Dice una querida compañera que maternó entre rejas: 

“Pienso en la idea de legado, siempre. En el traspaso.

Por estímulo: el color muro, día tras día.

No hay ladridos ni gorjeos. Sobra el metálico de llaves ocultando el sonajero.

¿Cómo se hace, una, madre? ¿Sin el traspaso diario del saber? ¿Sin turnos en el pediatra, sin perillas de luz en la noche oscura? ¿sin reloj para el antibiótico? ¿Sin picaportes de un lado, y muchos candados del otro, por dónde salir cuando llora, durante la noche? ¿Con quién conjeturar por qué llora?

Y aprendimos de todos modos a ser madre en las cárceles de la dictadura Argentina.

Aprendiendo a contar el tiempo entre el reclamo del hambre y las deposiciones diarias. Que es el único tiempo que cuenta, en el que cabe: resumen y compendio.

Universo de la Vida donde nos refugiamos. Su madre y las compañeras, sus “tías”, verdaderas constelaciones, planetas girando en su centro.

Qué hubiera sido de no haberlas tenido a ellas disputando malacrianza“.

Yo fui una de las tantas tías que ayudaba con dibujos y artesanías para que las madres les manden a sus hijos, una vez que eran separados. Algunos los destiné a los niños de mi familia. Ser testiga de ese tiempo marcó mi propia maternidad, así que nunca dejé de celebrar los cumpleaños, ni de ir a fiestas escolares o armar búsquedas del tesoro para los regalos de Navidad.

Analía Giordanino, hoy adulta y madre, resguardó ésas cartas y en la exposición que se realizó en el Centro Cultural Provincial Paco Urondo fue con su hijo, que corría y miraba y admiraba. Y señala lo siguiente: “esta semana se inauguró la Muestra por la Memoria ahí están las cartas que me mandaba la tía, a mí, a mi hermano, a mi abuelo, a mi mamá. Fui con mi hijo. La memoria está viva. Muchos años en casa los pasé esperando sus cuentos, sus tejidos en macramé, canciones dibujadas.

Yo no entendía bien pero me daba cuenta que la puja de mi abuelo por visitar a mi tía en la cárcel de Villa Devoto era algo que tenía que ver con la vida y el amor, y no con una pared. Algunos hombres también pueden parir, mi abuelo parió en mí esa puja.

La memoria está viva. Nunca más.”

Me gusta pensar que esas cartas influyeron para que sea escritora.

Y Candelaria Rivero, poetisa, es hija de ex presa y preso político, y nació en democracia. Vimos a su hijo en la presentación de nuestro libro, y lo dice así en una poesía: "Ayer en la presentación del libro Nosotras en Libertad, mi hijx corría entre butacas entre las fotos de desaparecidxs y la escena de él jugando entre esas ausencias se me aparecía como una especie de revancha, de triunfo de la vida. Mi hijx, nieto de abuelxs que fueron presxs políticxs, juega y baila". 

Finalmente, mi nieta de 8 meses, que éste 24 asistió a la primera marcha. Marché con ella en mis brazos, con mi familia y junto a miles, en un ritual que cada año se renueva.

Invoqué a la diosa lluvia para que siga bendiciéndonos porque hace falta, pero le pedí que parase durante la marcha y que después siguiera. Mágicamente pudimos marchar y sobre el final, una fina garúa nos humedeció.

Mi nieta tiene madre y padre que la gestaron y la desearon. Reciben los legados de las 2 abuelas y 2 abuelos, 3 bisabuelas, tía y tíos. Y cientos de tiabus desparramadas en nuestro país y el mundo. Legados que la dictadura prohibió a otras maternidades.

Por ella, por las generaciones que vienen no nos distraigamos y fortalezcamos la democracia para que el Nunca Más, sea Nunca Más.

*Ex presa política. Co-autora del libro Nosotras en Libertad.