Cada vez que Lisi Estaras, coreógrafa argentina radicada en Bélgica, se presenta en Buenos Aires, despierta expectativa en el ambiente de la danza contemporánea. Sus creaciones, marcadas por la potencia del lenguaje físico, la irreverencia, el humor y el vuelo poético, no dejan indiferente al público. Esta vez, la artista cordobesa visita el país para presentar un estreno: el solo Los ejercicios del placer, que tras una primera función el pasado 17 repite este jueves a las 20 en Fundación Cazadores (Villarroel 1438). Es en el marco del ciclo Instalar Danza, organizado por esa fundación y curado por Maricel Alvarez, un programa que incluye dos obras más (El aliento del mundo, de Alejandra Ferreyra Ortíz y Lingua ignota, de Mateo de Urquiza) y que excede la oferta de funciones. Los tres espectáculos son el resultado de la residencia que sus creadores realizaron, y estos trabajos se abren al público a través de distintos formatos como charlas, desmontajes y clases abiertas.
“El placer es un tema que me interesa y me cuestiona como mujer de 52 años y como bailarina. ¿Cómo poder reivindicar el placer desde mi posición de mujer a esta edad? Para mí el principio de la danza es el placer y esta obra habla más de la búsqueda tal vez frustrada, del ejercicio de buscar el placer. Imaginar a dónde queremos llegar y cómo ese camino de búsqueda activa el sentimiento de placer”, comenta Estaras a Página/12. La pieza, en la que la escenografía de Kirka Marull y la música de Gabriel Chojwnik tienen una fuerte presencia, muestra cómo esta mujer ejercita el placer, cómo intenta alcanzarlo a través del movimiento y de la palabra. “Hay mucho texto. Hace tiempo que vengo haciendo una investigación sobre Wittgenstein, el filósofo, quien le da mucho valor al uso de las palabras. Y creo que esto se relaciona con la danza, con lo gestual: cuando el gesto acompaña o no la palabra. Hace tiempo que vengo trabajando en la tensión que genera mezclar la palabra con la danza”, cuenta.
En este unipersonal, el texto aparece de dos formas: Lisi habla en vivo al público y también se escucha en off su voz grabada, que refleja lo que el personaje piensa o siente mientras se mueve y baila. “A veces la danza contemporánea tiene un grado de abstracción que no comunica y quería confrontar esa idea. Hay partes en que explico lo que hago y me parece muy divertido. El humor es una punta importante para mí en la danza, que suele tener esa reputación de ser algo muy serio”, opina.
La intérprete se moverá en el ambiente creado por Kirka Marull, artista plástico cordobés que trabaja con materiales rústicos y simples como papel maché y plástico, también con objetos encontrados, generando atmósferas fantasiosas, irreales. Y este clima se completa con el diseño sonoro de Chojwnik, que parte de sonidos grabados con micrófonos ubicado muy cerca de las fuentes que lo generan, produciendo efectos muy especiales. “A partir de esa base Gabriel crea ambientes abstractos que despiertan sensaciones”, señala.
Estaras se fue de Argentina a los 19 años con una beca para estudiar en la Academia Rubin de Música y Danza de Jerusalén, y al poco tiempo entró en la prestigiosa Batsheva Dance Company en Tel Aviv. Luego se mudó a Europa y se unió a la célebre compañía belga Les Ballets C de la B de Alain Platel. Con este elenco, visitó Buenos Aires en dos oportunidades en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires: actuando en Iets op Bach (2001) y dirigiendo Patchagonia (2009), dos trabajos con una carga poética y una belleza formal difíciles de olvidar. También lo hizo en forma individual, invitada a dar clases especiales y a montar coreografías para el Ballet del San Martín y la compañía Nacional de Danza Contemporánea.
“Me gusta mucho venir a trabajar a Argentina, me interesa hacer danza acá y siempre me genera mucho nervio. En esta obra hablo mucho en castellano y eso me inquieta a pesar de que los textos que digo o que grabé son coloquiales, banales”, confiesa con un inalterado acento cordobés.
En enero pasado, Lisi trabajó en residencia en Fundación Cazadores y luego continuó profundizando el material de Los ejercicios del placer en la ciudad belga de Gantes, donde reside. Actualmente, la argentina tiene su propia compañía, Monkey Mind, en la que trabaja con bailarines profesionales y con bailarines con síndrome de down y autismo en distintos proyectos. “En 2016 me ofrecieron por primera vez trabajar con personas con discapacidad en Bélgica. Al principio no quería, me imaginaba dando una clase pero no creando un espectáculo. Pero probé y me sentí muy atraída por el universo de ellos, que en cierto modo es mucho más interesante que el nuestro”, arriesga. “Con ellos trabajo igual que con bailarines formados. Ellos nos van llevando a su universo. No me interesa traerlos a nuestro mundo sino tratar de ir con ellos hacia su mundo, que es muy interesante. Tienen la posibilidad de generar materiales totalmente originales y honestos. Al no filtrar tanto sus pensamientos, sus emociones, es todo muy genuino al momento de crear”, señala.
Este interés se relaciona con el “art brut”: “Las personas que sin un conocimiento previo, de pronto pintan o hacen una construcción o bailan. La danza en bruto me interesa. ¿Qué sería la danza de una persona que no pasó por la técnica, por el estudio formal?”, se pregunta Estaras. Consulta sobre el nombre de su elenco Monkey Mind (Mente de mono), la directora se refiere al funcionamiento de la mente cuando pasa velozmente de una idea a otra, de una emoción a otra, como un mono saltando de rama en rama, de árbol en árbol. “Cuando la gente medita trata de dejar pasar el ‘Monkey Mind’, de observar los estados mentales y dejarlos pasar. Lo que yo hago es lo opuesto: es concentrarme en eso y como esa acción mental se puede traducir o llevar al cuerpo. La mente tiene un camino, el cuerpo tiene otro. Me interesa explorar cómo pueden dialogar, cómo se van nutriendo”, concluye.
Más allá de la visibilización de las obras
Instalar Danza es uno de los programas de formación que impulsa la Fundación Cazadores y que va por su cuarta edición. Es la primera vez que lo cura la actriz y directora Maricel Alvarez. “Está compuesto por dos etapas bien definidas: una de residencia, en la que se les ofrece a lxs artistas un espacio y un marco muy cuidados para la investigación y el desarrollo de sus propuestas, que incluye la asesoría de una dramaturgista invitada, Eugenia Cadús; y otra etapa de exhibición, con los recursos técnicos y humanos que la Fundación pone a disposición. Por último, se ofrece al público una jornada de actividades de acceso libre y gratuito, el pasado 25 de marzo, en la cual lxs tres creadores desarrollaron una acción para compartir e intercambiar experiencias con los y las asistentes”, describe Alvarez. Además del solo de Lisi Estaras, esta edición incluye El aliento del mundo de Alejandra Ferreyra Ortíz (este viernes a las 20 en su segunda función) y Lingua ignota de Mateo de Urquiza (el sábado también a las 20). “El trío convocado lo conforman artistas de diferentes procedencias y generaciones que yo vengo siguiendo atentamente y cuyo camino respeto y valoro”, destaca. Una vez terminada las tres funciones de esta semana, el público podrá participar de una charla con los artistas, minutos después de cada espectáculo. “Alejandra Ferreyra Ortíz es una artista platense con un gran recorrido como intérprete: difícil olvidarla en ‘Alaska’, de Diana Szeinblum, y como creadora está dando sus primeros pasos. Y Mateo de Urquiza, joven director nacido en Jujuy y radicado hace tiempo en esta ciudad, tiene una obra que, aunque breve, es muy sólida y se nutre de la filosofía, la literatura, el teatro, la performance y por supuesto también de la danza”, asegura la curadora. Y sintetiza con entusiasmo: “Esta iniciativa propone un espacio para probar, errar, problematizar, compartir formas del saber y del hacer de una práctica compleja y fascinante, siempre en estado de ebullición”.