La risa es el alimento para el alma, según dicen, pero en LOL Argentina (Prime Video) el ayuno es obligatorio. En el flamante reality de competencia quienes tienen prohibido cualquier rictus son humoristas profesionales. Reunidos durante seis horas, y sometidos a un estricto encierro, los participantes tuvieron la tarea de hacer su trabajo con cara de póker. Tal es la faena que le tocó al variopinto grupo conformado por Migue Granados, Yayo Guridi, Charo López, Dan Breitman, Juampi González, Julián Lucero, Martín Rechimuzzi, Mica Lapegüe, Darío Orsi, y Lucas Spadafora. El próximo 31 de marzo se conocerá al ganador de la primera emisión local del envío que alteró el acrónimo del título con reglas muy claras: de obtener carcajadas a ser último que se ríe.
El formato tiene algo del veterano No te rías que es peor, el episodio “The Contest” de Seinfeld (sí, el de la masturbación vedada) y bastante de tortura nipona televisiva. Nacido de la mente de Hitoshi Matsumoto, LOL se emitió por primera vez en 2016 y de allí en más se adecuó y exhibió variantes del humor australiano, iraní, italiano y mexicano, entre otros. “Buscamos formatearlo para que se adapte al gusto local, que se entienda y que se note que estamos representando los diferentes estilos de humor en Argentina”, le dice a Página/12 Marie Leguizamo, la showrunner del formato en América latina. En los primeros dos episodios emitidos hasta la fecha, esa variedad se tradujo en una buena carga de improvisación, escatología, imitaciones y atenerse a lo inexplorado. “Ironía y picardía, el humor argentino no es tan lineal, no anticipa, sale por otro lado, es lo hace interesante”, esgrime Darío Orsi, uno de los participantes más jóvenes del certamen.
Cada acción del grupo (surgido del stand up, musical, Internet, tevé, radio, y demás) fue seguida al detalle por un nutrido equipo de cámaras del otro lado del estudio/cámara Gesell. Carcajadas, muecas o medias sonrisas a lo Mona Lisa no son bienvenidas en LOL. Susana Giménez, en su vuelta a la conducción, fue la encargada de revelar las decisiones de este VAR que juzga los gestos y mohines, acompañada por Grego Rosello. “Desde afuera podíamos ver como empezaba a afectarlos el cansancio, y eso empezaba a generar aún más risa”, asegura el conductor nativo de las redes y “Susano” por un rato. “Al toque te olvidás que hay cámaras y vas a tientas”, recuerda Charo López.
La mayoría descartó su arsenal en tanto imperó la urgencia amén de algunas propuestas como el segmento “Brillás o te humillás”. “Era un espacio donde proponías una rutina frente a los demás que estaban buscando como boicotearte”, apunta Martín Rechimuzzi. “En LOL no existe la condescendencia -opina López-. Ahí está lo positivo de no reírse. Es muy relajado y un lujo no reírse cuando algo no te causa gracia”. Algo que hubiera sido imposible para los concursantes de medirse con capocómicos como Nelly Láinez, Alejandro Urdapilleta, Nini Marshall, Fernando Peña, Darío Barassi y Daniel Rabinovich. “Si aparece Diego Capusotto, sin hacer nada, lo veo tomando un té y ya me descostillo”, se tienta Darío Orsi.
¿Hay entonces un ADN humor argentino? “Podemos venir de lugares distintos pero el juego es el mismo”, opina Julián Lucero. “Es un grado de tensión permanente, porque el juego de la comedia, y sobre todo entre comediantes, es el de construir desde las pavadas. No el de la competencia, porque el humor es una construcción colectiva. Acá propones algo y a la vez te tenés que retirar. No teníamos el entrenamiento para que fuera de otra manera”, dice el comediante. En ese sentido, para Charo López, quien conocía el formato en tiempo de cuarentena, someterse a este canon fue “enloquecedor”. “La risa es la que te marca todo: es nuestro norte. No tenés ese feedback así que no sabés si estás haciendo algo espantoso o buenísimo. Te quiebra el cerebro. ¿Estoy en cualquiera o estoy rompiendo una nueva barrera del humor?”, cierra López.