Página/12 en Brasil
Desde Río de Janeiro
Esta vez hubo un anuncio oficial: Jair Bolsonaro, el desequilibrado ultraderechista que fue presidente hasta el primer día de este año, volverá a Brasil. Pondrá los pies en territorio nacional a las 07:10 hs. de la mañana del jueves 30 de marzo, luego de tres meses prófugo en la región de Orlando, en Florida.
Acompañado por tres guardaespaldas, hará un vuelo directo Orlando-Brasilia. Llega un día antes de que se cumplan 59 años del golpe cívico-militar que instauró en Brasil una sangrienta dictadura que duró de 1964 a 1985, y que él no se cansa de alabar.
Hay al menos dos dudas sobre el regreso del forajido. La primera: tratándose de Bolsonaro, que miente como respira, ¿volverá? La segunda: si vuelve, ¿cómo será su llegada?
Su partido prepara una recepción a gran escala. Pero no sabe si Bolsonaro hará un pronunciamiento en vivo al llegar, o si buscará refugio en su nuevo hogar --nadie sabe exactamente cuál será-- para luego hacer alguna transmisión.
En una de esas contradicciones olímpicas de la política brasileña, la agrupación en que se apoya el delincuente se llama Partido Liberal, que de “liberal” tiene el nombre y nada más. Se trata de la mezcolanza rara entre corruptos, corruptores, manipuladores y aprovechadores que, por una injusticia sin remedio, son acusados de haberse vendido a Bolsonaro.
No, no, jamás se vendieron ni a Bolsonaro ni a nadie: se alquilaron y se alquilan. Tanto es así que desde el regreso de la democracia en 1985, estuvieron al lado de todos, absolutamente todos, los gobiernos. Ahora con Lula, optaron por otra de sus especialidades: mostrarse divididos, un bando en favor, otro en contra, a ver cuál será la mejor oferta.
El presidente del partido, Valdemar Costa Neto, quien ya estuvo recluido por corrupción, es de una ambigüedad impresionante. Al mismo tiempo que elogia Bolsonaro por ser el “líder absoluto” de la oposición a Lula, insinúa que su señora esposa, Michelle Bolsonaro, autodenominada evangélica radical, podrá reemplazarlo como postulante a la presidencia.
Si nada de nada se sabe del futuro inmediato del político Jair Bolsonaro, hay datos claros y concretos sobre el futuro inmediato del ciudadano en cuestión. Para empezar, tendrá de enfrentar una serie de procesos pendientes de juicio, tanto en la Justicia Electoral como en la Justicia Común.
Hay fuertes indicios de que será declarado “inelegible” por haber violado en diversas ocasiones la legislación actual. Además, está involucrado hasta la médula en las maniobras para apoderarse de joyas que supuestamente eran destinadas a su señora esposa, por valor de poco más de 3,5 millones de dólares. “Supuestamente” porque ella no sabía de nada, y todo indica que el destino final serían los bolsillos de su señor esposo.
Lo que sería un “regalo” de los árabes, llegó a Brasil en el equipaje de un sargento, que a su vez era auxiliar del entonces ministro de Minas y Energía, un almirante retirado que era parte de los militares que Bolsonaro esparció por su gobierno con la única función de protegerlo mientras se forraban de plata. Por donde quiera que se mire, hay al menos un robusto escándalo a la espera del prófugo. ¿Volverá? Bueno, hay que esperar tres días más…