Pasaron diez años entre que Ulises de la Orden empezó a “coquetear” con la idea de hacer un documental sobre el Juicio a las Juntas, un tema que entonces le parecía un episodio “fundamental de la historia argentina que parecía olvidado”, y el día en que "El Juicio” es un hecho consumado, ya pre estrenado en el exterior y en el Foro Mundial de Derechos Humanos. El film fue realizado enteramente con imágenes de aquel debate iniciático del proceso de juzgamiento a los genocidas de la última dictadura cívico militar: “El Juicio a las Juntas es un hito de la humanidad”, ponderó De la Orden en esta entrevista con Página/12.
– ¿Por qué quiso hacer una película sobre el juicio a las Juntas?
– Tenía la sensación, o la certeza, que todavía tengo, de que el Juicio era un evento de nuestra historia ineludible y fundamental y que estaba un poco olvidado, digamos, no estaban agenda. Empecé a investigar y lo primero que apareció fue que había 530 horas de material prácticamente inéditas sobre el debate. Filmadas, pero nunca proyectadas. Eso ya me sedujo muchísimo como cineasta.
Por decisión del gobierno de Raúl Alfonsín, el debate en el que seis jueces de la Cámara Federal juzgaron durante nueve meses –entre abril y diciembre de 1985– a nueve comandantes de las Juntas Militares que dirigieron la última y más sangrienta dictadura cívico militar eclesiástica que sufrió el país, se filmó por completo pero no se televisó. Sólo se proyectaron brevísimos pasajes sin audio en los flashes informativos que emitían los medios de la época. Cuando culminó, Carlos Somigliana, el dramaturgo y colaborador del fiscal del Juicio, Julio Strassera, realizó un especial en el compaginó las audiencias en 12 horas de audiovisual, pero De la Orden no quería hacer lo mismo.
"Contar el Juicio no es mostrar el Juicio. Yo quería hacer una película documental, así que antes de saber si la podía hacer tenía que ver el material para ver si allí estaba", explicó a este diario.
– ¿Y qué encontró? ¿Había una película allí?
– No había una sino infinitas películas en el material. Cada persona que se ponga a revisarlo haría una película distinta. Es un material tremendamente conmovedor, desgarrador, potente. Fue la primera vez que se decían estas cosas en sede judicial. Ya estaba hecho el informe Nunca Más, pero nunca se había dicho en sede judicial estos testimonios de víctimas, sobrevivientes familiares y de los mismos militares también y de los testigos que llevaron. Un material, a la vez, registrado con cierta rigidez del lenguaje televisivo, algo que se nos volvió un desafío a sortear: cómo trabajarlo en el montaje para producir un lenguaje cinematográfico y darle cierta dinámica, un ritmo fuera no el ritmo de la grabación no el ritmo del juicio, sino el ritmo de la película que nosotros estábamos queriendo hacer.
A caballo de una sistematización hiperdetallada del material y munidos del montaje como única herramienta, De la Orden y compañía lograron convertir las 530 horas de filmación en una historia de tres, compuesta por 18 capítulos, que “no es un catálogo de casos” ni tampoco “una cronología” de los hechos”, como aclaró el director.
-- ¿Qué cuenta El juicio?
-- La historia tiene que ver no solo con el debate sino con lo que ocurría en el país: una democracia joven, frágil, delicada que, con total civilidad, con las leyes que había, con las instituciones que había, con los funcionarios que había, se logra juzgar a los genocidas que todavía tenían el control sobre los arsenales y la tropa. Se los juzga y se producen condenas. Quizá no todas las condenas que el pueblo argentino hubiera esperado, pero la maravilla del juicio es que haya sucedido, que se haya hecho y que se haya transformado en un parteaguas en nuestra historia. Después de este juicio, y más allá de nuestra democracia imperfecta, nuestras crisis recurrentes, nunca más una dictadura militar. Y sobre este juicio, sobre el informe del Nunca Más, con el compromiso de los organismos, el coraje de los sobrevivientes y la sociedad civil que de a poco se fue volcando cada vez con más fuerza, se produjo y se sigue produciendo un proceso de justicia de características únicas en la historia de la humanidad.
-- ¿Halló alguna sorpresa respecto de lo que no recordaba o que se registró?
-- Sí. Una de ellas es que no hay héroe en el debate. Yo abordé el material, antes de empezar a verlo, con la sensación de que para mí era Strassera. Un personaje dramaturgicamente fabuloso. Y no nos dio el material para armarlo. Otra de las cosas fueron las intervenciones de los defensores de los genocidas. La estrategia de las defensas de interrumpir, detener, tratar que el Juicio no se haga. Creo que estaban convencidos de lograr impunidad y por eso, porque no lo lograron, es que el Juicio tiene una importancia. Por otro lado, me interesó mantener el conflicto que mostraba la puesta en escena del juicio, las fuerzas que se oponían allí, el bien y el mal, la vida y la muerte, la justicia y la injusticia. Estos personajes, los represores, pero también sus defensores, eran la encarnación viva de esa fuerza que se oponía a la vida, a la justicia, a los valores de la democracia. Lo decían, además. Darle esa entidad es una manera de mostrar la solidez, la contundencia, la inteligencia de quienes se oponen para poder triunfar.
-- El documental no cuenta con graphs que identifiquen a quienes aparecen en escena. ¿Por qué?
-- Hicimos algunos experimentos porque era una duda muy fuerte que teníamos y porque algunas personas con quien compartimos el material (jueces de la cámara, abogados, sobrevivientes) nos lo habían propuesto. “Identifiquen aunque sea a algunas, no es lo mismo que hable Nicolaides que otro militar”, nos decían. No funcionó. Cualquier cosa que le pusiéramos sobre la imagen la desnaturalizaba. Mechar hipertextos entre algunos testimonios tampoco, porque alteraba muchísimo el lenguaje, la unidad estética del archivo del Juicio. Cualquier otra cosa que le pusiéramos lo banalizaba, el único artificio que se admitió fue el montaje. Y comprobé en las exhibiciones de las que venimos que la falta de esos datos no altera la comprensión. El documental es solo una introducción al tema. ¿Querés saber más? Está todo servido en bandeja para que vayas a investigar y sepas más. Nuestro trabajo sí fue muy fuerte en que no quedaran dudas respecto de quiénes eran los jueces, quiénes los querellantes, quiénes los acusados, quiénes los testigos.
– ¿Cómo imagina que las nuevas generaciones comprenderán el documental? Chicos y chicas que nacieron hace 20 años…
-- La película tiene como público objetivo que la vean chicas y chicos de cuarto y quinto año de los secundarios en todo el país, nacidos en democracia. Es el público ideal que yo quisiera. Es una película dura y larga, no es un entretenimiento es un documento histórico, pero podrían verla en las escuelas, en el marco de cierta preparación previa en el aula. En ellos y ellas está el futuro.
-- El estreno de Argentina, 1985 meses atrás, ¿impacta para bien o para mal en la circulación del documental?
--Creo que Argentina, 1985 abrió un camino, puso la luz sobre el juicio, llamó el interés en un tema del que hace una década, cuando me crucé con la idea, no se hablaba, no estaba en agenda. Para mí fue una injusticia que no gane el Oscar. Puso en boca de todo el mundo un hecho relevante para un país lejano, chiquito como el nuestro, pero que es un hito de la humanidad.
El juicio se proyectará a partir del viernes 31, todos los viernes a las 20 en el Malba.
El camino de los archivos
Canal 7 y el Archivo General de la Nación fueron los primeros lugares a los que acudió De la Orden en busca de la filmación del Juicio. "No tuve buenas respuestas, no hubo voluntad de colaborar hasta que llegué a Memoria Abierta", el colectivo de organismos de derechos humanos que gestiona la digitalización del archivo del debate, hecha en 2010. "Enseguida nos entendimos y nos pusimos de acuerdo y fueron una parte clave para hacer la película", de la que Memoria Abierta es productora asociado.
En el marco del proyecto, el colectivo se propuso redigitalizar la copia del registro audiovisual que existe en el país, y que está en manos de la Cámara Federal "con el objetivo de poder aplicar avances tecnológicos que permitieran recuperar esa cinta en términos de calidad y sonido", apuntó la titular de MA, Verónica Torrás. Pero, además, lograron digitalizar la copia en formato VHS que los jueces del juicio llevaron a Noruega, a escondidas, con el objetivo de que quedara a resguardo de posibles nuevos levantamientos militares, a fines de los '80. Ambas copias nuevas quedaron bajo cuidado de MA.