La fecha señalada es el 23 de mayo: será entonces cuando Tate Britain, uno de los principales museos de Londres, vuelva a abrir las puertas para mostrarse en su renovada gloria, tras meses y meses de laburo en pos de actualizar sus colecciones. Es la primera vez en una última década que la reputada institución lleva a cabo un colosal rehang, como le dicen por esas latitudes a la tarea de cambiar el aspecto de las galerías, de modificar además la ubicación y el papel de cada obra como parte de una narrativa integral donde, lógicamente, algunas piezas suben y otras bajan… Se trata, en resumidas cuentas, “de una cirugía plástica de pies a cabeza”, tomando prestadas las palabras del reconocido crítico de arte inglés Waldemar Januszczak, que recientemente visitó el lugar para ver qué tal iba el asunto tras escuchar rumores no del todo halagüeños.
Esperando toparse con una catástrofe, WJ se encontró en cambio con “un triunfo”, “un éxito en muchos frentes”. Acaso el central sea que mujeres artistas -del siglo XVII en adelante- tendrán un lugar mucho más destacado, conforme habían adelantado desde las propias filas del museo. “¿Quién hubiera dicho que había tantas obras olvidadas de mujeres como Annie Swynnerton pudriéndose en el sótano del Tate?”, señala Januszczak, valorando que pintoras y esculturas -muchas prácticamente desconocidas para el gran público- tomen protagonismo gracias a la nueva reconfiguración, un gesto deliberado por diversificar la historia del arte británico. Swynnerton (1844–1933), por cierto, fue activista por el sufragio femenino, y trabó amistad en sus días con líderes del movimiento como Emmeline Pankhurst; suyo, además, un retrato a Millicent Fawcett, otra reconocida sufragista. Especialmente estimada por sus obras simbolistas, en 1922 se convirtió en la primera dama en ser admitida como miembro por la ilustre Royal Academy of Arts, dicho sea de paso.
“Las nuevas exhibiciones encarnarán nuestro compromiso por expandir el canon. En los últimos años, nos hemos hecho de muchas obras increíbles, y visitantes pronto podrán verlas colgadas junto a clásicos muy queridos”, adelanta Polly Staple, directora del área de arte británico, añadiendo que -entre obras maestras ya familiares para la gente (por ejemplo, de JMW Turner), hallazgos recientes y flamantes encargos- serán alrededor de 800 las piezas que estarán expuestas en la famosa galería ubicada a orillas del río Támesis, ofreciendo -como se ha dicho- una mejor representación del talento femenino gracias a trabajos desempolvados de las propias arcas y adquisiciones del último tiempo.
Adquisiciones que incluyen, por mencionar tan solo algunos casos, el notable retrato de una dama desconocida que, en 1650, pintó la pionerísima Joan Carlile, tenida por la primera mujer en dedicarse profesionalmente a la pintura en Inglaterra. O bien, una selección de acuarelas del siglo XIX realizadas durante sus viajes por Emily Sargent, la hermana tapada del exitoso pintor John Singer Sargent, cuya faceta artística recién se conoció a fines de los 1990s, de casualidad, cuando descendientes abrieron un viejo baúl familiar y encontraron cientos y cientos de obras suyas. También estará en exhibición un cuadro de la talentosa artista victoriana Marianne Stokes, A Fisher Girl’s Light, que data de 1899, y siguen las firmas…
Aún más, la mitad de artistas contemporáneos exhibidos serán mujeres, promete el Tate: desde la referente del hipnótico movimiento Op Art, Bridget Riley (Londres, 1931), hasta la antaño enfant terrible de los Young British Artists, Tracey Emin (Croydon, 1963); desde zimbabuense radicada en UK, Kudzanai-Violet Hwami (Gutu, 1993), cuya obra gravita hacia la representación de la comunidad afro, hasta la multidisciplinar Lydia Ourahmane (Saída, Argelia, 1992), dueña de instalaciones, esculturas, obras sonoras y vídeos que reflexionan sobre colonialismo, migración, geopolítica, entre otros tópicos con peso específico.
“Las y los visitantes se encontrarán además con trabajos de una nueva generación de muchachas que, por primera vez, participan de la colección nacional; por caso, un lienzo caleidoscópico de Rachel Jones (1991) y una serie de fotografías que capturan la vida británica del siglo XXI tomadas por Rene Matić (1997)”, precisa el equipo del museo, que asimismo prepara una reapertura por todo lo alto, con instalaciones in situ en sus jardines y cafeterías encargadas a personalidades de renombre como la disruptiva inglesa Sarah Lucas y la escocesa France-Lise McGurn, cuyas pinturas suelen derramarse más allá del lienzo hacia paredes, techos, pisos…
“Cuando nuestras nuevas exhibiciones se inauguren el 23 de mayo, las personas podrán explorar 500 años de cambios revolucionarios en el arte, la cultura y la sociedad, que culminarán con nuevos trabajos de algunos de los nombres más emocionantes de la escena actual. Celebraremos lo mejor del arte británico y mostraremos cómo nos habla, nos inspira, nos desafía”, han sido las efusivas palabras de Alex Farquharson, director de Tate Britain, frente al inminente rehang.