“La. Temporada. Final”. Esas fueron las tres palabras que eligió Jesse Arsmtrong cuando le pidieron que sintetizara la T4 de Succession (el domingo tuvo su estreno por HBO y HBO Max). Más allá de cualquier spoiler, la conclusión sobre el clan Roy comenzó con dos equipos claramente definidos. Por un lado, el patriarca más jodido que parió la ficción en el siglo XXI (cortesía de Brian Cox) y, por el otro, tres de sus vástagos. Kendal (Jeremy Strong), Shiv (Sarah Snook) y Roman (Kieran Culkin) nunca habían estado tan unidos como al comienzo de este nuevo arco. ¿Y qué hay del primogénito? Bueno, Connor (Alan Ruck) aún persigue su sueño de ser electo Presidente de los Estados Unidos, aunque las encuestas lo ubican con un 1% de chances de acceder a la Casa Blanca.
El argumento mantiene el meollo con el que acabó de la temporada anterior. El traspaso de Waystar Royco al unicornio tecnológico liderado por Lukas Matsson (Alexander Skarsgard) está a punto de concretarse, y con ello las fichas de este entramado pueden de cambiar de color y jugada en cualquier momento. O Logan Roy puede patear el tablero de un ataque de ira salpimentado con un “fuck off”. Es decir, el desquite fue la nafta (con alto octanaje en insultos y perfidia) del motor de Succession.