Un banco en la vía pública con divisiones que impiden que alguien se acueste, una fuente con bordes en los que no te podés sentar, piedras afiladas debajo de una autopista, un zaguán bajo el cual es imposible refugiarse de la lluvia o de los más de 40 grados de temperatura porque está bloqueado. Son todos ejemplos de arquitectura hostil en el espacio público. Una forma no muy sutil de negarle a la ciudadanía el uso de la vía pública.También es una forma de negarle un mínimo refugio a las personas en situación de calle.
En enero Brasil aprobó la Ley Padre Julio Lancellotti que prohíbe instalar este tipo de diseño en las ciudades. En paralelo, el presidente Lula da Silva relanzó un programa de vivienda que prioriza entre sus beneficiarios a las personas en situación de calle.
Lancellotti es un sacerdote reconocido por su militancia por las personas en situación de calle. En 2021 fue personalmente con un mazo a romper los adoquines y
piedras afiladas que había colocado la alcaldía de San Pablo debajo de un
viaducto de la ciudad.
Hace poco el presidente de Colombia, Gustavo Petro, compartió un hilo de Twitter con imágenes que ejemplifican lo que hace la arquitectura hostil con el espacio público. Para el mandatario colombiano se trata de “la construcción de la ciudad segregada y hostil” y apostó por un “urbanismo contemporáneo” que termine con estos elementos.
Alejandro Csome es arquitecto por la Universidad de Buenos Aires y a través de sus redes sociales se dedica a bajar a tierra conceptos de arquitectura. Csome distingue algunos usos que se le da a la arquitectura hostil: la que se encarga de atacar a la gente que está en situación de calle y la arquitectura hostil que se encarga de atacar los usos urbanos indebidos entre comillas. "No sé si es indebido que una persona se siente en un zaguán o en el umbral de una ventana cuando la ciudad en realidad no tiene bancos", afirmó.
- ¿Qué origen tiene lo que hoy conocemos como arquitectura hostil?
Alejandro Csome: Uno de los elementos urbanos databa de principios de 1800 que eran unos muros que se hacían con una inclinación en el encuentro de dos muros a 90 en capillas, iglesias, edificios gubernamentales o céntricos en donde mucha gente orinaba.
Ahí es donde podemos entender una dimensión útil de la arquitectura hostil que es en realidad para que una persona no dañe un inmueble o las paredes de un edificio.
- ¿Cómo definirías la arquitectura hostil?
AC: Hay dos ramas para analizar acá. Una es la arquitectura que es hostil per se, que no apunta a la mejora de la vida humana en ninguna de sus variables. Podría llamarse arquitectura hostil a mucha de la producción de vivienda que hoy se hace en muchas ciudades del mundo.
Pero como se la conoce hoy, la arquitectura hostil o el diseño hostil, trata de persuadir al uso de ciertos elementos urbanos. Es una arquitectura que se piensa para evitar que la gente se apropie de esos lugares por una necesidad imperiosa que es la de encontrar un refugio ante la lluvia o ante el frío. Se podría definir como una operación de diseño que busca evitar que se produzca en la ciudad un efecto de un problema mayor: la gente no tiene cómo acceder a la vivienda o donde pasar una noche.
Después hay otro nivel de arquitectura hostil que busca evitar ciertos tipos de comportamientos que no son queridos por la gente que posee ese lugar. Por lo general, si uno no quiere que la gente se siente en su vereda entonces pone bulones o no quiere que en el umbral de la puerta se junte gente a hablar, entonces hace alguna operación de diseño para que eso no suceda.
Dependiendo de cuál sea el problema mayoritario en el sector de la ciudad o país que se use vamos a determinar si es que está apuntado a evitar que la gente en situación de calle encuentre un mínimo refugio o si está más por el lado de evitar situaciones urbanas que en muchos casos son normales, como que la gente se junte y se siente en algún lugar.
No sé si es indebido que una persona se siente en zaguán, en el umbral de una ventana cuando la ciudad en realidad no tiene bancos. Si querés que la gente no se siente en los umbrales de las puertas de una casa en realidad lo que tenés que hacer es una política activa de infraestructura para sentarse en la ciudad.
- ¿Qué hace la arquitectura hostil con el espacio público?
AC: Creo que la arquitectura hostil hoy en el espacio público lo que termina por hacer es cercenar un montón de usos de las cosas que quizá no son los usos tradicionales en una ciudad. Por ejemplo, si una persona quiere evitar que la gente se siente alrededor de una fuente va a hacer que el borde de esa fuente sea de una forma determinada. Si querés evitar que la gente se meta vas a evitar que la gente se siente al costado de una fuente.
Entonces lo que terminás haciendo con el espacio público a través de la arquitectura hostil definitivamente es empeorarlo más allá de que evites que con esa operación mucha gente se junte en una plaza a usarla como entre comillas no se debe. Pero se termina conformando un sentido de cómo se debe usar el espacio público a través de un diseño punitorio, preventivamente punitorio. Cuántas historias habrán surgido por sentarse a hablar en un zaguán. La arquitectura hostil frena que todas esas cosas sucedan en una ciudad.
El espacio público es un lugar donde hay roces, choques, hay malestar, cuando por ejemplo una persona dice yo en el pasto me voy a acostar sin manta y otros usan mantas, algunos clavan una sombrilla, otros abren una reposera y otros apoyan un parlante. Nunca se va a delimitar el uso consensuado del espacio público si ese uso no se da, entonces yo creo que la arquitectura hostil termina delimitando cual es el comportamiento en un espacio público y lo hace sin ningún tipo de consenso. El único consenso que hay es el de la persona que dice ’acá no va a suceder esto’.
La arquitectura hostil termina deformando con cierto interés el uso del espacio público. Yo no soy tan partidario de eso a nivel personal y de forma subjetiva. Soy más partidario de que el espacio público se regule con el propio uso de las personas. Si después consensuamos que de 100 mil personas que pasan por una plaza dos la usan mal y afectan la vida de 50 mil bueno vamos a regular el uso de esas dos personas. Pero si no termina por suceder me parece que debería de regularse de forma colectiva.
- ¿Creés que en Latinoamérica hubo un auge de este tipo de elementos de arquitectura hostil en el espacio público? ¿A qué tipo de política urbana responde?
AC: Creo que hay un problema creciente en las grandes urbanizaciones de gente en situación de calle, gente sin casa, que deambula por la ciudad y que su ecosistema es la vía pública. Quizá se ve en ciudades como Nueva York en su máxima expresión. Conformar una resolución a través de la operación de lo que hoy se llama arquitectura hostil es como no hacerse cargo del problema. Es en definitiva correrlo hacia lugares donde no hay arquitectura hostil.
Una persona que quiera acostarse en un banco va a recorrer hasta encontrar un banco en el que pueda acostarse o un pequeño balcón para refugiarse de la lluvia. Entonces no estoy resolviendo el problema de fondo que plantea la existencia de la arquitectura hostil que es básicamente que la gente no puede acceder a la vivienda o que su vida transcurre en la vía publica, en la mayoría de los casos no es por elección.
Responde a correr este problema a que se haga cargo otra esfera, porque uno podría tranquilamente plantear situaciones desde el urbanismo y desde la arquitectura para tratar de resolver este problema pero evidentemente se prefiere correr el problema hacia otro lado con estas operaciones momentáneas. Y no contempla a las personas en situación de calle.
- ¿Qué pensás de medidas como la Ley Padre Julio Lancellotti en Brasil? ¿Podrías mencionar algunas medidas crees que puedan mejorar el espacio público?
AC: El tipo de medidas como de prohibir por ley tampoco termina de resolver el problema. En Finlandia hay una política de viviendas por ejemplo en las que se dio viviendas gratuitas para personas que no podían acceder a la vivienda y estaban en situación de calle.
Lo que terminó sucediendo es que un gran porcentaje de las personas a las que le dieron vivienda terminaron por reinsertarse en la ciudad y de una forma consolidada.
Prohibir la arquitectura hostil no va a hacer que una persona en situación de calle deje de dormir en el hall de un banco o en las escalinatas de un lugar para cubrirse del frío o la lluvia. Creo que saber identificar el problema central de porqué la gente está en la calle es lo que te va a llevar a fabricar una buena ley o política.