El Cine Imperial –Corrientes casi esquina Tucumán– espera paciente, con su fachada de maravilla. Parece un testigo férreo y todavía en pie, en una calle un tanto desvaída. Es curioso, la calle se llama “Corrientes” y su semántica ya no es la misma. Debiera tener otra vida. No se trata de nostalgia fácil, sino de recordar el brillo de otros tiempos para preguntar sobre el por qué de la pérdida de ciertos rituales y disfrutes comunitarios. No es el único sector de la ciudad aquejado, y más vale estar alertas porque las soluciones de cemento –en forma de edificios, estacionamientos y otros rubros, inamovibles y solo para algunos bolsillos– están a la orden del día.
¿Y si el Imperial vuelve a proyectar cine? La buena nueva cuenta con una iniciativa por parte de la Diputada provincial Mónica Peralta, cuyo proyecto de expropiación ya tiene estado parlamentario en la Cámara de Diputadas y Diputados de Santa Fe. El lunes pasado, además, hubo una reunión en el marco del Concejo Barrial, que contó con una participación numerosa y diversa: vecinos, docentes, periodistas, cinéfilos, todos preocupados por impulsar el proyecto de expropiación. Las experiencias de cada una y cada uno agregan ayuda mutua y convergen en un empeño que tiene precedente: El Cairo Cine Público existe hoy gracias a un proceso similar, en virtud de la tarea inicial de un grupo ciudadano autoconvocado, que suscitó la atención política y la expropiación por parte de la provincia en 2008, durante el gobierno de Hermes Binner. El Cairo existe de manera ejemplar, y logró lo que debiera suceder en toda sala de cine: fidelizó un público. Si al leer esta nota usted lo duda, es porque no ve cine en el cine.
La diputada Peralta, del Frente Progresista, fue parte de ese hecho histórico y hoy lleva adelante un cometido similar. Razones de peso no faltan. Sea por el ejemplo que es El Cairo pero también por el contraejemplo que significa –entre otros– la pérdida reciente del ex cine Oriente/Crystal Palace (Mendoza 529). Derrumbar sin sentido de pertenencia y pisando la huella histórica, es irreparable. De manera perfecta lo refirió en la reunión Daniel Grecco –impulsor infatigable del Museo del Cine de Rosario, tal vez el Imperial podría ser su sede, quién sabe–, al recordar la existencia en esa misma cuadra del que fuera el mejor teatro de Rosario, Teatro Colón, situado en Corrientes 481 y destrozado para proyectos inmobiliarios en 1958: “La inoperancia hace que las cosas se pierdan; y si El Círculo (casi demolido en 1943) se salvó fue porque hubo gente que se opuso”, destacó.
Durante la reunión se compartieron puntos de vista y consideraciones, como la importancia de declarar al inmueble lugar de interés histórico, el diálogo con los actuales propietarios –siempre pensando en su inclusión, a través de una articulación público/privada–, la necesidad de sumar pantallas para la difusión de la producción local por parte de las y los productores audiovisuales, y la posibilidad de pensar al Imperial como un centro cultural que incluya otras actividades además de la proyección de cine. Hay que destacar que el proyecto de reflotar y remodelar la sala tiene basamento en el empeño del cinéfilo de la ciudad Julián Kuri –presente en la reunión–, responsable además de una lista de firmantes entre quienes se incluyen los nombres de Rubén Goldín, Adrián Abonizio, Coki Debernardi, Litto Nebbia y Fito Páez.
Desde lo expuesto, parece que el interior del Imperial está en gran parte derruido, merced al proceder de los dueños anteriores, pero nada puede constatarse aún. Lo que sí se sabe, según comentó Ayelén Baracat, Directora General del Centro Municipal Distrito Centro, es que “formalmente no hay ningún trámite en el municipio sobre este inmueble, no hay permiso de demolición ni permiso de obra iniciado”. Por su parte, la Diputada Mónica Peralta señaló: “Cuando fue el caso de Cine El Cairo, junto a un grupo de interesados presenté un proyecto de expropiación y se logró el consenso entre el estado y los vecinos, hubo participación y deseo de hacer algo por la comunidad. Al conocer a Julián (Kuri), lo que surgió entonces fue retomar una iniciativa similar. No estamos en contra de los dueños ni de nadie; lo que sabemos es que el Estado, mediante la expropiación, tiene la posibilidad de decidir qué hacer con un espacio público y respecto de la urbanidad. Podemos tener una sala de cine, un bar, un espacio cultural; o también encontrarnos con una mega torre de departamentos. No nos oponemos al desarrollo urbanístico, pero queremos que sea dentro de lo racional y lo sostenible. Vivimos con temperaturas altas, cortes de agua, y mucho de lo que nos pasa tiene que ver la cantidad de construcciones sofocantes. Hablábamos con Ayelén (Baracat) también sobre la recuperación de calle Corrientes, que a partir de determinada hora pasa a estar despoblada, como pasa en todo el centro. ¿Y por qué pensar en este cine? Porque tiene que ver con recuperar una manera de vivir y de convivir. Recuperar un cine nos hace colectivamente mejores, nos vincula a través del afecto. La realidad sería también otra si hubiera más espacios así, ámbitos culturales donde la comunidad y la niñez puedan disfrutar”.
De acuerdo con lo que consigna el investigador local Sidney Paralieu –presente en la reunión junto a su familia–, en su libro Los Cines de Rosario: Ayer y Hoy, tras sucesivas direcciones en la misma calle, el Gran Cine Imperial recaló finalmente en Corrientes 425 el 9 de junio de 1917. Tuvo una remodelación hacia 1931, conforme a los avances del cine sonoro, y el 10 de abril de ese año reinauguró sus funciones con el estreno de La heredera de Mae West, con Antonio Moreno, Lupita Tovar y María Calvo. “Cabe destacar que el nuevo Cine Imperial presentaba un lujoso hall con dos escaleras laterales que conducían a la platea alta y un sobrio interior que ofrecía una capacidad para 949 espectadores (…) Fue el primer cine en Rosario que tuvo refrigeración. La inauguración del equipo de aire acondicionado se realizó el 16 de enero de 1947 (…) Cabe señalar que el aspecto arquitectónico del Imperial, característico de los años treinta, y sus notorias programaciones, le otorgaban un atractivo particular que perdura en el recuerdo. Realizó su última función el día 2 de diciembre de 1987, proyectando Asesinato en Hollywood, interpretada por James Garner. Cerró el 3 de diciembre de 1987, desapareciendo así una de las salas más clásicas y tradicionales de nuestra ciudad”, informa Paralieu en su libro.