Se acercan las elecciones y es lógico que el debate se intensifique con temas cruciales para el país y para la provincia de Buenos Aires. Uno de ellos es sobre el famoso "modelo exportador".
Tomemos dos productos: trigo y soja. Según el informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA) las exportaciones argentinas fueron récord en 2022: “La agroindustria aporto 6,5 dólares de cada 10 dólares exportados”. Hay que tener en cuenta que los pellets, expeller u otros derivados de los granos sirven para la alimentación de los animales que consumimos, muchos de estos productos ya son exportados como el pellet de trigo o girasol.
"Las exportaciones argentinas alcanzaron el máximo de 88.446 millones de dólares, donde el sector agroexportador registró liquidaciones récord por 56.985 millones de dólares (PP+MOA) con una participación sobre el total de 64,5%. Además, las exportaciones de trigo superaron, por segundo años consecutivo, a las de poroto de soja”, afirma el informe. Una de las razones por este nivel de exportaciones fue “por mayores precios”. También por el lado de los combustibles y energías, se lograron niveles relevantes: exportaciones por 8.397 millones de dólares. Obviamente estos valores figuran sin su contrapartida de importaciones.
Del total de las exportaciones, el 24% correspondió al complejo sojero, el 11% al maíz y el 5% al complejo triguero. La suma de los complejos ha pasado de representar un 45,6% en 2021, a un 40% en 2022. El saldo comercial en 2020 fue de 12.530 millones de dólares y en 2022 fue de 6.923 millones de dólares. O sea que en en toneladas se exporta menos. En el año 2022 se exportaron más de 60 millones de toneladas de granos, donde se incluye trigo, maíz, maíz partido, soja, soja bolsa, soja partida, cebada, sorgo, girasol y canola.
Sin embargo, si tomamos los datos de últimos años, según Télam “la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) durante 2021 los embarques de granos desde puertos argentinos totalizaron 60,66 millones de toneladas, alcanzando un récord histórico al superar la marca del 2019, año en el que se despacharon 60,3 Mt[2”. Por lo cual da cuenta que el efecto precio jugó a favor en un contexto post-pandemico y un conflicto sin resolver entre Ucrania y Rusia. Dos años con los mismos niveles en cantidad, pero el precio mejoró. Si el precio internacional mejoró tiene que ver con una demanda externa. El economista Marcelo Diamand planteaba que había un problema a resolver con nuestra estructura productiva: la producción, el precio internacional (demanda externa) y una combinación de ambas.
La harina sigue siendo el principal producto que genera mayores ingresos en dólares. En segundo lugar está el aceite de soja, y en tercero el poroto de soja dentro del complejo soja. Estos ingresos se justifican por mayores precios. En el caso de poroto de soja, marca que la necesidad de la demanda externa de materia prima fue fuerte, principalmente de los socios como China. Esto se vio en el II programa de incremento a las exportaciones (PIE). El programa PIE logro adelantar 8.120 y 3.150 millones de dólares en dos meses diferentes, lo que evidencia que era necesaria una devaluación que mejorase los ya muy buenos precios internacionales sobre los que informó la Bolsa de Cereales de Córdoba.
No obstante, si tomamos los años 2020, 2021 y 2022 el saldo comercial superavitario fue de más de 34.000 millones de dólares ¿Cómo influyó o se reflejó en la generación del ingreso entre capital y trabajo? ¿Hubo disminución de la pobreza? Sumemos al análisis el crecimiento económico.
Empecemos de atrás para adelante. La pobreza según el INDEC en el primer semestre de 2022 tuvo un nivel del 27,7% hogares y 36,5% personas. Comparado contra primer semestre de 2020 se redujo en 2,7 y 4,4 puntos porcentuales, respectivamente.
Usualmente se habla sobre el reparto de la “torta” o “riqueza”, cuyo punto virtuoso sería el fifty-fifty, la distribución pareja entre capital y trabajo.
Pasemos al análisis de los datos. Primero, recordemos la emergencia estadística decretada en el INDEC bajo la conducción de Jorge Todesca. Segundo, entre 2016-2019 hubo cinco devaluaciones que demolieron el salario. Tercero, el primer trimestre de 2016 el trabajo se apropiaba el 54,2% y el capital el 35% de la riqueza generada y en el tercer trimestre de 2022 el trabajo pierde terreno hasta llegar al 43,6% y el capital paso a subir 11 puntos porcentuales llegando a 46,1%. Cuarto, si tomamos el primer trimestre de 2020 y el tercer trimestre de 2022 el trabajo retrocede 7 puntos porcentuales y el capital paso de 35% (1T20) a 46,1% (IIIT22).
En este contexto, podemos decir que la recuperación “rebote” de 2021, comparada con 2020, muestra que en 2022 se continuó creciendo. Pero el reparto de la torta no tiene correlato con el modelo exportador. Los ingresos de divisas fueron para cubrir obligaciones y demandas de la industria, con un retroceso en la apropiación del trabajo en la producción generada. Un dato final del modelo exportador: en el sector agropecuario el trabajo se apropiaba del 27,6% en el 1T16 y del 22,7% en el 3T22; y el capital agrario el 60,5% y el 63,4%, respectivamente.
(*) Director del Instituto de Estudios para el Desarrollo Productivo y la Innovación (IDEPI) de la Universidad Nacional de José C. Paz.