"¿Cuántas veces puede uno brillar en la vida? ¿Una? ¿Dos? Nosotros acá estamos brillando" dice Valeria Lois con los ojos quebrados, mirando al público y hablándole a ese varón que no quiere entregarse a la magia del amor con ella. Su voz se amplifica en el escenario bajo el texto de Precoz, la novela de Ariana Harwicz llevada al teatro con la adaptación de Juan Ignacio Fernández y la dirección de Lorena Vega. Un equipo al servicio de una obra vertiginosa, como los autos que miran "patinar girar y volcar" con su hijo, interpretado por el actor Tomás Wicz. Es ahí, en esos márgenes de un mundo que los ignora y aparta donde viven su pequeña épica: la del amor malsano.
¿Cómo es interpretar a este personaje tan exigido desde la actuación y desde el texto, que habla de la maternidad, del amor romántico, de la pasión y de la violencia?
--Todavía siento que estoy en una especie de nebulosa, que me viene bien para actuar la obra. Prefiero no tener una comprensión total de todo lo que tengo que hacer porque me parece que incluso los personajes de la obra tienen algo de eso: hay algo que no está lúcido en esas cabezas. Algo de esa exclusión, de la mala fortuna de ser unes caídes del mapa que los mantiene en una marginalidad en donde no terminan de decidir o de entender lo que hacen o lo que les pasa. Como que las moscas se comieron el pan y un día golpean la puerta y es una asistente social porque la semana anterior se mandaron una en la calle, como que todo los va sobresaltando y al mismo tiempo hay algo del afuera que los hace reaccionar pero de una manera que no es premeditada, pensada o intelectualizada: son puro impulso.
Fuiste dirigida por Lorena Vega, tu coequiper de escena de La vida extraordinaria y una artista que no para de producir (Imprenteros, Las Cautivas) ¿Cómo fue este proceso y que descubriste vos en este camino nuevo con ella?
--Las dos teníamos un poco de miedo de hacerlo, de que al abrir este portal nos metiéramos en un terreno escabroso, porque hasta ahora, digamos, la amistad atravesó situaciones en las que las dos tuvimos que actuar juntas, pero no sabíamos cómo iba a ser estar en estos nuevos roles y la verdad es que estuvo buenísimo. Fue para mí súper enriquecedor: yo sentí que el ritmo de los ensayos y la situación fue un poco desbordante porque decidimos acelerar los tiempos para poder tener la obra y estrenarla. Fue todo bastante rápido. Además en un verano muy particular porque las dos teníamos trabajo y viajes y otras cuestiones, pero tengo una sensación muy agradable del proceso.
¿Podrías describirla?
--No solo agradable en el sentido de que fue divertido y había buen clima, sino que sentí que cada ensayo me hacía un poco mejor persona, como que me calmaban un poco la neura e incluso cuestiones de la vida. Los ensayos coincidieron con el momento en el que cumplí 50 años y con otra serie de cuestiones que tenía que resolver y lo que parecía algo que estaba ahí en el medio y que no sabía muy bien cómo iba a acomodar terminó siendo algo que acomodó todas las otras cosas. Y eso tiene que ver mucho con Lore y con todo el equipo de Precoz (Mechi Aranda, la asistente de dirección y todo el equipo que la hace). Había algo de lo que compartíamos en el ensayo y de la claridad de Lore para transmitir tranquilidad y confianza, que es algo que a las actrices o por lo menos a mí en los procesos de ensayo se nos diluye por completo.
Lo disfrutaste...
--No soy una persona que en general disfrute de los procesos, o sea los conozco, aprendí a lidiar con eso, pero el ensayo me resulta algo complicado de atravesar. Esta obra es complicada y estuvo buenísimo y tuvo mucho que ver con la claridad y la seguridad con la que dirige Lore, que valoró que podíamos hacerlo. Quizás es interesante pensar que desde el amor y desde la seguridad que te transmite otro no es necesariamente porque te esté todo el tiempo sobando el lomo, sino que incluso te habla de otras cosas como de tus defectos más puntuales, te remarca o te señala esas cosas que tal vez con menos confianza o con menos años de conocerse otro director no se atreve a decirte o no sería capaz de decirte o no sabe que es por ahí. Más allá de lo que pase con la obra en el sentido del público o del éxito o lo que sea, hay algo que yo ya aprendí con Precoz y está buenísimo.
¿Sentís que este personaje se toca en algún punto con el de La mujer puerca (obra de Santiago Loza y dirección de Lisandro Rodróguez) donde también encarnás a una mujer fragilizada por ciertas situaciones de vida muy duras?
--En algún punto puede ser, hay algo que el personaje de La mujer puerca atraviesa desde la no intelectualización que me parece que sí. En Precoz me parece que ella quizás pretendió y pretende algo más en su vida (hay algo interesante y es que ninguno de los dos personajes tienen nombre), hay un lugar al que ella perteneció, que ahora ya no tiene y en el caso de La mujer puerca nunca tuvo, nunca lo conoció, no hubo ahí mirada, amor, dedicación. Siento que La mujer puerca estuvo siempre de rebote en rebote en la vida y que la de Precoz tuvo algo que perdió y desde ahí atraviesa este presente.
En este momento también se puede verte en División Palermo, en un rol despopilante como Ministra de Seguridad. Vas de la comedia al drama, ¿dónde te sentís más cómoda?
--Es totalmente distinto, el de División Palermo es un personaje que cuenta más a través de esas interrupciones e interferencias en las que ella aparece y ese nivel de torpeza para decidir cosas y para manifestarse que viste si hubiera tenido largas escenas, donde pudiera desarrollarse o donde se la viera atrás de un escritorio dando órdenes y bajando línea. Me resultó muy interesante hacerlo en esa interrupción. Fui en un plan de hacer una pequeña participación y aportar mi pequeño grano de arena en una cosa que está súper pensada y armada por la cabeza de otras personas geniales y sé que mi aporte tiene que pegar en una tecla que ni siquiera tiene que ser efectiva o tiene que tener un remate, sino que tiene que tener una frecuencia que haga que eso funcione en ese producto. En Las siamesas, La mujer puerca, Precoz o incluso Aurora Cruz en La vida extraordinaria los personajes están más armados con el barro de la vida, del sufrimiento, del aprendizaje, de la capacidad de humor que una tiene para leerse a sí misma, algo del patetismo que para mí es muy necesario en la actuación, como despojarse de todo escudo, poder estar frágil de estructura como para poder moverte para distintos lados y someterte también a las cuestiones que esos personajes te piden. No querer ser la heroína, ni la mejor, ni la más inteligente, ni la que tiene la palabra justa: a mí me gusta siempre estar un poco perdida.
¿Para poder dejarte encontrar por el personaje?
--Claro, porque un poco te dejás encontrar por el personaje y también hay algo de eso que lo identifica con la gente, como algo más real. La vida es tan imperfecta y siempre se da todo junto: te estás separando y tocan el timbre y es Mercado Libre que te trae un paquete de algo que te compraste, no es que hay un momento para separarse, otro para recibir cosas de Mercado Libre y así: se juntan lo gracioso y lo trágico, siempre está todo mezclado. Entonces me parece que cuando una deja que esas fuerzas actúen al mismo tiempo produce algo con lo que la gente se siente, no sé si identificada, pero hay algo que le suena.
¿Sentís que te surgieron más oportunidades en el teatro ahora últimamente?
--Capitalizo unas cinco obras en las que siento que pude actuar todo lo que quería y eso es un montón. Precoz para mí es una segunda oportunidad porque tuve una primera oportunidad de hacerla en un momento pre pandémico en el que el proyecto arrancó y dije que no porque me parecía que estaba haciendo muchas cosas y que esa obra precisaba de una actriz que pudiera realmente entregarse a transitarla y ahora se volvió a presentar la posibilidad porque Julieta (Díaz) dejó de hacerla y casi que te diría que siento que es mejor, como que tuve que pasar por esa situación para poder hacerla ahora.
En relación a las propuestas teatrales, después de la pandemia Buenos Aires es un faro en el teatro latinoamericano (lo era antes también pero ahora está en su mejor momento) ¿Es el teatro un lugar seguro para divertirse y para pensar? ¿Pensás que la gente lo elige tanto por eso?
--Siento que nosotros realmente tuvimos la sensación, cuando empezó el aislamiento, de que no iba a volver más el teatro: no sabíamos cuándo íbamos a volver todos a la vida, no había vacunas, no se sabía cómo íbamos a transitarla. Durante mucho tiempo tuvimos miedo de que la gente no volviera más al teatro, que ir al teatro, estar sentado en un lugar una cantidad de horas al lado de otros ya no fuera algo posible, entonces cuando hubo que salir a hacer funciones y eran para 30 personas entendimos que había que resistir, que había que ir aunque quizás no era económicamente lo que más nos convenía, pero que lo teníamos que hacer porque sino podía perderse. Parece exagerado ahora, pero de verdad que teníamos esa sensación aunque estaba el streaming y los actores actuábamos cada uno en nuestras casas: era un delirio que por supuesto no critico. Este lunes salimos de hacer La mujer extraordinaria con la sala casi llena y cuando salíamos había unas chicas de 20 años, futuras actrices preguntándome cosas y unas señoras de 70 y pico agradeciéndome y diciendo que hacía mucho que no veían algo tan lindo. Me parece que hay una cantidad de oferta y una cantidad de público curioso de esas ofertas, tenemos mucha suerte y aunque hace muchos años que está pasando, previo a la pandemia también pasaba, pero creo que tenemos que cuidar y apreciar lo que hacemos.
Precoz, todos los jueves a las 20 horas en Dumont4040. Entradas por Alternativa Teatral.