Los trabajadores franceses no dan tregua en su lucha contra la reforma jubilatoria del presidente, Emmanuel Macron, el principal destinatario de las críticas durante la novena jornada de movilización. Las más de 300 manifestaciones convocadas en el país concentraron 3,5 millones de personas, según los sindicatos, lo que supone igualar el récord del pasado siete de marzo, aunque las cifras del gobierno son más modestas, algo por encima del millón.

Pese a la aprobación de la ley, el movimiento de protesta contra la reforma de las pensiones no pierde intensidad con la incorporación de muchos jóvenes, según las organizaciones estudiantiles, y con sectores en huelga que, como el de los combustibles, amenazan con paralizar la economía. Lo ajustado del resultado que permitió sacar adelante la reforma el lunes pasado por tan solo nueve votos y la firmeza de Macron, dispuesto a aplicarla antes de fin de año pese a su escasa popularidad, parecen haber fortalecido la protesta.

"Nos han tratado como niños"

 París volvió a estar en el foco, tanto por la amplitud de la manifestación, (800 mil personas según los sindicatos, 119 mil según el ministerio del Interior, en ambos casos récord) como por las imágenes de los incidentes con la policía. Como símbolo del ambiente reinante, en la manifestación parisina resonó la canción "Motivés" del grupo Zebda, cuya estrofa reza: "Motivados, motivados, hay que seguir motivados". 

Cédric Nothias, un profesor de secundaria de 46 años, portó una pancarta con la pregunta: "¿Cómo enseñar la democracia cuando Macron la pisotea?". Por su parte Laurence Briens advirtió: "Estoy muy enojada, nos han tratado como niños". Esta fonoaudióloga de 61 años decidió manifestarse después de escuchar la esperada y seguida entrevista de Macron el miércoles: "Era como si no existiéramos, como si no nos escuchara".

En la estación de tren Gare de Lyon de París, varios cientos de manifestantes caminaron sobre las vías del tren para evitar que los trenes avanzaran, agitando bengalas y coreando "¡Andate, Macron!". En los suburbios del norte de París, varias decenas de trabajadores sindicalizados bloquearon una estación de colectivos en Pantin, impidiendo que unos 200 vehículos salieran durante la hora pico.

En el interior, manifestantes cortaron algunas de las principales autopistas y cruces para reducir el tráfico alrededor de varias ciudades, incluyendo Lille, Toulouse y Lyon. El servicio de trenes se suspendió en la segunda ciudad del país, en la sureña Marsella, por manifestantes que se ubicaron cerca de las vías, dijeron autoridades.

En el oeste del país, en las ciudades de Rennes y Nantes los protestantes se enfrentaron con la policía, que disparó cañones de agua y gases lacrimógenos sobre la multitud. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, denunció "ataques y daños inaceptables" en un edificio estatal y una comisaría en Lorient, también en el oeste de Francia, y tuiteó que "esas acciones no pueden quedar impunes". 

Darmanin aseguró que 123 policías resultaron heridos y que 80 manifestantes fueron detenidos. Una cifra que seguramente crecerá en las próximas horas porque los incidentes se seguían extendiendo por la noche en distintos puntos del país, en escenas de violencia que recordaban a las de hace tres años con los chalecos amarillos.

Malestar por los dichos de Macron

Los principales líderes sindicales acusaron a Macron de "echar leña al fuego" de las protestas al calificar de "muchedumbre" a los manifestantes y comparar los actos violentos en Francia con acciones como el asalto al Capitolio en Estados Unidos o al Parlamento de Brasil. "Es una provocación", indicó el líder de la CGT, Philippe Martinez, el más combativo de los sindicatos del frente unido, que protagoniza además otro tipo de acciones, como el bloqueo de depósitos de combustible.

Su colega Laurent Berger, al frente de la más dialogante CFDT, tampoco aceptó la mano que el miércoles le había tendido Macron, que apeló a restituir el diálogo, algo que, por ahora, parece complejo en vista de las posiciones tan lejanas. Pero Berger alertó contra el peligro de que la violencia les haga perder la batalla de la opinión pública, que por ahora los sondeos sitúan abrumadoramente en contra de la reforma de las pensiones.

El miércoles los gremios recibieron un espaldarazo de unos 300 profesionales de la cultura, entre ellos las actrices Juliette Binoche y Camille Cottin, que en una solicitada publicada en el diario Libération pidieron el retiro de una reforma "injusta". El gobierno francés invocó una disposición constitucional la semana pasada para que se adoptara la ley de jubilaciones sin la aprobación de la Asamblea Nacional. Ahora la reforma debe pasar una revisión por parte del Consejo Constitucional de Francia antes de que Macron pueda promulgarla.

Los sindicatos apuestan por seguir con la presión contra una reforma que retrasa dos años, hasta los 64, la edad mínima de jubilación, mientras el presidente considera que esa medida es inevitable para unas finanzas públicas golpeadas por la crisis de la covid-19 y la guerra de Ucrania. Los próximos días podrían ser decisivos para conocer el desenlace de una crisis que no parece terminada con la adopción del texto por el Legislativo, lo que va contra los planes de Macron de seguir adelante con su agenda política. 

¿Problemas para el rey Carlos III?

 Las huelgas provocaron también complicaciones este jueves en el transporte público de París, la anulación de la mitad de trenes de alta velocidad, el cierre de escuelas, el bloqueo de liceos y universidades, y el cierre incluso de la Torre Eiffel. Ante los bloqueos desde hace días en depósitos y refinerías, el gobierno ordenó la vuelta al trabajo de algunos huelguistas para paliar la falta de combustible en el 15 por ciento de gasolineras y la "crítica" situación del suministro de querosén en los aeropuertos de París.

Las complicaciones en Francia también amenazan con empañar el primer viaje al extranjero del rey Carlos III del Reino Unido, programado para la próxima semana, con París bajo toneladas de basura por una huelga de recolectores. La CGT dijo que sus afiliados en el Mobiliario Nacional no pondrán ni muebles, ni alfombras rojas, ni banderas durante la visita de Carlos del 26 y el 29 de marzo. Sin embargo el vocero del organismo, Loic Turpin, dijo que la mayoría de sus funcionarios no estaban en huelga y que habrá alfombra roja para el rey.