Las sobrevivientes de la ESMA Ana María Isabel Testa y Ana María Martí aseguraron que el represor de la Armada Adolfo Donda tenía conocimiento de que su cuñada, María Hilda Pérez, estuvo secuestrada y parió en el centro clandestino de detención a Victoria, su segunda hija, quien fue apropiada por Juan Antonio Azic, otro represor de la patota. Estas ofrecieron datos de la presencia de Pérez, embarazada, en “Capucha”, el sector de cautiverio del Casino de Oficiales donde la Marina instaló un campo de concentración durante la última dictadura cívico militar, y también en la “habitación de las embarazadas” de aquel sitio. Pero, además, confirmaron que “Palito” o “Jerónimo”, como los cautivos lo conocían a Donda, participaba de secuestros y torturas y tuvo contacto con la mamá de la exdiputada Victoria Donda Pérez.
No es la primera vez que Testa y Martí declaran en el marco de los juicios de lesa humanidad que se llevan a cabo en el país contra los represores que violaron sus derechos humanos y los de otras decenas de miles de personas durante el terrorismo de Estado. Ambas fueron testigos en el Juicio a las Juntas y sumaron sus relatos tanto a la instrucción judicial sobre los crímenes de la ESMA como a los debates orales que la repasaron. En esta ocasión, sus relatos fueron transmitidos por el medio comunitario La Retaguardia.
“Quisiera que Victoria pudiese tener justicia y vivir con más claridad, nada más”, comenzó Testa su declaración, el primero que se oyó el lunes por la mañana, en el marco de la décimo primera audiencia que se desarrolla del juicio contra el represor Adolfo Donda, acusado por la apropiación de su sobrina biológica. La mujer fue secuestrada en noviembre de 1979, trasladada, torturada y mantenida cautiva en la ESMA hasta marzo de 1980.
Si bien su estadía no coincidió con Pérez en el campo de concentración, contó que el hecho de su vínculo con uno de los represores del lugar era tema de comentario entre los cautivos. Ella, que sabía quién era “Palito” porque fue uno de los que la secuestró y la torturó –luego le pondría “nombre y apellido gracias al archivo Basterra”, dijo, en relación a las fotos rescatadas del terror por el sobreviviente Víctor Basterra–, oyó a “los (sobrevivientes) más viejos que decían ‘ah sí, porque Palito tenía un hermano que desapareció y su esposa tuvo a su bebé acá”, testimonió Testa.
Detalles
Luego fue el turno de Martí, una de las exdetenidas que tuvo contacto con las mujeres embarazadas del campo de concentración. A ella la mencionó explícitamente el represor Donda durante su indagatoria, como una de las dos mujeres –la otra era Sara Solarz de Osatinsky– que “trabajaban” para la patota y que supuestamente, durante una entrevista que mantuvieron con él, no le contaron sobre Pérez.
“Son totalmente mentiras”, insistió Martí en más de una ocasión durante su testimonio del lunes. “Estando en la ESMA me sentí totalmente usada: en la tortura, cada vez que alguien estaba nervioso y me insultada, en la pecera obligada a usar mi materia gris. Y ahora estoy sintiendo en que el señor Donda me vuelve a usar para defenderse”, denunció al cierre de su exposición, antes de pedir a “los jueces del tribunal que tomen a conciencia sus decisiones”, en relación a los beneficios que están siendo otorgados a genocidas condenados por crímenes como los que ella, Testa, Pérez, Victoria Donda y otros cientos de miles de personas sufrieron en manos de personas como el exoficial bajo juicio. “Esas decisiones pueden tener consecuencias graves, los sobrevivientes y familiares de desaparecidos, los chicos que fueron encontrados, ya tuvimos nuestra cuota de dolor y nuestra cuota de miedo”, sumó.
El que debería sentirse con cierto temor, en realidad, es Donda. Ya que el testimonio de Martí fue firme y desmintió en gran medida la hipótesis con la que el acusado llegó a debate: que él sabía de la militancia de su hermano José María y de su cuñada, que les advirtió lo que podría pasarles, que no supo de la estancia de ella en la ESMA ni de su parto; tampoco de su apropiación por parte de “Piraña”, como se lo conocía a Azic.
Recuerdos de Cori
Martí dijo que compartió cautiverio en la ESMA con unas 16 embarazadas. Mencionó a varias y dijo que “de todas, la única que sobrevivió es Silvia Labayrú”, quien iba a declarar este lunes, pero por cuestiones de agenda del tribunal su testimonio fue pospuesto. A la mamá de Victoria, dijo la testigo, la vio unas “10 veces, visitas cortas”, contó.
Recordó que a María Hilda "Cori" Pérez “la trajeron” a la ESMA “más o menos en mayo” de 1977. “Muchos sobrevivientes la vieron en capucha, yo la ví muchas veces en la habitación de las embarazadas”, apuntó. La describió como “una mujer de carácter, muy comunicativa, hablaba mucho. Nos (usó el plural porque eran varias las cautivas que cuidaban de las embarazadas) dijo su nombre el de su marido, que un cuñado de ella y hermano de su marido era un oficial de Marina”.
La testigo aseguró que Donda supo que “Cori” estaba en el centro clandestino. Lo vio hablar con ella. “Yo calculo que a fines de junio o julio, Victoria no había nacido, en la pieza (de las embarazadas) estaba otra embarazada, Iris García, estábamos sentadas en una cama y en eso se abrió la puerta y se asomó un oficial de Marina con traje blanco de esos de gala. Inmediatamente María Hilda se levantó, fue hacia la puerta y mantuvo un diálogo de poquísimos minutos con el hombre. Volvió y nos dijo: ‘es mi cuñado Donda, me quedo más tranquila ahora'”, relató. Martí aseguró que “todo el mundo en la ESMA sabía que había embarazadas”, una afirmación que atenta contra la versión del acusado de “no saber”.
Martí no asistió al parto de Pérez, pero supo por Osatinsky que sí lo hizo (Lidia) Vieyra, algo que, para ella, sucedió en agosto del 77. Días después vio a "Cori" con su bebé en la “piecita”, pudo tener a Victoria en brazos. “Cori se quedó un tiempo bastante largo, 10 o 15 días. Un día Sara (Osatinsky) fue a la pieza y no estaba más. La nena se quedó uno o dos días más al cuidado de otras embarazadas, Cecilia Viñas, María Jose Rapela, quizá Graciela Tauro. No supimos nada más de ella”, completó.
Planteos violentos
Antes de que el Tribunal Oral Federal número 6 despidiera a la sobreviviente, el defensor de Donda solicitó un careo entre el acusado y Martí debido a la “contradicción” sobre encuentro entre él y la mujer, en plena dictadura, durante su cautiverio, amenazada. “Quiero anticiparme a la misma monserga de la revictimización que van a plantear como argumento” para rechazar su pedido, dijo “Recordemos que esta señora es una testigo, no es víctima de los hechos en este juicio”, apostó.
La Fiscalía se opuso: “Acá hay una persona que bajo juramento de decir verdad que dice que aquel hecho nunca ocurrió y por el otro, un imputado que dice que sí sin ninguna corroboración. La testigo es víctima de la ESMA, no podemos permitir” un careo. La querella de Abuelas de Plaza de Mayo adhirió al rechazo. Los jueces no definieron.