La Mesa del Agua del Chaco salteño, espacio que reúne a organizaciones del Estado y no gubernamentales que trabajan en la zona junto a las comunidades indígenas y organizaciones campesinas, realizó los días 15 y 16 de marzo la primera asamblea presencial del año. En ese marco, y conmemorando el Día Mundial del Agua, hay desafíos al momento de garantizar un acceso seguro del agua, sea para consumo humano como para las producciones agrícolas y ganaderas, sobre todo, en un contexto de sequía.
Por ello, una de las principales acciones en el encuentro que se desarrolló en la ciudad de Orán fue un repaso de los conceptos metodológicos y el abordaje en los territorios sobre los procesos de construcción de cisternas, posibilidad que desde hace algunos años permitió un rápido acceso al agua en el Chaco salteño.
Gabriel Seghezzo, integrante de la Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz (FUNDAPAZ), contó que se volvió a trabajar sobre las cisternas porque muchas de esas obras se habían hecho hace 10 años y era preciso recordar el proceso de formación, tanto para los constructores como para los beneficiarios y las instituciones que trabajan la temática. “Como las obras se hacen de manera conjunta con las comunidades nos parecía importante repasar ese encuentro”, inidicó.
La construcción de cisternas en el Chaco salteño se basó en el programa “Un millón de cisternas rurales en Brasil”, que se desarrolló hasta 2006 y tenía como objetivo construir un millón de cisternas para la cosecha y almacenamiento de agua de lluvia. De esta manera, se empezaron a construir cisternas que pueden almacenar hasta 16 mil litros de agua, cantidad suficiente para servir a una familia de cinco miembros durante ocho meses de sequía en el semiárido, para uso exclusivamente doméstico (beber y cocinar).
Al compartir una geografía similar en la provincia de Salta, la iniciativa brasilera se empezó a replicar, pero aquí se hicieron de hasta 52 mil litros, ya que se pensaron para mantener las producciones agrícolas y ganaderas de las familias de la zona.
Con esta experiencia, en el encuentro en Orán se manifestaron las preocupaciones en relación a la logística que se requiere para sostener estos procesos. Se discutieron las responsabilidades de cada actor involucrado, los aportes de cada familia, la distribución de materiales, los costos, y la llegada a las comunidades, dado que hay una distancia mínima de 50 kilómetros entre comunidad y comunidad.
Néstor Montes, de la localidad de Los Blancos, en Rivadavia Banda Norte, dijo a Salta/12 que es preciso seguir trabajando en la problemática que se vive en relación al agua en los departamentos de Orán, Rivadavia y San Martín. “Hoy esos tres puntos siguen teniendo problemas”, resaltó, manifestando que es importante que la Mesa del Agua continúe porque permite establecer las alianzas estratégicas que se pueden hacer entre las comunidades y las instituciones.
“Las comunidades están dispersas y cuesta mucho la llegada del agua porque están muy alejadas unas con otras y no es como en los pueblos”, explicó. En ese sentido, dijo que la articulación se tiene que desarrollar porque “hay comunidades que necesitan de forma urgente la llegada del agua”, pero no pueden tenerla porque los materiales para la construcción de una cisterna no llegan a destino por el mal estado de los caminos, ejemplificó. La preocupación es mayor cuando grupos de personas, mayormente conformado por mujeres, no pueden seguir con sus proyectos colectivos que involucran merenderos o huertas comunitarias.
A ese escenario se sumó la necesidad de establecer algunos acuerdos para la instrumentación y seguimiento del proceso de construcción de cisternas, como el desarrollo del derecho a la consulta libre e informada, el fin de la obra y el monitoreo posterior. De allí se reiteró el planteo sobre cómo trabajar una base de datos común en la Mesa del Agua, más aún cuando se manifestó el desafío de profundizar un programa de monitoreo y control de calidad del agua “para saber cómo están funcionando las cisternas”, y cuál está siendo el manejo y la gestión del agua por parte de las familias beneficiarias, explicó Seghezzo.
A modo de ejemplo, dijo que desde FUNDAPAZ se está desarrollando, desde hace dos años en Rivadavia Banda Sur, una estación para la toma de muestras para análizar la calidad del agua. El desafío máximo es “establecer un programa de monitoreo común” entre todos los actores que forman parte de la Mesa del Agua en el Chaco salteño. Por eso, también se destacó la importancia de escuchar a las familias campesinas e indígenas como receptoras de la tecnología de cosecha de lluvia y el impacto en su vida cotidiana con sus problemas y desafíos.
Para la coordinadora de la Mesa del Agua del Chaco salteño, Florencia Luñis, el desarrollo de estrategias comunes se puede dar a través de la participación y el trabajo de todos los sectores, sobre todo cuando la incidencia es en áreas dispersas del Chaco salteño. A pesar de ello, consideró que el encuentro "fue un espacio de reflexión general de mucha importancia”, puesto que se pudo exponer cuestiones esenciales sobre “lo que más nos preocupa que es el procedimiento de apropiación de la tecnología. Se generó un debate positivo sobre esta herramienta que representan las cosechas, que permiten el acceso y consumo de agua segura".
Un estado crítico
Seghezzo no dejó de lado la sequía que se vive en la zona, y en ese aspecto dijo que se tornó crítico el acceso al agua potable. “Hay inversiones que se hacen para facilitar agua para consumo humano, pero hay bastante que invertir para acompañar los procesos productivos”, destacó, asegurando que las acciones aún resultan insuficientes ante la alta demanda. “Sigue habiendo problemas, más en las zonas rurales”, insistió. Señaló que la captación de lluvia es una de las alternativas vigentes, pero que también se analizan otras estrategias como la construcción de represas para garantizar el consumo de agua para los animales.
En esa línea también se expresó Valentín Rivero, de la comunidad Padre Lozano, quien dijo a este medio que persisten las demandas de pozos de agua y cisternas. “La situación es crítica y si bien las instituciones civiles y públicas están, es el Estado quien debe tener más presencia”, cuestionó, al asegurar que la problemática del agua no es la única que se afronta en la zona, pues persisten reclamos por el acceso a la salud, la educación, la justicia indígena y la tierra.
Participaron en la asamblea de la Mesa representantes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, que trabajó sobre el acceso al agua y la acción con perspectiva de género, lo que se llevó adelante junto a un equipo de la Organización Internacional del Trabajo. También estuvieron representantes del Obispado de Orán, de la Secretaría de Asuntos Indígenas del Ministerio de Desarrollo Social, del INAFCI -Salta y Jujuy-, de las organizaciones de la sociedad civil Asociana y Edipaj, y de organizaciones indígenas y campesinas, del Servicio Mundial de Iglesias y de las universidades Nacional de Salta y Católica de Salta, entre otros.