar, de sanar, de estar acá. Mi abuelo nunca pudo volver a conocer toda esa gran familia que se formó; Carmen no pudo volver a estar con sus hijos; Ricardo tampoco pudo volver a su sobrina con la que jugaba ajedrez y Juan Cesáreo Arano tampoco pudo volver con su mujer Zulema. Pero nosotros hoy estamos acá para no olvidarnos de ellos, para juzgar y que se haga justicia”, dijo.
“Llegar justo este año, con los 40 años que se cumplen con la democracia ininterrumpida, a señalizar este lugar nos da una caricia al alma, aunque sabemos que esto recién empieza”, añadió.
Entre quienes la escuchaban estaba Fernando, uno de los hijos de "Carmencita" Román, que apuntó a la coordinación regional de la que la SIDE era parte como parte del Plan Cóndor.
Por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de la SIDE, Rafecas detuvo a fin de año a Patricio Finnen, Albarracín, Luis “Pinocho” González, Hugo Carlet y Rubén Escobar. Además, ordenó la captura internacional de Daniel Cherutti, un exintegrante de los servicios de inteligencia que se encuentra viviendo en Italia.