La muerte de María Kodama, el pasado domingo, puso en primer plano la cuestión de qué pasará con la obra de Jorge Luis Borges. Su viuda era la heredera universal de los derechos de autor, de acuerdo al último testamento que realizó el autor de Ficciones en 1985, poco antes de su muerte.
Kodama se encargó, desde 1986, tras la muerte del mayor escritor argentino, de administar la obra más importante en lengua española del siglo XX. Fue quien negoció ediciones y traducciones, así como también protagonizó querellas como la que entabló con Pablo Katchadjian por El Aleph engordado, su reelaboración de los más célebres textos borgeanos.
Fernando Soto, abogado de Kodama, manifestó que en estos días se daría a conocer el testamento , con lo que en ese momento se sabá qué había dispuesto la albacea sobre los derechos de Borges. El letrado afirmó que Kodama tenía todo arreglado de fallecer a los 86 años por un cáncer de mama.
En agosto pasado, en una de sus últimas entrevistas, Kodama afirmó a La Nación que tenía dispuesto entregar una parte de la obra a una universidad de Japón y la otra a una universidad de los Estados Unidos. No dio más detalles, salvo dos: que en la casa de altos estudios de Japón se estudia castellano y la obra de Borges; y que en la de Estados Unidos el autor de Otras inquisiciones fue conferencista (podría ser Harvard o Texas).
Nacida en 1937, Kodama conoció a Borges en su juventud y lo acompañó en sus viajes al exterior. Ambos se casaron en abril de 1986 vía un poder en Paraguay (aun no regía el divorcio en la Argentina, y Borges estaba legalmente unido a Elsa Astete Millán). El escritor falleció el 14 de junio de 1986 en Ginebra, la ciudad de su juventud, donde fue enterrado. Su viuda se convirtió en su heredera y guardiana de su obra.
Dos años después de la muerte del cuentista, poeta y ensayista, Kodama creó la Fundación Internacional Jorge Luis Borges con la idea de difundir su obra. Tras su muerte, a la misma edad de Borges, fue enterrada en el cementerio Parque Memorial, en la localidad de Pilar, rodeada de pocas personas (el ministro de Cultura, Tristán Bauer, entre otros) y ahora queda por dilucidar el enigma de la herencia de Kodama en cuanto a los derechos que cuidó con tanto celo.