Boksoon debe morir 6 puntos
Gil Bok Soon; Corea del Sur, 2023.
Dirección y guion: Sung-hyun Byun.
Duración: 137 minutos.
Intérpretes: Jeon Do-yeon, Sol Kyung-gu, Hwang Jung-min, Fahim Fazli, Koo Kyo-hwan.
Estreno en Netflix a partir del viernes 31 de marzo.
Ejemplar prototípico del cine popular surcoreano, Boksoon debe morir –que se estrena en todo el mundo en la plataforma Netflix luego de su paso por el reciente Festival de Berlín– ofrece trucos viejos remozados con estilo e ingenio. Por la cabeza del espectador pasarán decenas de títulos vistos previamente, pero la historia escrita por Sung-hyun Byun para su quinto largometraje como realizador tiene el encanto de esa máxima del cine de género desde su afianzamiento en la primera década del cine sonoro, hace casi cien años: presentar al público un universo reconocible y, a partir de allí, jugar con las posibles variaciones de los códigos y contextos, lugares comunes y arquetipos.
En el comienzo, un hombre con tatuajes típicos de la yakuza duerme en el frío pavimento. Lo espera despierta Boksoon, asesina a sueldo de primera línea, cuya currículum de décadas no parece incluir demasiados errores. Lo que sigue luego de un diálogo bilingüe coreano-japonés es una típica lucha a katana limpia, aunque Sung incluye ya en esa escena seminal algunos elementos ligeramente subversivos.
Interpretada por la actriz Jeon Do-yeon, la protagonista del notable film de Lee Chang-dong Secret Sunshine y la remake de La criada dirigida por Im Sang-soo, Boksoon es una máquina de matar que mantiene una doble vida como madre ocupada (y preocupada) de su hija adolescente, que anda atravesando una etapa particularmente rebelde. La chica tiene sus propios dramas en la escuela, donde el ligero bullying de un compañero escala a otro nivel de acoso cuando el matoncito descubre el secreto mejor guardado de la chica. De vuelta al trabajo, Boksoon mantiene una relación estrecha con su jefe Hoon Goh (el experimentado Sol Kyung-gu, otro favorito de Lee Chang-dong, el protagonista de Oasis y Peppermint Candy), creador de las estrictas reglas del submundo de los homicidios pagos que logra mantener a sus clientes y a los empleados de otras compañías a raya. Cualquier semejanza con la realidad es casual, ya que el universo pergeñado para la ocasión pertenece por completo al terreno de la fantasía.
Como ocurre en tantas películas surcoreanas destinadas al gran público, el tono fluctúa entre la comedia, el drama familiar, el suspenso y la superacción, entrelazadas de manera tal que nunca se sienten como la suma de varias partes sino un todo relativamente homogéneo. En Boksoon debe morir hay historias del pasado que es mejor no desenterrar, intrigas del presente con una villana inesperada, la necesidad de proteger a una inocente de esa vida de violencia y hasta una pizca de corrupción política del más alto nivel. Y coreografías de lucha, desde luego, aunque la primera de fuste llega recién a la hora de proyección, en un bar de Vladivostok atestado de mafiosos que hace las veces de reversión de los saloons del Lejano Oeste.
Un poco extensa para su oferta, casi dos horas y veinte minutos, lo mejor del film de Sung llega en la segunda mitad, cuando todas las cartas están sobre la mesa y Boksoon debe por primera vez en su vida romper todas las reglas del negocio. Así, de a poco, la película se va empapando de un tono trágico que no parecía formar parte de la receta, pero que le sienta más que bien.