“Estoy emocionado por estar cerca de mi familia, y por salir a hacer lo que hago. Es lo divertido para mí. Y luego subir al escenario. Es trabajo, pero en realidad no es trabajo. Esto es lo que me encanta hacer”. Esto fue lo que contó Ghostface Killah en 2019 cuando le preguntaron qué sentía cuando salía de gira, en especial ahora que ya era un tipo grande. Este juevees, a las 20 hs, el rapero debutará en Buenos Aires, cuando se suba al escenario del Luna Park. Y lo hará junto a su banda: Wu-Tang Clan. Si bien en los últimos tiempos pasaron por la capital argentina las figuras más importantes de la música urbana estadounidense, pocas veces vinieron al país las leyendas del género. Y mucho menos de la ciudad de Nueva York, cuna del género. El último que lo hizo fue Chuck D, MC del grupo Public Enemy y dueño de una de las grandes sentencias de la doble hache: “El rap es la CNN de los negros”.

A 11 años de aquella visita de un icono parido en los años ochenta, que incluyó charla y performance solista en Niceto Club, ahora desembarca uno de los grandes emblemas de los noventa dentro del movimiento. En principio, Wu-Tang Clan se iba a estrenar en esta parte del mundo en 2020, pero la pandemia canceló sus planes. Lo que, dentro de todo, vino bastante bien porque los de Staten Island vienen en el marco de una gira con la que celebran los 30 años de su fundación. Y además arribará con ocho de sus integrantes originales: Methodman, RZA, Raekwon, Ghostface Killah, GZA, Masta Killa, Inspectah Deck, U-God y DJ Mathematics. De los integrantes de esta formación, él único que reincidirá frente al público argentino será Raekwon, quien se presentó en 2004, en el estadio Obras, acompañado por miembros de encarnaciones posteriores del grupo.

Este primer show de la banda conformada originalmente por nueve MCs (Ol' Dirty Bastard falleció en 2004, y su lugar lo terminó ocupando Cappadonna) es simbólico por varias razones. Amén de la celebración de las tres décadas de creación del colectivo neoyorquino, su visita coincide con el festejo de los 50 años del hip hop. De hecho, Method Man fue parte del tributo que los premios Grammy le brindaron al género a comienzos de febrero, y donde interpretó la canción de Wu-Tang Clan que lleva su nombre. También se van a cumplir tres décadas del primer álbum del grupo, Enter the Wu-Tang (36 Chambers), lanzado el 9 de noviembre de 1993 y que reveló con suma claridad tanto su imaginario como su sonido. Ese álbum, al igual que su secuela, Wu-Tang Forever, publicada cuatro años más tarde, son consideradas dos obras maestras en la historia del hip hop.

Mientras el gangsta rap (la cumbia villera a la manera californiana) y el g-funk cautivaban a los chicos de los barrios marginales de la Costa Oeste de los Estados Unidos, en el otro extremo de ese país Wu-Tang Clan respondió con el mismo vértigo y con la misma agresividad. Sin embargo, a diferencia de sus colegas de Los Angeles, cuyo ego los incitaba constantemente a la exposición, la novena rapera apuntó por un perfil más bajo e incluso misterioso. Y también particular. Lo que les dio un carácter underground. Al mismo tiempo, pocas veces en la historia del género se vio un proyecto tan voluminoso en su número de integrantes. Pero acá lo distintivo es que el grupo estaba por encima de sus componentes, por lo que sus integrantes podían ir y venir sin que esto afectara la supervivencia del proyecto. Y además les daba la libertad de llevar adelante sus respectivas carreras solistas en paralelo.

Así como le sucedió a Illya Kuryaki & the Valderramas al momento de concebir la imaginería de su disco Chaco, Wu-Tang Clan se inspiró en las películas de artes marciales (sobre todo la espiritualidad del kung fu) en el proceso de composición de sus letras. Su nombre, por supuesto, lo deja en evidencia. Aunque también mechaban ese misticismo con el islam, el israelismo negro y hasta con el ajedrez. También en coincidencia con Dante y Emmanuel, el grupo neoyorquino intentó inventar un lenguaje propio, lo que quedó plasmado en letras del calibre de “Shaolyn Styles”, Wu-Tang Killa Bees”, “Da Mystery of Chessboxin'”, “Shame On a Nigga” y C.R.E.A.M. (en español sus iniciales se traducen como “el dinero lo domina todo alrededor de mí”), devenido en uno de los tantos éxitos de su repertorio. Pero ese imaginario no lo entendió igual el FBI, que llegó a considerarla una “organización criminal”.

Si bien el FBI cerró el caso en 2004, Wu-Tang Clan dejó disperso por el mundo perdigones de alta volatilidad. Y lo hizo sobre la base de un sonido oscuro y claustrofóbico. De este puñado de amigos, RZA, fundador del grupo junto a sus primos GZA y Ol' Dirty Bastard, consiguió dar el salto a la gran pantalla al participar en las películas Ghost Dog: The Way of the Samurai, de Jim Jarmusch, y Kill Bill, de Quentin Tarantino. Sin dejar de lado su carrera musical. A propósito de esto, el grupo lanzó su último álbum en 2015, Once Upon a Time in Shaolin. Tres años más tarde, U-God publicó el libro de memorias En carne viva, donde justifica: “Tomamos nuestra vida cotidiana y la convertimos en algo mucho más grande de lo que hubiéramos podido imaginar. Algo que nos permitió escapar para siempre de los edificios de viviendas sociales”.