De una contratapa de Juan Forn contando su admiración por el Chino Ríos a una entrevista de Susana Viau a José Luis Chilavert hablando de Roa Bastos. De una nota irónica del Nene Panno sobre las malas artes del Burrito Ortega tras el cabezazo a Van der Saar que llegó hasta el living de Susana a un cuento inventado en el momento de Juan Sasturain porque la barra de Independiente tiró un chancho a la cancha en un partido con Boca.
A Líbero le pudieron faltar recursos en estos 1000 números, pero si algo le sobró fue imaginación y talento para disimularlo.
Los primeros años, para alguien que todavía era estudiante, eran un curso acelerado de periodismo. El Mulato Lagares planificaba como un tradicional enganche argentino, de esos que parecen que juegan parados pero que tienen la cancha en la cabeza.
Pablo Vignone escribía la Fórmula 1, el TC2000, cerraba el tenis y colaboraba en la edición con el fútbol. Un pulpo.
El Profe Guiñazú enseñaba como escribir una crónica en cada pelea de boxeo, hasta con una Guevara-Garmendia de la tira Campeones de Polka.
Panno pensaba diez títulos de tapa en diez minutos: la mitad no pasaban la autocensura, a otros cinco los descartaba. “Este lo va a poner Olé, este va a salir en Crónica...”. Y al otro día, salían...
Las anécdotas con Bonadeo no podían faltar. Un día me planté: “Diego, vos me chicaneas pero yo me decidí a estudiar periodismo mirando Fútbol Prohibido”. “Jodete”, fue la lapidaria respuesta.
Así pasaron los años y los números. El 100, el 200, el 500... hasta llegar a los 1000. A casi 20 años del 1, no se falta a la verdad si se afirma que Líbero marcó una escuela.