Un subsidio es una ayuda económica que una persona, empresa o cooperativa recibe de un organismo oficial para satisfacer una necesidad determinada. En Argentina, estas ayudas se dividen, en términos de legitimidad, en dos tipos, según a quien vayan dirigidos: los subsidios “feos, sucios y malos” son aquellos que van dirigidos a las personas pobres de países pobres. Por otro lado, están los subsidios “lindos, limpios y buenos” que son aquellos que benefician a personas ricas de países pobres.
También entran en esta última categoría aquellos subsidios que los Estados ricos otorgan a pequeñas sociedades agrícolas, como sucede en la Unión Europea (UE). Nadie habla peyorativamente de este tipo de subsidios, que no apuntan a mejorar la productividad y la competitividad sino que se centran en la sostenibilidad de pequeños sectores productores.
En las negociaciones comerciales entre la UE y el Mercosur de las que he participado, encontré que las funcionarias y funcionarios europeos jamás plantean los subsidios como algo peyorativo. No están dispuestos a bajar las ayudas económicas hacia su sector agrícola, que es ineficiente en términos productivos.
Exportar frutas u hortalizas desde América Latina a países europeos resulta imposible debido a las medidas de protección comercial que tiene la UE. Su argumento es: “Elijo subsidiar a mi agro porque quiero que los productores agrícolas sigan viviendo en sus pueblos de origen”. Cada uno de los países de la UE financia (subsidia) a esos sectores, aunque sean ineficientes y poco competitivos.
Productividad
No se puede pretender que todos los sectores económicos de una comunidad aumenten de manera continua su productividad. Si se traslada la competitividad al ámbito de los servicios: ¿Cómo hace un médico para aumentar su competitividad en un hospital? ¿Debería atender el doble o el triple de pacientes por hora? Esa sería la única forma de aumentar su sueldo si su ingreso estuviera regido según su productividad.
¿Cómo se aumenta la productividad en tareas de cuidado? ¿En lugar de cuidar diez niños, la persona cuidadora debería atender a cincuenta? Hay tareas que no admiten esa lógica y no es correcto evaluarlas según parámetros de productividad.
Los sectores donde se puede aumentar la productividad sin que disminuya la calidad son los productores de bienes y algunos servicios. En la mayoría de los servicios, sobre todo en servicios personales como tareas de cuidado, no es correcto imponer el parámetro de eficiencia y/o productividad.
Se debería imponer el criterio de eficacia sin considerar el costo del objetivo a cumplir. Ninguna comunidad de los países desarrollados hace depender sus apoyos vía subsidios según criterios de productividad, competitividad y eficiencia, sino que lo hacen según criterios de ciudadanía y acceso a derechos. Se ocupan por alcanzar la sostenibilidad y reproducción de todas las actividades productivas, sean estas eficientes o no, que generan la integración y la paz de la comunidad.
Actualmente, en Argentina, se discute la necesidad de incorporar a diferentes sectores de la economía popular a la economía formal por medio del otorgamiento de créditos, la provisión de bienes de capital a sus productoras y productores y nuevos dispositivos como el monotributo productivo.
Cuando se discute la necesidad de estos incentivos, necesarios en muchos casos para el crecimiento de algunos emprendimientos, no se debe perder de vista que los objetivos de muchos sectores de la economía popular no deberían ser el aumento de la productividad: la compañera que cocina tortas fritas para vender en la estación de trenes tiene como prioridad obtener un ingreso; la compañera que cocina en un comedor popular, tiene como prioridad que el barrio se alimente. Ambas necesitan ser legitimadas como trabajadoras que aportan al bienestar de su comunidad.
Esta legitimidad y reconocimiento se obtienen por medio de, por un lado, ingresos que les permita vivir una vida digna, y por otro, por empezar a incorporar aquí también, un lenguaje inclusivo. No se trata de, como se dice actualmente, “transformar los planes en trabajo genuino”. Las personas que producen en el universo de la economía popular ya tienen trabajo, que sea genuino no depende de ellas sino del resto de la comunidad, quienes definen qué es legítimo y qué no.
Doble vara
Retomando el tema de los subsidios en el continente europeo, la Política Agraria Común (PAC) de la UE tiene tres objetivos: garantizar una producción viable de alimentos, asegurar la gestión sostenible de los recursos naturales y favorecer un desarrollo equilibrado de las zonas rurales de toda la UE.
Los subsidios directos permiten remunerar a los agricultores (12 millones en parcelas de 15 hectáreas) por aspectos de su trabajo que, aunque no tienen nada que ver con los precios de mercado, son considerados servicios públicos vitales para todos los europeos: medio ambiente, seguridad alimentaria, sanidad animal y vegetal y bienestar de los animales.
Cuando resulta necesario, porque el mercado falla, el Estado compra su producción (demanda) o la almacena (oferta) porque para esas sociedades lo importante, la clave, es la eficacia, no la eficiencia. El objetivo es que toda la población que integra a la UE viva de manera digna. El PAC destinará, para el período 2021-2027, 436 mil millones de dólares para los productores y apoyo para el desarrollo rural.
En Argentina se habla mucho de los subsidios que reciben las y los trabajadores de la economía popular, esos subsidios “feos, sucios y malos”, pero se habla muy poco de los subsidios “lindos, limpios y buenos”. Las principales empresas del país reciben cifras millonarias en subsidios indirectos o implícitos, como la protección comercial, subsidios de tasas, subsidios tributarios o compre nacional para distintos sectores productivos. Es el caso del acero (Techint), el aluminio (Aluar), la electrónica y los electrodomésticos (Newsan), por solo nombrar algunos emblemáticos.
Las grandes empresas son tratadas por el Estado argentino, y por toda la comunidad, como se trata a los pequeños agricultores europeos: se les cuida el mercado mediante medidas protección frente a importaciones y se les da subsidios en energías, créditos y exenciones impositivas.
La clase dirigente argentina, empresaria y política, está de acuerdo con los subsidios agrícolas de la UE, por eso se festejó el acuerdo UE-Mercosur. También acepta los subsidios a las grandes empresas que se otorgan dentro del país. Esa misma clase dirigente, para una transferencia como el Potenciar Trabajo, que en marzo de 2023 representa 34.750 pesos, cuando la canasta de indigencia de un hogar es de 80.500 pesos, le exige a las y los trabajadores de la economía popular de nuestro país que, para merecer ese subsidio, deben perseguir mayores niveles de productividad, eficiencia y competitividad.
Eficacia
Los subsidios no deberían ser otorgados con criterios de eficiencia, productividad y competitividad. No se le puede pedir eficiencia a grupos sociales que, además, viven bajo la línea de pobreza y algunos bajo la línea de indigencia. Los granjeros subsidiados por la UE viven perfectamente con su falta de eficiencia y de competitividad.
La diferencia es que existe un acuerdo dentro de esa comunidad para que las personas puedan vivir de lo que producen en su lugar de origen, sin perder su arraigo, más allá de sus niveles de productividad y su eficiencia. Los europeos eligen comprar los alimentos más caros a sus productores, mucho más caros que las potenciales importaciones de lejanas pampas húmedas, para que todas y todos vivan en armonía.
Tal vez el último activo que le queda a la Argentina en términos de acuerdo en comunidad sobre los subsidios sea la educación superior. Desde 1949 se decidió que, sin importar los costos, el precio de mercado de ese bien superior sea cero.
Diferentes personas de diferentes orígenes sociales y zonas geográficas disfrutan de ese activo. Se busca ser eficaces en garantizar el derecho al acceso, a la permanencia y al egreso como profesionales de la mayor cantidad de personas nacidas en Argentina, así como también las nacidas en muchos países hermanos que vienen a estudiar a la patria.
A la hora de generar y evaluar políticas públicas, no se trata de juzgar a los subsidios por lindos o por feos sino observar cómo las políticas económicas favorecen o perjudican la inclusión y la mejor distribución de la riqueza. La comunidad será eficaz cuando logre la integración de todas las personas que la componen.
*Economista (UBA) y docente (UBA, UNM, UNDAV). Fue presidente de la Comisión Nacional de Comercio Exterior (CNCE) de Argentina (2007-2011) y Subsecretario de Política y Gestión Comercial Externa del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación (2019-2021)