Las existencias de Patria (1924-1960), Minerva (1926-1960) y María Teresa Mirabal (1935-1960), las militantes asesinadas por combatir la dictadura de Rafael Trujillo, y la vida breve de Evita Perón (1919-1952) tienen más analogías y puntos en común, que los que aparecen en una primera lectura.
En un arco temporal a veces coincidente o apenas separado por unos pocos años -entre mediados de la década del cuarenta y fines de los cincuenta- y en contextos sociohistóricos diferentes, pero igualmente adversos en los cuales las mujeres estaban relegadas de la vida pública, las cuatro féminas supieron hacerse un lugar y desplegar acciones y luchas por la igualdad de género y la justicia social.
Los hechos son contundentes: en plena juventud, Evita consagró el voto femenino, desarrolló una inusitada labor social que mejoró la vida de féminas humildes, infancias pobres, madres solteras, huérfanxs, hijxs naturales y trabajadores y descargó su ira discursiva contra las clases sociales privilegiadas y el imperialismo estadounidense mientras su carne se consumía por el cáncer. A su vez, desde la adhesión clandestina al Partido Comunista, las no menos jóvenes hermanas Mirabal se resistieron a una dominación patriarcal feroz, promovieron la rebelión clasista y el discurso antiyanqui y sacrificaron sus pellejos para que cayera el régimen terrorista de Trujillo.
La exposición “Hermanas” que se desarrolla de manera simultánea en Argentina y en República Dominicana intenta dar cuenta de las semejanzas y de la perdurabilidad de estos iconos femeninos. En el Museo Evita se materializa en un recorrido fotográfico por las biografías de Patria, Minerva y María Teresa y, en la Casa Museo de las Hermanas Mirabal -erigido en el jardín familiar donde se reunían y hoy están enterradas las hermanas- en retratos de la vida íntima y pública de Eva María Duarte de Perón. Para ambos países es el encuentro con imágenes inéditas o poco vistas que realzan la juventud, la rebeldía, la belleza militante y aguerrida y el legado de las cuatro jinetes del apocalipsis de un mundo.
En efecto, el paso de estas mujeres por la Historia fue fugaz -apenas si sobrepasaron un lustro o alcanzaron una década de acción política-, pero sus huellas se perpetuaron y transcendieron la finitud de sus cuerpos. Tras sus muertes se volvieron símbolos y figuras polisémicas y paradigmáticas de diversas batallas sociales latinoamericanas para que reine en los pueblos la libertad, el amor y la equidad.
Por ello, la muestra se complementa con una serie de imágenes fílmicas que dan cuenta de la apropiación contemporánea de estas mujeres excepcionales que fueron particularmente retomadas por trans, travestis y lesbianas en las marchas contra las violencias de género, por la conquista de derechos de las diversidades sexuales, por la efectiva implementación de la ESI o por la consagración de la ley de interrupción del embarazo. Desde la década del sesenta, Evita fue pensada por diferentes grupos sociales como “montonera”, “feminista”, “tortillera” y/ o ”abortera” y, después de ardua lucha feminista, desde finales del siglo XX, el 25 de noviembre, fecha del feminicidio de las Mirabal, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La exposición recupera discursos que hablan de ese destino común inmortal: en ese sentido, frases tales como “Aunque yo deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria” o la nunca comprobada “Volveré y ser millones” atribuidas a Evita son comparables a epítetos tales como “Si me matan, yo sacaré mis brazos de la tumba y seré más fuerte” de Minerva Mirabal.
Las mariposas, nominación adjudicada a las hermanas Mirabal, pero que bien puede dar cuenta de la vida efímera plena de belleza de Eva Perón, se transformó en consigna y bandera enarboladas en diversas luchas. No parece casual que, Lohana Berkins, admiradora por igual de las hermanas Mirabal y de Evita, haya plasmado el símbolo en una de las más hermosas metáforas sobre las existencias travestis: “En un mundo de gusanos capitalistas, hay que tener coraje para ser mariposa”.
El legado de las hermanas Mirabal y de Evita es universal pero también familiar. Por ello “Hermanas” es también la historia de una familia amorosa de mujeres y de una sororidad que no culmina. “Quedo viva para contar la historia”, declaró alguna vez Dedé Mirabal (1925-2014), la sobreviviente que dedicó su vida a denunciar el crimen y a hacer sobrevivir el recuerdo de sus hermanas. Lo propio se puede decir de Blanca (1908-2005) o particularmente de Erminda Duarte (1916-2012), autora del olvidado libro Mi hermana Evita. Tampoco parece casual que Minou Tavárez Mirabal, hija de Minerva y Manolo Tavárez (también sacrificado por la tiranía post Trujillo) y Cristina Álvarez Rodríguez, sobrina nieta de Evita, sean políticas, ex diputadas, artífices de exposiciones como la presente y memoria siempre viva de sus radicales y excepcionales parientes.
“Hermanas” se puede visitar a partir del jueves 16 de marzo, de 11 a 19, de martes a domingos; en la sala de exposiciones temporarias del Museo Evita (Lafinur 2988).