Cuando los protagonistas de Succession se enteraron que la serie terminaba con su cuarta temporada, lloraron. Lloraron tanto, de hecho, que los guionistas de la sátira sobre el mundo de la riqueza de HBO bromearon conque debía hacerse una competencia de quién lloraba más. ¿Los ganadores? El primer lugar, según dicen, fue compartido por Nicholas Braun, el culto y dulce gigantón de dos metros detrás de "Greg the Egg", y Justine Lupe, quien está sublime como Willa. "Soy llorona, de todos modos", dice, otra vez en lágrimas, sentada de piernas cruzadas en el piso de su dormitorio en Los Angeles. "Y eran oleadas y oleadas de pena". Suelta una risa lavada. "Recuerdo que en un punto miré alrededor gimoteando, pensando que era una pesadilla, todos me miraban en este nivel de llanto hiperventilado." Hace una pausa. "Como sea, es la indicación de cuánto me importa".
Lupe, quien también aparece en la serie de Prime Video The Marvelous Mrs. Maisel, está en Succession desde el comienzo, en 2018. En los últimos cinco años, la saga sobre los medios en la era moderna, centrada en la ridículamente rica familia Roy, ha sido adornada con encendidas reseñas de cinco estrellas. Ganó 13 Emmys. Cinco Globos de Oro. Steven Spielberg es fan. Está llena de algunos de los peores y más narcisistas personajes alguna vez puestos en una página, pero el escritor Jesse Armstrong se las ha arreglado para que sea encantador pasar tiempo con ellos. Armado con una sala de guionistas llena de desaliñados estadounidenses y británicos, ha conseguido enfrentamientos shakespereanos, brutales doble traiciones e insultos asesinos como "Se suponía que iba a ser coreografiado. Esto está tan coreografiado como un perro siendo cogido en patines."
La tercera temporada terminó con un típico episodio de puñales por la espalda, con tres de los hermanos Roy enfrentados a su padre y con su hermano mayor, Connor (Alan Ruck), proponiéndole casamiento a su novia, la escort convertida en dramaturga Willa, en la boda de su madre en Toscana. Willa piensa sobre la propuesta antes de aceptar con la deliciosa línea "A la mierda. Vamos, ¿qué tan malo puede ser?".
Durante la conversación con Lupe por Zoom, pocos días antes de la premiere en New York, ninguno de los vio algún episodio de la cuarta temporada, y ella mantiene la boca cerrada sobre lo que filmaron. ¿Will y Con se casarán? "¡Sabés que no puedo decirte eso!", dice con un enojo fingido, mientras estruja a su perra blanco y negro. "Pero fue tan divertido decir esa línea de 'A la mierda...' Es una manera asombrosa de aceptar una propuesta de casamiento".
Lupe solo iba a aparecer en tres episodios de la primera temporada, con una escena de ruptura de la pareja, pero el guión siguió cambiando y Willa siguió apareciendo del brazo de Con en los eventos de los Roy. Finalmente firmó como elenco estable en 2020. "En este show fui de los 27 a los 33 años, que es una gran transición, de una chica a una mujer", dice. "Creo que es una de las cosas más angustiosas de que sea el final: las mujeres de esta serie llegamos a estar muy cerca, y ellas me ayudaron en algunas transiciones muy grandes de mi vida." Sus aspiraciones en la carrera cambiaron, su madre tuvo problemas de salud y se terminó una relación muy seria. "Tener citas a los 33 es algo muy diferente a los 27", dice. "Un set completamente diferente de cosas. La manera en la que manejás el mundo, la manera en la que pensás sobre lo que querés y lo que te importa. Todo cambió de manera muy vasta."
Cuando Lupe se unió a Succession, Willa fue presentada por ese Roman sin filtro de Kieran Culkin como "la chica hot de una fiesta que no te mirará dos veces / prostituta". Su relación con Connor -el único de los Roy que no tiene una fijación con tomar el control del negocio de su padre Logan (Brian Cox), porque puso la mira en la Casa Blanca- empezó como una simple transacción. Pero a través de los años evolucionó hacia algo, aun algo trastornado, bastante genuino. Lupe dice que Willa está bien al tanto de que Con es un "loquito", pero tiene compasión por él. "Ella ve el modo en que la familia lo golpea, y a través de las temporadas sentís crecer sus modos de defensa. Está ganando poder y tiene su respaldo, con lo que su relación se ha vuelto más compañera, en lugar de este extraño desbalance de poder. Una vez que ves las vulnerabilidades de alguien y quién es, es realmente difícil no conectar. Así me siento yo, al menos."
En Succession las relaciones tóxicas son las únicas relaciones, y Lupe ha pensado mucho en qué es lo que, por contraste, hace a una relación sana. Vuelve a menudo a una analogía que una vez le dio su compañera Sarah Snook, quien interpreta a la nena de papá Shiv. Una buena relación, le dijo, es cuando "son dos caballos corriendo en la playa en la misma dirección". "Allí están uno con otro, pero los dos se mueven independientemente", dice Lupe. "Eso es, ser capaz de ver a tu pareja y respetarla y ver dónde están y decir 'quiero ser tu compañero de equipo'". Snook, dice, ha sido una buena amiga "para tener conversaciones bastante intensas."
Según Lupe, Snook y Matthew Macfadyen, quien interpreta al poco carismático marido de Shiv, Tom, son en la vida real lo menos parecido a sus personajes. En el show, Snook es toda trajes de diseño y ego dañado. En la realidad es "maravillosa, divertida, con suéteres desteñidos y una gorra."
Otros protagonistas de Succession están un poco más en el costado serio. Un ahora tristemente célebre perfil de New Yorker sobre Jeremy Strong reveló su extrema dedicación al arte de la actuación, luego de que le dijera a la revista que se toma su rol como Kendall tan seriamente como su propia vida, y que no piensa que Succession sea una comedia. Lupe no quiere hablar de cómo es Strong en el set, pero sí dice que es "extremadamente talentoso" y que fue un gran amigo cuando ella llegó a Los Angeles siendo una veinteañera, sintiéndose sola e intimidada. "Jeremy fue muy amable, me ayudó a conseguir audiciones que eran muy difíciles y me presentó a algunas personas que me ayudaron mucho en la vida", dice. "Fue cálido y entusiasta. Esta cosa implacable que ha mostrado en términos de conseguir lo que quiere... es muy cool ver a alguien que es tan abierto sobre lo que quiere. Es muy desvergonzado en su aproximación al teatro, al arte y las películas, y su devoción por ello."
Arriesgo que el actor con el que Lupe estaba más entusiasmada por trabajar era Macfadyen. Ella se vuelve prácticamente una chica de 17 años que recuerda su enamoramiento de él. "Oh, Dios", dice. "No sé cómo podés ver Orgullo y prejuicio y no enamorarte de Matthew Macfadyen. De verdad, recuerdo la sala de cine en la que la vi, el Esquire Theatre en Denver, Colorado. Me senté ahí con mi mamá y salí pensando 'no hay hombre como el que acabo de ver'. Es perfecto. A mi novio de ese momento lo guardé en el teléfono como 'Mr. Darcy'. Inmediatamente." Le confesó todo eso a Macfadyen. "Se lo dije sin más", dice. "Al cabo de un par de episodios fui y le dije que había estado enamorada de él como Mr. Darcy. Y él... -pone un profundo acento inglés- 'Oh, eso es... gracias... oh, OK'. Quiero decir, Jane Austen sabe cómo escribir sus hombres, y él supo interpretarlo tan bien. ¡Es eso!"
Lupe creció en Denver, en una familia de artistas. Su madre, una ex bailarina, trabajó en varios roles de salud mental, desde atender a chicas abusadas a proveer terapia cognitiva para mujeres con desórdenes de personalidad. Su padre es artista visual, y trabajó en el el Museo de arte de Denver como especialista en exhibiciones. "Supe desde muy, muy joven que quería ser actriz", dice Lupe, que fue a campamentos de actuación y escuelas que se especializaban en teatro antes de ir a Juilliard. Había visto un documental sobre la ilustre escuela neoyorquina de artes, y decidió que era el lugar para ella. Entró y se graduó en 2011, y al año siguiente tuvo una parte pequeña en Frances Ha, puesta independiente de Noah Baumbach y Greta Gerwig. Le siguió un trabajo consistente en el drama legal Harry's Law y la sitcom Cristela, antes de conseguir roles destacados en la adaptación de Stephen King Mr. Mercedes y The Marvelous Mrs. Maisel.
En Maisel interpreta a Astrid, una mujer que se está convirtiendo al judaísmo y que, como Willa, se tambalea en los bordes de una intensa unidad familiar. "Ambas son outsiders", dice. "Willa es muy del estilo 'aquí estoy, lo quieras o no', mientras que Astrid está golpeando la puerta, haciendo todo lo que tenga que hacer para probarse a sí misma y su compromiso." Como Succession, Maisel está entrando en su temporada final, tras siete años. Y aunque Lupe ya tiene un nuevo proyecto televisivo, no tiene permitido decir nada aún. Entrega una amplia sonrisa. "Estoy diciendo dos adioses al mismo tiempo."
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.