Malena D'Alessio es cantante, rapera y fue secuestrada junto a su familia cuando tenía dos años. El 29 de noviembre de 2022, declaró por primera vez en un juicio de lesa humanidad, el juicio Brigadas, donde se juzgaron los crímenes de los centros clandestinos de detención el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno. Cuando el juez le preguntó si tenía algo más para agregar, Malena cerrró su declaración con la letra de su primera canción, escrita en su adolescencia, titulada "Hijo de desaparecido". Comenzó leyéndola, pero terminó rapeándola. Lo que hizo Malena es lo que muchos testigos de los juicios de lesa humanidad eligen hacer para sobrellevar una situación tan compleja como la de revivir el horror: apropiarse del momento. A pesar de que exista un deber social y cívico de declarar frente a un tibunal, sobre todo uno que juzga los hechos ocurridos durante la última dictadura cívico-militar, lo cierto es que la situación suele ser un momento complejo y doloroso para aquellos que lo vivieron en carne propia.
"Nosotras incentivamos a que las víctimas puedan elegir qué hacer con lo que saben. A veces eso significa elegir cómo traerlo de nuevo a la memoria, porque ellos ya lo vivieron en el cuerpo. Ya le pusieron el cuerpo a eso, a la tortura, al horror. ¿Quién soy yo para decirles cómo lo tienen que hacer?", se pregunta Sabrina Montoya, psicóloga e integrante del Equipo de Acompañamiento a Víctimas del Terrorismo de Estado, dependiente de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires. Conformado en su mayoría por psicólogas y asistentes sociales, el equipo brinda acompañamiento antes, durante y después de la toma de testimonio en juicios de lesa humanidad.
"Nuestro trabajo consiste en acompañar psicológicamente, sin hacer un reduccionismo, lo que produce vincularse a los procesos de reparación. Es una perspectiva integral. Por ejemplo, si alguien tiene que acercarse a un sitio de memoria, porque se busca que se reconozca un lugar donde funcionaba un centro clandestino, acompañamos a esa persona a recorrerlo (si quiere), estamos presentes a su lado en ese proceso. Estamos presentes en los encuentros con los abogados a la hora de armar los testimonios, coordinar con el sistema de salud si vemos que es necesaria esa asistencia, ayudar a que sean beneficiarios de las leyes reparatorias, etcétera. "Buscamos contener, alojar, apoyar, acompañar a quien está volviendo a transitar esos lugares, ya sea desde lo emocional, lo territorial o lo económico", afirma Sabrina.
En Argentina, las personas citadas a declarar tienen la obligación de presentarse ante la Justicia. En juicios de lesa humanidad, los testimonios son tanto o mas importantes a la hora de la búsqueda de una justicia integral para todos los argentinos. Pero el equipo de acompañamiento es el encargado (o ellas son las encargadas) de que la responsabilidad civil no sea solamente responsabilidad, sino libertad de decidir. "Tratamos de que cuando llega ese momento puedan elegir qué decir y cómo decirlo. Hay personas que fueron víctimas de delitos sexuales, que no quieren contar la tortura en términos concretos. O hay cosas que ya sabemos que están probadas en el proceso del juicio, que no hace falta volver a revivir. Narrar lo que sucedió sin ser tan específico. Lo que buscamos es que en el caso de la declaración puedan ser libres en esa instancia, de decir lo que tenga ganas de decir. A veces puede ser decir algo que quede fuera de la situación de secuestro, como no pude estar en tal lugar", afirma Sabrina.
"Si una persona es convocada a prestar declaración testimonial, lo que buscamos es que se repare con justicia. Aunque sabemos que no se repara totalmente, no se vuelve a un estado anterior. Por eso usamos el término reparación simbólica. Hablamos de disponer de nuevo una existencia sin terror, poder hacer algo con lo que pasó", afirma Sabrina.
Hay una frase que guía su trabajo: "cada quien repara lo que necesita". El acompañamiento en pos de la reparación simbólica de las víctimas del terrorismo de estado requiere de la escucha activa constante, para captar la subjetividad cada uno de los declarantes. A pesar de todos compartir el horror, las maneras de vivirlo y sufrirlo pueden ser infinitas, y así, la manera de repararlo.
"Hace algunos años acompañamos un juicio llamado "Juicios de Tareas 5", que eran la mayoría trabajadores del astillero Rio Santiago. Ellos pedían que se les repare el legajo de trabajo, porque decía que no se habían presentado a trabajar un día. Y era porque habían sido secuestrados. Eso era la reparación para ellos, querían que se les repare su identidad trabajadora", cuenta Sabrina. "Nosotras prestamos atención a eso, a las pequeñas cosas que cada uno en particular necesita denunciar, e intentamos que se den las condiciones para que se pueda hacer".
Malena rapeó, pero otros leen una poesía, o leen un fragmento del diario íntimo de su mamá. El objetivo es que se adueñen del momento.
Gabriela Ponthot también es otra de las psicólogas que integra el equipo, al igual que Sabrina, desde sus incios en 2013. Al momento de la citación, el Equipo de Acompañamiento se pone en acción. "Tratamos de que no sea mucho antes de la citación para no generar demasiada ansiedad, les contamos de qué va lo que hacemos pero con cautela, tanteamos qué predisponibilidad hay de pasar por esa situación. Algunas personas ya hablaron, otras nunca antes. Por la característica de los hechos y la intensidad, la mayoría de las veces implica revivir cosas que están ocultas por algo. Por eso tratamos de ser cuidadosos, y en las entrevistas ponernos de acuerdo en qué quieren contar", afirma.
"A pesar de que la justicia se piensa como una instancia de reparación, no siempre es así para quienes tienen que declarar. Puede ser revictimizante cuando no están dadas las condiciones. Cómo se acompaña ese proceso hace a la diferencia. Es importante que para esa persona sea elegido. Eso se logra mediante la escucha activa constante, y el desafío de no rutinizar el trabajo. Nunca sabemos con qué nos vamos a encontrar", afirma Gabriela.
El grupo de acompañamiento comenzó a conformarse en 2013, cuando algunas de estas psicólogas comenzaron a tener participación en los juicios de lesa humanidad en términos de género, ya que era necesaria la visibilización de los delitos sexuales. A nivel nacional, algo similar estaba sucediendo simultáneamente con la conformación del Centro de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos “Dr. Fernando Ulloa”. Estos mecanismos comenzaron a funcionar gracias a la segunda desaparición de Jorge Julio López, que instauró discusiones sobre la seguridad y la integridad de los testigos de los juicios de lesa humanidad.
Sin embargo, no fue hasta 2019 que se tomó la decisión de que el equipo de acompañamiento tuviera una institucionalización dentro de la Secretaria de Derechos Humanos de la Provincia.
Actualmente están acompañando cuatro juicios activos de lesa humanidad: la "Megacausa" Zona V de Bahía Blanca, “La Huerta” (que comprende las jurisdicciones de Tandil, Olavarría y Azul), "Brigadas de Banfield, Quilmes y Lanús" (que incluyen los centros clandestinos El Pozo y El Infierno) y el juicio "Hogar Casa de Belén", que ya se encuentra en etapa de alegatos. En todos esos juicios, la Provincia de Buenos Aires es querellante. Este dato no es menor, ya que el proceso de acompañamiento vinculado a la reparación se hace desde el estado, de diversas formas.
Desde la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia, la intención es integral. Eliana Morrone es la directora de Grupos en Situación de Vulnerabilidad. "Se trata de que en el proceso las víctimas no sean revictimizadas por el mismo sistema. De por sí la situación de declarar moviliza a la persona, el contar, en ponerse en situación. Por eso articulamos con los otros actores que participan de los juicios: con las fiscalías, las querellas, los tribunales, etc, para articular entre todos y que sean cuidadas y cuidados no solamente los testimonios sino aquellos que los llevan adelante. Que sirva para el proceso pero también como una instancia de reparación", afirma. "Siempre el criterio es que el estado tiene la responsabilidad de realizar ese acompañamiento", afirma Eliana.
La agencia del estado en el proceso busca ser explícita: el mismo estado que ocasionó el daño, hoy es el responsable de repararlo.
Matías Moreno es el subsecretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires. Platense de toda la vida, comenzó a militar en H.I.J.O.S. un año después de haber terminado la secundaria. Su padre fue Carlos Alberto Moreno, abogado militante durante los 70s que estuvo vinculado a los reclamos laborales de los trabajadores de la cementera Loma Negra. Fue secuestrado, torturado y asesinado en el centro clandestino conocido como “La Quinta de los hermanos Méndez”, que funcionó en Tandil durante la última dictadura cívico-militar.
Fue a partir de su gestión que se se formó una línea de atención, la Dirección de Recepción de Denuncias por Violaciones a los Derechos Humanos, que cuenta con un 0800 con el que es posible comunicarse todos los días, las 24hs. Además de los juicios de lesa humanidad, existe además un equipo de acompañamiento que se dedica a casos de violencia institucional, juicios en los que la provincia también es querellante. Por ejemplo, casos de violencia policial.
"Es la primera vez que hay una dirección de politicas contra la violencia institucional que comprende la integralidad de la problemática", afirma Matías. "A través de este enfoque podemos abordar no solo las problemáticas surgidas a raíz de juicios de lesa humanidad, el tipo de querellas, la dirección de sitios y espacios de memoria, sino también otro tipo de problemáticas de violencia estatal, que podemos mejorar a través de políticas de reparación".
A modo de ejemplo, Matías cuenta cómo ofrecen políticas de acceso a la documentación y aprendizaje del idioma español para la comunidad senegalesa de La Plata, duramente perseguida y reprimida por las fuerzas policiales gracias a su oficio de venta ambulante.
"Para nosotros, está claro que los derechos humanos no están escindidos de los derechos sociales. Si bien nuestro vinculo siempre tiene que ver con lo que pasó durante la última dictadura militar, hoy, desde el gobierno provincial, la defensa de los derechos humanos se da a través de la política educativa, de la inauguración y puesta en valor de diferentes puestos educativos, de hospitales, del acceso a la vivienda. Hoy la reivindicación de los derechos humanos es la defensa de los derechos básicos, como la educación, la vivienda. Reivindicamos la lucha de tantos compañeros y compañeras, que era luchar por una patria digna de ser vivida, en condiciones de desarrollar su vida en libertad, sueños y deseos", concluye Moreno.
A 40 años de democracia, lo que queda claro es que el proyecto de país democrático no funcionaría sin políticas de reparación, que entiendan a los derechos humanos como algo más grande.
Al preguntarle a Sabrina por los desafíos de realizar este trabajo, el paso del tiempo aparece como el principal enemigo: "A 47 años, muchos sobrevivientes tienen 80, 62 años, y sabemos que su palabra es valiosa, pero nos preguntamos si ahora revivir eso los repara. A esa edad, habiendo transcurrido tanto tiempo, habiendo declarado en varias instancias, volver a ubicarlos en esos discursos y en la memoria a veces es muy movilizante. Sabemos que es importante no olvidar, pero quienes han pasado por un centro clandestino tienen la necesidad de dejar eso de lado", afirma.
"Creo que los desafíos que se vienen tienen que ver con cómo sostenemos esa memoria, cómo no olvidamos lo que sucedió, sin poner en riesgo a quienes están grandes. Pero para eso están los jóvenes, que salen a la calle, hacen carteles, y no necesitan haberlo vivido en cuerpo para seguir levantando esas banderas", concluye.