Argentina está cursando un brote de dengue que obliga a tomar medidas preventivas frente al aumento de contagios de esta enfermedad que -detectada a tiempo- tiene un buen pronóstico. En marzo los casos de dengue se multiplicaron en las ciudades y la población vuelve a considerar el impacto de uno de los virus de mayor presencia en el país y la región.
En el último informe epidemiológico del Ministerio de Salud, que abarca del 12 al 18 de marzo, se contabilizaron 9.388 infecciones, el 95% más que la semana anterior, que registraron 4828. De ese total, 8.504 no tienen antecedentes de viaje, 582 se encuentran en investigación y 302 fueron importados.
Luego de publicar estos datos, y ante el sostenido aumento de contagios, el Ministerio de Salud de la Nación pidió reforzar las medidas preventivas para evitar el contacto con los mosquitos transmisores, los Aedes Aegyti: “Estamos cursando un brote de dengue”, indicó la directora nacional de Control de Enfermedades Transmisibles del ministerio de Salud de la Nación, Teresa Strella.
“Esta es una enfermedad que afecta y se desarrolla en ámbitos urbanos y básicamente ahora lo importante es la eliminación de potenciales acumuladores de agua, donde el mosquito cumple su ciclo”, sostuvo la especialista.
Tipos de dengue y el peligro de la segunda infección
La infección es causada por un virus de la familia Flaviviridae, que -a su vez- tiene cuatro serotipos: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. En Argentina, se detectó hasta ahora la presencia de tres de ellos: el 70% correspondió a DEN-1, el 27% a DEN-4 y solo un 3% a DEN-2.
Cuando una persona se recupera de la enfermedad, adquiere inmunidad de por vida contra ese serotipo en particular. Pero puede infectarse con otro serotipo. La posibilidad de una segunda picadura del Aedes aegypti, eleva los riesgos de sufrir la forma más grave de la enfermedad.
La principal complicación es que estas infecciones posteriores, también llamadas secundarias, elevan el riesgo de padecer un cuadro grave de dengue. Esta es otra forma en que se manifiesta la enfermedad, anteriormente llamada dengue hemorrágico, y puede poner en riesgo la vida.
En estos casos, se puede presentar mediante una acumulación de líquido, seguida de dificultad respiratoria, extravasación de plasma, hemorragias graves y fallas orgánicas. Los signos aparecen entre 3 y 7 días después de los primeros síntomas y se acompañan de un descenso de la temperatura corporal, dolor abdominal intenso, vómitos persistentes con o sin sangre, respiración acelerada, hemorragias en las encías, fatiga e inquietud.
Si bien la mayoría de los pacientes con dengue evoluciona favorablemente, en los cuadros graves —que cada año obliga a internar a 500.0000 personas en América Latina— la tasa de mortalidad es del 2,5%. Pero si se detecta a tiempo y se trata adecuadamente, manteniendo el volumen de los líquidos corporales, se puede reducir a menos del 1%.
Por esto, todas las personas, y especialmente las que ya tuvieron la enfermedad, deben tomar las medidas preventivas para evitar el contagio. Las más importantes son eliminar o tapar los recipientes u objetos donde pueda acumularse agua y utilizar repelentes personales y hogareños (tabletas, aerosoles, etc).
¿Hay vacunas para prevenir el dengue?
Existe una vacuna aprobada por ANMAT desde 2017, cuyo nombre comercial es Dengvaxia y contiene virus atenuados. La dosis está disponible comercialmente y se recomienda solo en aquellas personas que han tenido la infección, ya que la vacuna puede no ser efectiva en todas las personas que la reciben y la protección contra el dengue puede no ser completa.
Los especialistas en infectología coinciden en que aguardan la aprobación de ANMAT de un suero japonés, que, al parecer, “tuvo mejores respuestas inmunes ante casos preventivos, esto es, personas que aún no tuvieron la infección”.
“Para octubre posiblemente esté aprobada esta vacuna, que previene las cuatro cepas que puede transmitir el mosquito” aceptó el infectólogo Ricardo Teijeiro, del equipo del Hospital Pirovano, en referencia a la vacuna japonesa, cuyo nombre comercial es Takeda y cuyos estudios se encuentran aún en fase tres en la ANMAT.
Se trata de un inyectable de dos dosis que se aplica con tres meses de diferencia entre el primer y segundo componente. A diferencia de las vacunas conocidas, la administración es subcutánea y no intramuscular, como la del coronavirus. La vacuna es tetravalente, es decir, que brinda protección contra cuatro tipos de virus del dengue.
Los ensayos fueron realizados sobre más de 20 mil niños y adolescentes en 26 centros de investigación de ocho países endémicos: cinco de América Latina (Brasil, Colombia, Panamá, República Dominicana y Nicaragua) y tres en Asia (Filipinas, Tailandia y Sri Lanka).
"El hecho de que la vacuna previene un 62 por ciento el dengue sintomático significa que reduce la probabilidad de infección con síntomas en ese porcentaje para quien recibe la vacuna", señaló Xavier Sáez Llorens, uno de los principales investigadores del inyectable.
Y agregó: "En tanto que el nivel de eficacia para la hospitalización es de un 83 por ciento. Esto la hace una inmunización muy efectiva porque, en salud pública, lo que se busca es prevenir las formas graves de la enfermedad y las muertes".