Secuestrar, matar, desaparecer, robar, violar y humillar. El catálogo del terrorismo de Estado está condensado en el extraordinario documental El juicio, de Ulises de la Orden, que se presentó en una función especial en el Malba el viernes 24 de marzo, en el Día Nacional de la Memoria y a 47 años del golpe. Carlos Arslanián, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Valerga Araoz y Guillermo Ledesma, cuatro de los seis jueces que integraron el tribunal que condenó a los militares, estuvieron presentes entre el público. “Cuando uno de los torturadores me anunció que pronto me acompañaría mi hija en la tortura, le preguntó al médico con qué peso podrían comenzar a torturar a los niños, y afirmó con bastante convicción que a partir de los 25 kilos ya era posible aplicar la picana. La realidad había superado la imaginación y el país estaba sembrado de niños desparecidos”, declaró el médico pediatra Norberto Liwski durante el Juicio a las Juntas.
El juicio, que se estrenará el viernes 7 de abril a las 20 en el Malba, es la décima película de De la Orden, después de Río Arriba, Tierra Adentro, Desierto Verde y Vilca, la magia del silencio, entre otras. El film de 177 minutos es una selección basada en el registro audiovisual de 530 horas del Juicio a las Juntas que hizo el canal estatal de televisión, llamado entonces Argentina Televisora Color (ATC), entre el 22 de abril y el 9 de diciembre de 1985. El documental tuvo su estreno mundial en el reciente 73° Festival Internacional de Cine de Berlín. A diferencia de Argentina, 1985, donde el héroe es el fiscal Julio César Strassera, El juicio tiene una estructura coral con los testimonios de los sobrevivientes que declararon, los nueve acusados (Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya), los abogados defensores y los jueces.
A pesar de la crudeza de los testimonios, hay momentos de involuntaria comicidad protagonizados por el histriónico José María Orgeira, el abogado defensor de Viola. El relato de El juicio está organizado en dos partes y estructurado en 18 capítulos con títulos como “Feroz, clandestina y cobarde”, “Ni siquiera en la guerra”, “Un ejército de ocupación”, “Nos iremos al Infierno”, “Estrictamente patrimonial” (“eran vulgares ladrones, los rateros de la represión”, los definió uno de los sobrevivientes y una mujer comentó que hasta se llevaron el libro de recetas de Doña Petrona C. de Gandulfo), “Detener la información”, “Ni siquiera ciudadanos”, “Naciones Unidas”, “La promesa”, “Los cuerpos” y “Nunca más”, entre otros.
Verónica Torras, directora de Memoria Abierta, una alianza de organismos de derechos humanos que preserva, sistematiza, custodia y da acceso a los archivos y es productora asociada de la película, recordó que la Cámara Federal le solicitó hacer una copia digitalizada del archivo audiovisual del Juicio a las Juntas en 2011. Ulises de la Orden fue a buscar ese registro a Memoria Abierta para visualizar y planificar el documental. “La película trabaja sobre un archivo histórico; pero también ha hecho un gran trabajo de memoria porque ha intervenido, ha seleccionado y ha tenido que tomar una cantidad muy importante de decisiones”, destacó Torras la intervención realizada por el director y su equipo: el montajista Alberto Ponce y la coordinadora general de producción, Gisela Peláez.
Durante el proceso virtuoso de asociación entre De la Orden y Memoria Abierta se convirtieron en “nerds de los archivos”, según postuló Torras, y empezaron a protagonizar otra aventura: redigitalizar la copia del Juicio a las Juntas, que está en el final de su vida útil en el soporte U-Matic, y recuperar la copia VHS que está en Noruega, que los propios jueces habían llevado en un viaje a Oslo en 1988 frente a los levantamientos militares, “un poco tomando el rol de custodios de este archivo”, resumió la directora de Memoria Abierta el itinerario de la copia que tiene el Archivo del Parlamento de Noruega. Lars Vaagen, el embajador noruego, ayudó para que se pudiera hacer una copia digital del VHS que está en Noruega. Esa copia digital ya está en Memoria Abierta hace unos días. “Así como el trabajo de la película fue un trabajo de orfebrería, también vamos a hacer otro trabajo de orfebrería que es ensamblar las dos copias, la que estamos redigitalizando acá y la copia digitalizada en Noruega, para tener una versión lo más completa posible para las próximas generaciones, porque va a seguir siendo un archivo revisitado durante muchísimos años más”, auguró Torras.
Después de la proyección del documental, Carlos Arslanián tomó el micrófono para intercambiar sensaciones. “Tengo la certeza de que estamos frente a una gran película que ha logrado reflejar una verdad documentada que no miente; personas que declaran, los testigos que pasaron por allí, las intervenciones de la defensa, de la fiscalía, que demuestra la posibilidad de apreciar si fue un juicio bueno, si fue un juicio justo”, planteó el exjuez que ponderó la habilidad del director para agrupar temas y manejar los testimonios en función de esos objetivos, “una técnica exquisita que permite una comprensión mucho mayor y la convicción de que uno se va con un conocimiento acabado de qué fue el Juicio a las Juntas”, subrayó Arslanián. Ricardo Gil Lavedra, autor de La hermandad de los astronautas. El Juicio a las Juntas por dentro (Sudamericana), ironizó que “Carlitos ya expresó la opinión del tribunal” sobre el film. “Hemos visto en tres horas el 0.6 por ciento de las 530 horas. La compilación que ha hecho de cada uno de los testimonios, sacando pedacitos de testimonio por testimonio, es un trabajo impresionante. Hay testimonios que han durado dos horas y él pasa un minuto, el minuto adecuado para la unidad que está tratando”, explicó Gil Lavedra.
Marta Cisterna, de la Casa José Domingo Cañas de Chile, agradeció a los jueces el trabajo que hicieron durante el juicio. “Nosotros en Chile no hemos tenido esa experiencia; el dictador (Augusto Pinochet) se murió en la completa impunidad, a pesar de que nuestras compañeras y compañeros han testimoniado. La verdad hay que conocerla, aunque nos duela”, dijo Cisterna y agregó que espera que el documental argentino se estrene en Chile a cincuenta años del golpe. “Las memorias son muy importantes, aunque no son garantía de no repetición”, aclaró y mencionó que también este año se cumplen cincuenta años de la dictadura en Uruguay, una oportunidad para “dar una discusión en torno a la impunidad que vivimos en Chile y Uruguay”. El montajista Miguel Pérez, “maestro de cineastas”, como lo definió De la Orden, le pidió a los presentes en el auditorio del Malba que se transformen en voceros de “una extraordinaria película” que respalda el ideal de justicia. “Sería muy interesante que los jóvenes vean esta película. Los jóvenes están dispuestos a escuchar la verdad porque la necesitan para poder armar el proyecto de sus vidas”, concluyó Pérez.