El deterioro de la balanza comercial continuó en febrero. Aunque el saldo fue superavitario en 182 millones de dólares y contrastó con el déficit registrado en enero, se trata de uno de los resultados más bajos para el período.
Se acentuó la caída de las exportaciones, que en su conjunto mermaron 18,9 por ciento respecto a igual mes de 2022. En esta oportunidad, la caída fue generalizada en todos los rubros, no sólo productos primarios fruto de la sequía. Las importaciones acompañaron el derrape, con una caída de 10,4 por ciento que permitió contener el resultado general.
Las exportaciones totalizaron 5.230 millones de dólares. Al igual que en enero, la menores cantidades vendidas de productos primarios no pudieron ser compensadas por el alza en los precios, de modo que el rubro anotó una baja de 33,6 por ciento interanual en valores. El trigo continuó computando las mayores pérdidas: se exportaron 686 millones de dólares menos que en febrero de 2022. La sequía se hizo sentir con fuerza por tercer mes consecutivo.
También retrocedieron las ventas en los otros rubros. Las manufacturas de origen agropecuario (MOA) retrocedieron 16,4 por ciento, explicadas principalmente por menores despachos, y las de origen industrial cayeron 14,4, revirtiendo la tendencia observada en enero. Entre las MOA, sobresalieron las pérdidas por menores ventas de harina y pellets de soja, con 352 millones de dólares abajo de igual mes de 2022, y el biodiesel, con 258 millones menos. También se exportó menos carne bovina y cebada.
Por el lado de las MOI, la variación se debió fundamentalmente a menores ventas de productos químicos y conexos. Por último, las exportaciones de combustibles y lubricantes se mantienen en valores similares a 2022, en torno a los 700 millones de dólares, básicamente por petróleo.
Por el lado de las importaciones, se profundizó la tendencia a la baja de los últimos meses y en febrero totalizaron 5.048 millones de dólares, cifra que contrasta por ejemplo con los 7.800 millones mensuales promedio durante el segundo trimestre de 2022. Si bien medidas en cantidades la caída se dio en todos los grupos, fue más aguda en el caso de combustibles y lubricantes y bienes de capital. Las primeras cayeron 36,7 por ciento, acusando menores requerimientos internos, mientras las segundas mermaron 22,4 en igual comparación.
Los precios de importación de combustibles estuvieron 10,2 por ciento arriba de los registros de 2022, una variación bastante menor que el 56 por ciento registrado el año pasado. Computadoras y teléfonos explican el grueso del descenso de las importaciones de bienes de capital.
Por su parte, las compras de bienes intermedios retrocedieron 7 por ciento interanual medidas en cantidades. Las quejas de las empresas por el apretón de las divisas se concentran en este tipo de bienes, cuyas importaciones cayeron por sexto mes consecutivo en febrero de 2023, a un ritmo promedio de 10,3 por ciento mensual en cantidades.
En tanto, las compras de bienes de consumo se retrajeron a una tasa del 6,7 por ciento interanual, mientras que las importaciones vinculadas con el complejo automotriz cayeron comparativamente menos: en vehículos finales la merma fue de 5,9 por ciento interanual en febrero y en piezas y accesorios, de 0,9 por ciento.
Esta performance de las importaciones es favorable desde el punto de vista exclusivo del balance externo, dada la abultada caída que acusan las reservas internacionales: la pérdida fue de alrededor de 3.200 millones de dólares en enero, 2.700 millones en febrero y unos 1.100 millones en lo que va de marzo.
Si bien el ministro de Economía consiguió renegociar las metas de acumulación de reservas con el FMI para este año, la escasez de divisas se está traduciendo en presiones cada vez más sobre los tipos de cambio paralelos.