A Virgelina le importa la recuperación del legado ancestral de las comunidades negras. Desde la coordinación que realiza en Asomujer y Trabajo, una organización formada por población afro, en su mayoría mujeres de la costa sur y municipios y departamentos cercanos a sus lugares de origen, ayuda a familias desplazadas y a víctimas de la violencia armada en Colombia. Antes de ser desplazada junto a varias personas hacia Santiago de Cali, en 1985, Virgelina vivía con su familia con una comunidad negra en un territorio minero en el departamento del Cauca, donde cinco mil hombres desconocidos les obligaron a abandonar sus tierras. Esa circunstancia la llevó a convertirse en una de las portavoces de las mujeres víctimas de la violencia sociopolítica en Colombia.
Recién llegada a Buenos Aires, Virgelina cuenta cuánto la motiva viajar y conocer otras experiencias de compañeras y compañeros: “En nuestros países hemos sufrido hechos victimizantes y de violencia, por eso nunca vamos a parar en la búsqueda de la verdad”, comienza diciendo y agrega: “No se puede hablar de restauración de derechos si no hay verdad. No se puede hablar de reparación si no hay verdad y esa es nuestra búsqueda”.
En 2010 creó la Unión de Costureros, un proceso colectivo que ha permitido hacer memoria, reconocer la verdad y fortalecer ejercicios de paz con distintas poblaciones. “La apuesta es que nos digan por qué desaparecieron a cuarenta jóvenes de mi organización, cuyas madres ya murieron y nunca supieron qué paso con ellxs. Porque los obligaron a irse de la ciudad de Cali. Así Virgelina se convierte en objetivo militar por ser persona no grata. “Ejército de Colombia, tercera brigada de Cali”, repite y dice que fue vergonzoso: “Quienes se los llevaron eran los servidores de la fuerza pública, a quienes nosotras les pagamos el salario con nuestros impuestos. Y no les pagamos para que nos asesinen, nos violen y nos desaparezcan”. Así fue su desplazamiento a Bogotá, luego de hacer la denuncia por esas desapariciones. “Esa es nuestra apuesta, la búsqueda de la verdad”, vuelve a señalar. “Queremos hacer un juicio político a los partidos que han dirigido nuestros países. Ellos son los responsables del daño. Álvaro Uribe es la cabeza del partido liberal y conservador”.
Coser la Colombia rota
Virgelina denuncia también a través de las telas, como esa gran tela naranja que trajo a Argentina para denunciar la expulsión, el desplazamiento, la desaparición, el asesinato y la violación a los derechos humanos. “Eso produjo una descomposición social en esa comunidad de 1600 familias en la cuenca del río Cauca. Una descomposición generada por la fuerza pública que era la que tenía que proteger a la comunidad. Ese megaproyecto para ocupar el territorio fue firmado por el gobierno, el partido político que estaba en el poder. Él es el que generó la desocupación territorial, el que vendió nuestros territorios a las firmas extranjeras, que son los que se llevan toda nuestra riqueza.” Virgelina cuenta que esos partidos están desde 1840 en el poder y son los responsables de las últimas masacres.
Con esa apuesta de búsqueda y denuncia, arroparon el Palacio de Justicia de Bogotá, de 13 metros de altura, con 2700 metros de tela. “Estamos contando los muertos que tenemos en nuestras familias, nuestros amigos, nuestros hermanos, nuestros aliados. Nos han silenciado. Nos han desplazado. En pleno siglo XXI tenemos que estar como el correcaminos, corriendo de acá para allá para proteger la familia, para proteger la vida y el territorio”.
Hoy cosen muchísimas personas y muestran esa resistencia desde las telas bordadas. “Los procesos son duraderos en el tiempo si nosotras estamos ahí. La permanencia. Pero esa permanencia tiene que ir acompañada de creatividad. Y esa creatividad puede partir de un pantalón viejo o de retazos que van quedando. En ese proceso se hace memoria, se hace resistencia”.
Virgelina tiene raíces afro, heredó esa fuerza de sus ancestras. El tejido es una manera de escritura y las comunidades afro han utilizado distintas formas de tejidos. Después de los desplazamientos, Virgelina formó estas organizaciones “porque la unión hace la fuerza”, con muchas compañeras que trabajaban desde sus casas. El Centro de Memoria Paz y Reconciliación, donde se reúnen, lo crearon en 1995. Allí proponen la costura por la memoria, como acto político para buscar la verdad, la justicia y la reparación. Virgelina encarna esa costura que convoca a las madres de Soacha para reconocer esa realidad: que el Estado –como primer opresor- había asesinado a sus hijos. Que sus hijos no eran ni paramilitares, ni guerrilleros sino jóvenes a quienes habían cargado en camiones, les habían dicho que les iban a dar un trabajo y más adelante les pusieron uniformes y los asesinaron. Y les tomaron fotos como guerrilleros.
Ese espacio tan de ellas fue el que Virgelina fundó en la ciudad de Bogotá, donde la realidad social “es poco solidaria”. Y es la realidad de miles y miles de personas que fueron desplazadas. La energía poderosa de Virgelina convoca a contar historias con la herramienta de la pedagogía de la memoria. Esa es la tarea colectiva.
¿Qué significados tiene la costura en estos contextos?
Virgelina: --Coser no es coser por coser, tiene un sentido que va más allá de la costura. Es el país que está roto, y las principales puntadas son para coser la familia. Porque la costura no puede ser solamente para hacer la denuncia sobre la tela, la costura tiene que ser para que nosotras como mujeres, como grupo familiar, como personas nos replanteemos el cambio, que se tiene que dar desde los derechos, desde el lenguaje y desde las transformaciones personales. Entre todxs tenemos que incidir para mejorar lo que creemos que está mal. Pero no se puede hablar de derechos con hambre, por eso decimos que el derecho tiene que ir articulado con la productividad. Y esa productividad tiene que ser autoformulada por nosotras mismas. Poner el conocimiento que tenemos a nuestro servicio.