El abogado Gustavo Rivas, acusado por corrupción y promoción de la prostitución de adolescentes, fue apartado de la Comisión Permanente de Carrozas Estudiantiles de la ciudad, donde cumplía la función de asesor legal, informó ayer Alejandro Valiente, integrante de la comisión.
Valiente remarcó que si bien la función de Rivas era “ayudarnos en temas legales cuando nosotros requeríamos de él, iba al puerto a mirar cómo hacían las carrozas y charlaba con los chicos”.
Rivas era miembro de la comisión en calidad de asesor y pertenecía a la misma no designado por un colegio, sino como “mención honoraria por sus aportes al desfile a lo largo de los años”.
En tanto, dijo que a Rivas “era inevitable verlo en todos los actos culturales, actividades y charlas, hoy en la ciudad no podemos negar nada”, por lo que “nosotros esperaremos un tiempo y veremos qué abogado” ocupará su lugar, ya que “todo esto se hace ad honorem”. La noticia “fue como un baldazo de agua fría”, consideró el secretario de Planificación de la Comisión, y explicó que “somos gente a la que esto nos sobrepasa, también tenemos que hablar con nuestra directora departamental” de escuelas. Por su parte, el presidente de la Comisión Central de Carrozas Estudiantiles, Eugenio Jacquemain contó que la denuncia a Rivas “nos sorprendió a todos, tiene una gran dimensión”, y aseguró que “Rivas siempre daba vuelta por todos los galpones. Si bien nunca vi nada raro siempre mantenía conversaciones” con los chicos estudiantes.
Bajo el título “La doble vida del abogado”, Análisis Digital publicó una nota del periodista Daniel Enz, quien, luego de un año y medio de investigación, aseguró que el letrado, un ex candidato a gobernador por la Ucedé, organizaba fiestas en su casa en las que abusaba de menores de edad.
De acuerdo con la investigación periodística, los fines de semana el abogado invitaba a los jóvenes a sus casas, ya que además de su domicilio particular –donde vivió con su madre hasta que ella murió– también tenía su oficina y una quinta.
“Los cálculos más moderados indican que, por lo menos, corrompió a más de 2000 adolescentes de entre 15 y 16 años, desde 1970 y más allá del 2010. Les pasaba videos pornográficos, los masturbaba, les practicaba sexo oral y se hacía penetrar o colocar elementos importantes en su ano en encuentros semanales en su casa”, sostiene Enz en su artículo. “Dos mil es el mínimo de víctimas –dijo Enz– porque tomo, en un cálculo mínimo, un chico por fin de semana, durante 40 años. Eso da 2212. Abusaba por fin de semana de 8, 10 o 15 chicos. Entendemos que es el doble o más la cantidad de chicos afectados.”