Cuando vi La fiesta inolvidable de Blake Edwards con Peter Sellers , me voló la peluca, fue alucinante, yo venía de ver todos los sábados a la tarde las películas de Jerry Lewis, al que adoraba, y en la tele había programas cómicos como La Tuerca, Viendo a Biondi, que me encantaban, pero, encontrarme con esta joya fue todo un acontecimiento!

Lo que no podía imaginar es que me iba a convertir en un perdedor como el protagonista pero... sin final feliz.

Por esos años, los primeros setentas, era costumbre ir a los parques a festejar el día de la primavera, así que con mis compañeros del Huergo, industrial, quedamos en ir a los bosques de Ezeiza a festejar. Al otro día, 9 de la mañana en punto, sí, soy puntual, estaba en la parada del 86 de plaza Flores, con mi sándwich de milanesa, el huevo duro infaltable, dos mandarinas, una cantimplora, y un paquete de galletitas surtidas compradas en el almacén de la esquina. Esperé una hora y como no vino nadie, supuse que me había confundido de horario y se habían ido más temprano. Tomé el colectivo con la idea de encontrarlos allá. Al bajar en los Bosques de Ezeiza, la multitud de chicos y chicas no me amedrentó. Caminar buscando tu grupo entre miles de grupos es una experiencia fuerte, hay que tener ganas, yo las tenía, las sigo teniendo. Al mediodía, busqué la sombra de un árbol y comí mis vituallas mientras hacía un repaso mental del lugar, por dónde había pasado, los lugares que me faltaba recorrer... Media hora fue suficiente para emprender mi segunda etapa de búsqueda. .. que fue infructuosa... no los encontré. Tomé el bondi a la tardecita, llegué a mi casa, mi mamá me preguntó cómo me había ido y le mentí, oculté mi vergüenza con un rostro sonriente y un: ¡Buenísimo mami! ¡Estoy muerto! Y me tiré en la cama a hacer que leía un Dartagñan. Al otro día en el aula estuve callado esperando alguna burla, o comentario, o lo que sea, pero nada... hasta que finalmente, en la hora de geografía, alguien comenta: "Menos mal que avisamos que se suspendía así nadie se clavó". Nunca, nadie de mis compañeros se enteró de esto... hasta hoy.

Una certera sensación de fracaso se instaló en mí.

En la esquina del Huergo estaba el Excelsior, colegio de mujeres. A la salida del turno tarde, todos nos quedábamos embobados con "la teñida" por varios motivos, era la única que tenía el pelo teñido, usaba la pollera más corta que las demás... y estaba buenísima! Pero... como dice Kartun en Terrenal: "La típica linda de amiga fea", iba siempre acompañada por una chica muy excedida de peso. El ruso Karañauskas, compañero de clase, insiste en que lo acompañe para acercarse a hablarles cuando se iban por Rivadavia, como yo siempre fui bueno para romper el hielo con chistes, y demás estupideces, me rogó que le haga la pata. A mí me daba mucha vergüenza que me vieran hablando con la otra, así que me dijo que las siguiéramos hasta que no nos vea nadie. Accedí. Luego de varias cuadras nos acercamos. Ellas sabían, nos estaban esperando. Apenas nos pusimos a charlar nos invitaron a un cumple de 15 de una amiga. Nos dieron la dirección y se subieron a su colectivo. Fuimos. Era una casa en una esquina por Villa Urquiza creo. De la terraza bajaba la música de Carpenters. Tocamos timbre, se abre la puerta y en el marco... la cumpleañera, con su mamá. El ruso entra con la madre y durante unos instantes que duraron un siglo nos miramos con la agasajada y puedo decir con certeza que nos enamoramos a primera vista, cambiamos nombres con sonrisas, me presentó a sus padres, subimos a la terraza y hablamos, hablamos, y reímos y hablamos y volvemos a reír. El tiempo se volvió flexible. En un momento se disculpa porque tenía que bajar no sé por qué. Yo flotaba. De golpe el ruso me baja a tierra y me pide por favor que saque a bailar a la amiga de la teñida para que él pueda salir a la calle a dar una vuelta, yo estaba tan embobado que no me di cuenta del peligro y accedí. Estaban pasando música disco. Voy, saco a bailar a la susodicha, termina un tema, empieza un lento, la gorda me abraza, miro para la escalera y veo a la cumpleañera que me está mirando, cuando nuestros ojos se alinean, rompe en llanto y baja acompañada de unas amigas que me miran feo. Como puedo me escapo del abrazo, voy hasta la parecita de la terraza y lo veo al ruso caminando con la teñida bajo las ramas de unos árboles. Me doy vuelta y tengo a los amigos de mi amor roto que se me acercan invitándome a que me vaya, a lo que accedí sin pestañear. Antes de bajar veo a la amiga de la teñida comiendo un sanguchito de miga. Tardé un siglo en volver a mi casa.

La soledad que sentí luego de los acontecimientos anteriores hizo que al otro día, me sumerja en un cine de Flores en continuado haciéndome la rata en la escuela. De pura casualidad me tocó en suerte La fiesta inolvidable. ¡Otra vez! Mirarla de nuevo con otra mirada, sintiéndome tan vulnerable, tan fracasado...y al contrario de lo que me pasaba, volví a reírme, de la película, de mí, del mundo y del universo. Al fin de cuentas, mi vida también podía ser una película con final feliz, sólo tenía que estar atento.

Esa película me salvó de una tristeza existencial y me abrió el camino para mirar al mundo desde una perspectiva distinta, Lla del humor, que es amor. Sin duda.

Claudio Martinez Bel es actor de Terrenal, la obra de Mauricio Kartun multipremiada que estuvo en cartel durante 9 años y pasó las 1000 funciones. Actualmente dirige Olvidate del Matadero, de la que es co-autor junto a Pablo Finamore en el Teatro del pueblo los viernes a las 20 y Cabecita de papel maché de Gabriela Romeo en la sala Becket los jueves a las 21 hs. Últimamente trabajó en las películas Rojo de Benjamin Naishtat, por la que estuvo nominado a los premios SUR como mejor actor de reparto y Crímenes de familia de S. Schindel. También participó en las series Maria Marta y Las bellas almas de los verdugos. Es maestro de clown desde hace 25 años.