Victoria Montenegro es hija de Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro, militantes del PRT-ERP salteños que fueron secuestrados en 1976. Ella fue apropiada por el coronel Herman Antonio Tetzlaff y recuperó su identidad cuando tenía 25 años, pero le llevó tiempo aceptar y entender su historia. En ese camino colaboró en Abuelas de Plaza de Mayo y luego trabajó en el ministerio de Desarrollo Social, donde fue responsable en el distrito porteño del Programa Ellas Hacen, orientado a mujeres víctimas de violencia, y subsecretaria del Consejo Nacional de las Mujeres. Es candidata a legisladora de la ciudad de Buenos Aires por Unidad Ciudadana. La militancia, asegura, hizo que cambiara su visión respecto de muchos temas, como el aborto. “La despenalización es una necesidad”, afirma ahora.
–¿Por qué comprometerse en política?
–Mi primera militancia fue con las Abuelas de Plaza de Mayo. Después empecé a trabajar en el ministerio de Desarrollo Social. Hasta ese momento creía que la única consecuencia de la dictadura había sido la desaparición de personas y el robo de bebés. No entendía que el objetivo de la dictadura había sido instalar ese país para muy pocos. En el trabajo territorial podés dimensionar las consecuencias de ese modelo. Entendí que la política es la herramienta que nos permite transformar esa realidad.
–¿Se siente peronista?
–Profundamente. Durante mi niñez, el peor insulto era “Evita”, cuando Tetzlaff nos quería hacer doler nos decía eso. Significaba lo peor, el desprecio más grande. Creo que uno no puede comprometerse con el otro si no termina de sanarse uno mismo. A partir de la verdad, de entender mi vida, es que pude transformarla en algo diferente.
–¿Qué cree que puede aportar?
–En Unidad Ciudadana representamos las voces de muchas personas, no todos peronistas o kirchneristas, que la están pasando mal y que necesitan saber que las personas que elijan los van a representar. Decepcionó que hubo personas que no entendieron que lo importante era ser respetuosos con quienes los votaron y aprobaron las políticas que nos están golpeando.
–¿Cómo se implementa esto en la ciudad?
–Yo soy del sur de la ciudad. El actual presidente de la Nación terminó su primera campaña de jefe de Gobierno prometiendo el hospital de Lugano. Ahora dicen que para 2020 vamos a tenerlo. Tenemos salitas pero sin atención médica. Hay que declarar emergencia edilicia en Piedrabuena, en Soldati, en partes de Lugano. Y es necesario trabajar en serio para que se respeten las leyes que protegen a las mujeres en situaciones de violencia. Hubo un retroceso enorme en estos temas, el Estado se está retirando.
–¿Ve un mayor retroceso en la Ciudad o a nivel nacional?
–En la Ciudad hace tiempo que se vienen retirando, hubo un escándalo cuando cerraron la dirección de mujeres víctimas de violencia. Pero podía haber respuestas a través del Estado nacional. Ahora tampoco hay eso. Pero además la mismas políticas económicas impactan en la vida de esas mujeres. Muchas habían terminado la secundaria gracias al Fines y habían empezado un terciario o una carrera y ya no pueden hacerlo. El programa Ellas Hacen tenía como objetivo que las mujeres pudieran estar juntas. Ahora se atomizó, se parece mucho a Ciudadanía Porteña. La idea es que te quedes en tu casa, que no te organices. Conozco casos de muchas mujeres que habían salido de situaciones de violencia y ahora volvieron a vivir con el padre de sus hijos porque ya no pueden vivir solas, no tienen forma de sostenerse económicamente.
–¿Cuál es su posición respecto al aborto?
–Hasta hace unos años tenía una posición relacionada con mi formación, mis creencias, soy religiosa, fui mamá adolescente, tenía muchos prejuicios. Tuve la suerte de tener enormes compañeras que me ayudaron a entender qué había detrás de ese tema en el que tenía una posición tomada desde un lugar de privilegio, pudiendo decidir muchas cosas. Hoy creo que es una necesidad urgente la despenalización. No puede ser que las mujeres no podamos decidir sobre nuestro cuerpo y no puede ser que mientras se dilata esta definición las mujeres se mueren y las que se mueren son pobres.
–¿Si es difícil impulsar una ley nacional, se podría hacer algo en la Ciudad?
–Creo que los porteños acompañarían esta discusión. En el interior hay provincias muy conservadoras y se dan discusiones muy difíciles.
–¿Qué otros temas o proyectos son urgentes?
–Lo que queremos en Unidad Ciudadana es sintetizar el reclamo de los que quieren que se respete el piso de derechos que teníamos. Habíamos logrado avanzar en fortalecer en derechos para las mujeres, para los niños, adolescentes, los viejos, los trabajadores, las pequeñas y medianas empresas. Este gobierno les dijo que no iban a perder nada de lo que tenían y que además iban a vivir mejor. Este año y medio de gestión demostró que no es así.
–¿En las recorridas preguntan a gente que antes los había votado a ustedes por qué prefirió “el cambio”, hay una autocrítica por haber perdido esos votos?
–Hay una cuestión lógica después de doce años de gestión. Y en los últimos años los medios más importantes trabajaban todos los días para desgastar al gobierno. Puede ser que no lográbamos llegar a toda la gente. Pero con aciertos y con errores trabajábamos todos los días para mejorar la vida de las personas. Creo que muchos pensaron genuinamente que la alternativa que ofrecía Cambiemos iba a ser mejor, que había un piso del que no se volvía, pero a nadie se le iba a ocurrir que, por ejemplo, iban a quitar las pensiones por discapacidad. Mucha gente terminó personalizando el voto, capaz le pareció que otra persona hablaba mejor, más suave, más simpática, que estaban alegres, daban pochoclos. ¿A quién no le gusta cambiar? Pero ahora se trata de qué defendía el gobierno de Cristina y qué defiende este Gobierno. Este gobierno defiende a las empresas, no defiende a la gente.
–Si no se trata de personas ¿hay un déficit en el surgimiento de nuevos liderazgos al interior del espacio? Porque no sería lo mismo esta elección sin Cristina.
–Claramente hay una enorme conducción de Cristina. Ella genera esperanza y eso es intransferible. Es amor. Creo que sí es necesario ir construyendo un proyecto que siempre trasciende a las personas. El peronismo trasciende a las personas. Este año y medio tan perverso a muchos nos hizo madurar. Es un momento de maduración y aprendizaje. Desde que asumió este gobierno no hicieron más que atacarnos, despedir, insultarnos, balearnos los locales, meter presa a Milagro Sala, intentar dejar en libertad a los genocidas con el 2x1. Se atacó cada una de nuestras banderas. Nosotros respondimos con organización. Creemos que la historia necesita de nosotros que podamos aprender a no repetir los errores y que podamos cuidar con toda nuestra fuerza esto que sembramos en la sociedad, que entendió a la política como algo que realmente le podía transformar la vida y que la está pasando mal. Les están picando la cabeza con que todo lo bueno viene de afuera, con que es buenísimo perder el trabajo después de 20 años porque te podés reinventar en la vida, podés cumplir tus sueños. Uno siente que le están tomando el pelo. Mi responsabilidad también es con la política de derechos humanos que este gobierno viene vaciando sistemáticamente, combatir la violencia institucional que está atravesando esta ciudad, para que las aulas tengas docentes y que los hospitales funcionen. Porque la ciudad es rica, la plata está, pero se subejecuta, se va para otro lado. Las plazas son hermosas, no lo discutimos, pero también necesitamos hospitales.