C. tiene 22 años y hace dos meses que vive un infierno. Por esos días se enteró de que el joven con el que tenía una relación mientras estaba preso (ella creía que por robo), es un femicida. Cuando fue a pedirle a la madre del acusado que hable con él porque la hostigaba, la amenazaba y no le permitía tener contacto con sus amigas, la mujer le preguntó si ella sabía por qué estaba preso su hijo, y le dijo la verdad: abrió el Facebook, buscó el perfil de Hugo Capacio y le mostró las fotos de Dayana, la chica de 17 años asesinada en 2012 por Maximiliano Tesone. Era el mismo muchacho con quien ella se veía en el penal de Coronda, desde hacía un año. "Yo no lo podía creer, salí llorando y corriendo de la casa y nunca más lo fui a ver aunque él me lo pidió. Hasta el día de hoy no deja de amenazarme", relató C. a Rosario/12. "Te voy a quemar la cara y el pelo con aceite hirviendo y fuego", le prometió en uno de los mensajes que le envía cada día. "La amenaza con hacerle lo mismo que le hizo a Dayana", lamentó Hugo, el padre de la adolescente víctima de femicidio que hoy está al frente de la ONG Sobrevivientes de Violencia de Género. Junto a Fernanda Serna, de Ademur, acompañan a la muchacha que los contactó "desesperada" ante la falta de respuestas en la Fiscalía de Violencia de Género, donde ya hizo dos denuncias y le respondieron que el fiscal estaba "tapado de trabajo".
Tesone está preso desde el mismo día que el cuerpo de Dayana fue encontrado a la vera de la autopista a Buenos Aires, apuñalado y con fuego alrededor, tras haber estado dos días desaparecida. El agresor salía con su auto del lugar cuando llegó la policía y terminó condenado en juicio abreviado a la pena de 23 años de prisión. Entre las pruebas más contundentes aparecen los mensajes "obsesivos" que le enviaba por Facebook a Dayana. Dentro del penal de Coronda, Tesone cuenta con computadora, por estar en el pabellón de universitarios -donde estudia previsión social- y con teléfono celular. Desde esos dispositivos se contactó con C., pero estiman que actualmente también mantiene contacto con otras chicas. "Todo empezó en noviembre de 2015, vía Facebook, cuando él me contactó después de la pérdida de un familiar y me enviaba frases de la biblia. El conocía gente que yo también. Me dijo varios meses después que estaba detenido por un robo. En abril de 2016 lo fui a ver por primera vez con sus padres, a quienes yo ya había contactado. Después empecé a ir a verlo sola, yo le enviaba fotos porque él me pedía todo el tiempo que le mostrara cómo salía vestida, y hasta me hizo perder el trabajo porque llamaba a la casa donde yo cuidaba niños".
El relato de C. también habla de una obsesión. "Al principio era una relación normal, como a distancia, pero fue cada vez peor: tenía que estar constantemente pendiente del teléfono, estar diciéndole qué hacía, con quién estaba, me hacía comer con mis hermanas y él se quedaba en línea para escuchar de qué hablábamos; dejé de ver a mis amigas porque él no quería; me llamaba a la madrugada y yo lo tenía que atender a cualquier hora. Después se calmaba y me hacía sentir culpable y yo le terminaba pidiendo perdón. Pero, al tiempo me empezaba a llamar de vuelta y me decía que si yo no lo atendía iba a llamar a todo el mundo y como yo le mandaba fotos íntimas porque él me las reclamaba, después las usaba para amenazarme. Incluso ahora tiene mi Facebook, le cambió la clave y pone fotos mías".
El relato de la víctima es escalofriante al igual que los mensajes que recibe: "Sos puta con todas las letras. La ropa ajustada, provocativa. Las fotos plumeras que te sacás. Dedicaste tu vida a buscar pibes", expresa uno de ellos. "Me amenaza con que me cuide y me dijo que iba a dedicar su vida a molestarme. Y que con mi familia también se las va a agarrar".
Para Hugo nada es extraño. "Muchas de esas cosas se las hacía a Dayana. Yo no quiero otra Dayana", lamentó y reclamó que el fiscal Alvaro Campos atienda a la chica, que ya fue dos veces a la Unidad de Violencia de Género, entre el 18 y el 26 de julio pasado. Serna recordó los femicidios dentro de la cárcel que hubo en los últimos meses en Salta, Tucumán y Córdoba.