Desde Esquel
"Veinte años de pie. No a la mina", es la consigna que se repite este año en Esquel. Se lee en remeras, pintadas en las paredes, calcomanías en autos y negocios. Es que este 23 de marzo se cumplen dos décadas de la histórica votación que, con el 81 por ciento de los votos, rechazó el extractivismo impulsado por los gobiernos y la empresa canadiense Meridian Gold. Esquel se transformó en un emblema de la lucha socioambiental, con sus prácticas asamblearias y su decisión de nunca abandonar las calles. A veinte años de la gesta, hoy habrá una multitudinaria marcha que volverá a gritar "el agua vale más que el oro".
Año 2002. La crisis de 2001 estaba muy presente con desocupación y pobreza en alza. Y, de repente, un ofrecimiento tentador en Esquel: un proyecto minero que prometía desarrollo local, trabajo y bienestar. La información no era tan accesible como en la actualidad (internet recién arrancaba). Un grupo de vecinos y vecinas desconfió. Y comenzó a leer, estudiar y a contactarse con otras regiones. Comenzaba a gestarse la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel. Se contactaron con el pueblo de Tambo Grande (Perú), que había pasado un proceso similar (donde se realizó la primera votación contra la megaminería en América Latina). Y, fundamental, recibieron la visita de vecinos y vecinas de Andalgalá (Catamarca), donde ya conocían la experiencia de Minera Alumbrera, con sus promesas incumplidas de trabajo y bienestar. "Todos nos dijeron lo mismo. Que la minería no trae nada bueno", recuerda Viviana Moreno, de la Asamblea de Vecinos de Esquel.
También fue importante la experiencia pos crisis de 2001, con las asambleas que se habían replicado en muchas ciudades del país. En octubre de 2002, en la primera reunión de vecinos por el tema, participaron cientos de personas. Fue una sorpresa. Y ahí también decidieron: nada de estructuras verticales ni jefes, nada de partidos políticos y mucho de procesos asamblearios, donde todo se discutía y se buscaba consensos. Por la propia movilización en las calles, los vecinos y vecinas lograron que en febrero de 2003 el Concejo Deliberante apruebe la realización del plebiscito, el primero en su tipo para Argentina. Y el resultado fue contundente: el 81 por ciento dijo "no" a la megaminería. También se realizaron consultas populares en los municipios vecinos de Trevelin, Lago Puelo y Epuyén, donde más del 90 por ciento también rechazó la actividad extractiva. Poco después lograron la sanción de la Ley 5.001, que limita la actividad en la provincia.
"Esquel es un antes y un después cuando hablamos de luchas socioambientales", afirma Pablo Quintana, activo militante de la primera camada de asambleístas de Esquel y que fue despedido del medio donde trabajaba por su compromiso con las luchas contra el extractivismo. Y precisa dos ejes en la gesta de Esquel: en lo ambiental, destaca la toma de conciencia del agua, que permitió comprender la magnitud del problema y hacer palpable la tragedia a la que se enfrentaban de desarrollarse la minería en Esquel. "Lo segundo, fuimos conociendo que esto venía de la década del 90, todas las leyes vienen de esos años, es monstruoso y una de las tantas estafas para el país. Las empresas tienen estabilidad tributaria y fiscal durante 30 años, un tope del tres por ciento de regalías, entre otras ventajas. Es decir, la alfombra roja tendida para que las multinacionales hicieran su ingreso. Y Esquel, y luego todo Chubut, dijo 'no' también a eso, al saqueo", explica.
La lucha de Esquel contagió resistencias en los 5.000 kilómetros de Cordillera y también en otras latitudes, como en Gualeguaychú (en su lucha contra las pasteras). Y el "no" se extendió por toda la provincia, desde las montañas hasta el mar, pasando por la Meseta (centro geográfico de la provincia). Nació también la Unión de Asambleas de Chubut (UACH), que dio potencia organizativa.
En diciembre de 2021 el gobierno provincial autorizó sorpresivamente la megaminería. Fue tomado como una burla a casi dos décadas de rechazo popular a la actividad. El gobernador Mariano Arcioni, en una entrevista televisiva y sonriendo, fue tajante: "Yo nunca retrocedo". El pueblo salió a la calle. Fueron siete días de movilización, represión (con decenas de heridos de bala de goma), cortes de calles e incendio parcial de de la Casa de Gobierno. El Gobernador, y los legisladores, retrocedieron y volvieron a dejar vigente la Ley 5001 y la prohibición de la megaminería en Chubut. "Chubutazo", fue el nombre elegido por el pueblo de la provincia para esa gesta popular.
Ya desde el ingreso a la ciudad de Esquel, por la avenida Ameghino, se ve un prolijo cartel de madera que recuerda el rechazo al extractivismo. "Ya forma parte de la identidad nuestra. Es algo que une e identifica. Si hoy hubiera un nuevo plebiscito, más del 95 por ciento diría 'no a la mina'", afirma Andrés Massip, de la Asamblea de Vecinos. La hipótesis se confirma al hablar con adolescentes en la plaza, con abuelos en los bares, en la estación de servicio y en la terminal de micros. En la teoría, el proyecto minero "Cordón Esquel-Suyai" está aún en carpeta, ahora en manos de la multinacional Yamana Gold, aunque todos saben de su imposible desarrollo. En una semana repleta de actividades (desde charlas y muestra de fotos hasta recitales y murgas) celebrando los "veinte años de pie", este 23 de marzo por la tarde habrá una movilización masiva, de miles, para recordar que los pueblos pueden decidir su futuro, que construyen poder desde las calles y que luchar por lo que creen justo da sus frutos. Habrá personas de todas las edades y estratos sociales, flamearán juntas las banderas mapuche-tehuelche y la argentina y, como hace veinte años, dos gritos volverán a estremecer la Patagonia: "No a la mina" y "el agua vale más que el oro".