En torno a la conmemoración del Día del veterano y los caídos en guerra, el Centro Cultural Kirchner propone dos obras sobre Malvinas. El viernes a las 20, en el Auditorio Nacional, se pondrá en escena Islas de fuego - Oratorio sureño, sobre un texto de Gabriel Lerman, con música de Fernando Lerman. La obra contará con la participación de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto y el Coro Nacional de Música Argentina dirigidos por Jorge Doumont, la cantante Silvia Iriondo, Lenadro Kalén en percusión y los actores Juan Palomino y Daniel Berbedés, también a cago de la puesta en escena. El miércoles 5 de abril, la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional de Música Argentina tendrán a su cargo el estreno absoluto de Malvinas, el poema sinfónico coral de Pedro Chemes, en un programa que incluirá además Fanfarria para un hombre común, de Aaron Copland, y la Sinfonía nº4 de Johannes Brahms. La dirección estará a cargo de Federico Sardella.
A 41 años de la guerra, dos obras de amplio respiro formal se proponen para, desde distintos lugares, abordar un tema de historia reciente, que atraviesa nuestra cotidianeidad entre una memoria a menudo incómoda y la figura de los “pibes de Malvinas” que de pronto, desde una canción futbolera, despierta un sentido de pertenencia. “Esa canción tocó un rasgo sensible de pertenencia y también de unidad, porque Malvinas nos une como Nación”, asegura Gabriel Lerman. “Ahora bien, quizás nos falte a todos, y sobre todo mirando a las nuevas generaciones, aprehender y desplegar ese sentido hacia una idea más clara sobre qué significan las Malvinas hoy, desde lo histórico y lo cultural. Y ahí pensamos en la soberanía, en los recursos naturales, en la Antártida, en la Pampa Azul y en toda la zona de la Patagonia Austral”, agrega el escritor e historiador.
Islas de fuego habla de eso, remontándose casi dos siglos atrás en la historia, cuando antes de la invasión inglesa las Malvinas estaban habitadas por argentinos. “Luis Vernet llegó como gobernador a las Islas Malvinas en 1829 junto a su familia y una vez instalados en Port Louis tuvieron una hija: Malvina Matilde Vernet. Con ellos viajaron un joven gaucho entrerriano, Antonio Rivero, y un grupo gauchos e indios charrúas, acaso los primeros ‘pibes de Malvinas’”, cuenta Gabriel. “Así se conformó la primera comunidad argentina en Malvinas, hasta que en 1933 Gran Bretaña invadió las Islas”, agrega.
“Está probado que hubo habitantes anteriores a los ingleses en Malvinas y eso nos ofrece la construcción de soberanía desde una perspectiva más amplia: si la cacica tehuelche del Sur, doña María La Grande, viajó a Malvinas invitada por Vernet y participó de los planes de poblamiento, eso significa que los rastros de los pueblos originarios tienen varios antecedentes que los confirman”, continua Gabriel y agrega: “Haber imaginado a doña María en el lugar, como inspiración de la rebeldía de Rivero, fue una manera también de pensar la influencia de las culturas ancestrales. ¿Qué pasa si el grito rebelde de Rivero también estuvo inspirado en el Inchekaiche del cacique Lautaro? ¿Qué pasa si la Patagonia tenía reservado para Malvinas un destino anterior que aún no conocemos?”.
“Si la población fueguina llegó a Malvinas, entonces también es posible que su canto esté presente y pueda ser inspiradora de un encuentro cultural diverso”, interviene Fernando Lerman, compositor, arreglador y saxofonista. “Nos dimos cuenta que en la hipótesis de un folklore malvinero podría estar la marca de poblaciones yagán o selknam. Ahí fue donde nos tomamos la licencia poética de pensar e imaginar que antes de la civilización de los ‘naturalistas’ ingleses o directamente la esclavización imperial, ese territorio conformó su horizonte, su idea de la tierra y el mar, del sol y de la luna”.
María la Grande, Antonio Rivero, Luis Vernet, María Sáez de Vernet, son algunos de los personajes que articulan el relato que se despliega a través de ritmos y formas del folklore. “La música de Islas de Fuego no está pensada desde la musicología. La idea fue integrar el lenguaje a los recursos necesarios para estar en tiempo y lugar con la historia. Así la música de María la grande está elaborada a partir de un motivo selknam que cantaba Lola Kiepja y en el ritmo del kultrum mapuche. El gaucho Rivero tiene su milonga para acompañar los recitados, y para los momentos centrales de la obra acudí a dos formas folklóricas: ‘La voz antigua’ –triunfo- que es el momento de la rebelión y ‘Memoria de la huella’ que evoca a ‘los pibes de Malvinas’ en 1833 y 1982”, sintetiza Fernando Lerman.
Memoria para orquesta y coro
Pedro Chemes cuenta que escribió el poema sinfónico-coral Malvinas “en memoria de los que cayeron peleando, de los que pelearon y volvieron y de los que pelearon y se suicidaron en soledad”. A partir de un lenguaje musical que elabora estructuras polifónicas, armónicas y contrapuntísticas con técnicas compositivas de vanguardia, el compositor traza un relato musical intenso al que se integran también elementos de la música argentina. “Hay gestos que vienen del tango, que me sirvieron para expresar la soledad de la madre; también del chamamé, para evocar a los combatientes de la provincia de Corrientes, y una vidala para el regreso. Pero no están utilizados en forma literal, sino combinados con las técnicas contemporáneas”, explica Chemes.
Malvinas, se articula en tres movimientos, cada uno con su aire y sus propias razones. “El primero, ‘La Ida’, describe la situación que vivía el país antes del conflicto de Malvinas. El segundo se centra en el hundimiento del buque General Belgrano como metáfora de la Patria, expuesta por un gobierno autoritario y agredida por una potencia colonialista extranjera. La última parte, ‘Vidala del regreso’ incluye un poema de Oscar Conde que describe la vuelta en soledad de los excombatientes, sin reconocimiento y abandonados a su suerte “La idea central de la obra es que Malvinas tiene que doler, ya que es un hecho trágico y no resuelto del país”. agrega el compositor, que para llevar a cabo la obra contó con el apoyo de la Fundación Metropolitana a través de Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires.
“El coro funciona en los dos primeros movimientos como un color dentro de la masa instrumental y hacia el final del último movimiento va cobrando centralidad, cuando las palabras del poema de Conde asumen el primer plano expresivo”, explica Chemes y concluye: “Siento que esta obra salda una deuda interna que tenía con los ex combatientes, de los que estoy muy cerca generacionalmente. Año a año, cuando escuchaba la música de los homenajes que conmemoraban el 2 de abril, sentía la ausencia de alguna representación de la música que yo transito. Malvinas contribuye a llenar un vacío existente de este tema dentro de la música académica, con un lenguaje que expresa soberanía cultural”.