Natalia Zaracho a.k.a. la diputada cartonera, se sentó a conversar con Negrx sin filtros. En medio de una agenda sin respiros, marcada por el ritmo de las necesidades de las grandes mayorías postergadas, esta mujer pionera hace una breve pausa para reflexionar y ayudarnos a distinguir entre lo importante y lo urgente y lograr fijar prioridades. Martin Luther King Jr. escribió un libro que lleva por título “Por qué no podemos esperar”, hoy Natalia Zaracho, heredera de esa larga tradición de luchas por los derechos de las mayorías postergadas, nos dice “no queremos un lugar por querer un lugar, sino porque sabemos que tenemos experiencia y sabemos que podemos. Y entendemos la urgencia.”
¿Quién es Natalia Zaracho? ¿Cómo es tu familia? Sé que sos de Fiorito…
Nací y me crié en Villa Fiorito. Soy la más chica del primer matrimonio de cuatro hermanos. Mi papá tiene dos hijos más y mi mamá también tiene dos más.
¿Sabés si tus orígenes son indígenas o afrodescendientes?
Mi vieja es de Fiorito. Mi papá es chaqueño, vino del Chaco muy chico y Fiorito era una quema por donde nosotros vivíamos. Y ellos fueron los pioneros de ese barrio. No sé el origen, la verdad que no tiene ni idea [mi papá], nunca le pregunté tampoco. Mi papá siempre dice -yo soy chaqueño-. Mi papá es más oscuro de piel, mi mamá es más blanquita. De hecho mis hermanos son todas morochitos y a mí siempre me hacen el chiste más barato, viste la hija del lechero? (risas).
¿Cómo sigue tu biografía?
Ellos se separaron cuando yo tenía más o menos seis años. Mi vieja trabajaba en una casa de familia, con la crisis del 2001 se quedó sin laburo y empezamos a salir a cartonear. Primero era venir a la capital para ver que encontrábamos. Empezó a venir mi hermano mayor y después empezamos a venir la familia completa. En ese momento yo primero me quedaba a cuidar a mis hermanas más chicas. Mi hermana, había quedado viuda con los chicos chiquitos y yo era la encargada de las tareas de cuidado, de niñera, con 12 o 13 años. El barrio se empezó a poner picante así que empezamos a ir familias completas a trabajar. Era salir a las 3 o 4 de la tarde del barrio, llegábamos acá a Capital tipo 5 o 6 y trabajábamos. Después venía el camión, tipo 9 empezábamos a cargar y al barrio llegábamos a las 12, a la 1, sino se rompía nada. Llegabas a tu casa, te duchabas, o comías o descargabas y hasta que te acostabas eran tipo 2 o 3 de la mañana. Al otro día te levantabas tipo 11 y toda la rutina de vuelta. Nos desestabilizó la vida. En esa situación tuvimos que, - y como me tocó a mí, le tocó a un montón de pibes y pibas- dejar la escuela porque a la mañana te quedabas dormido; a la tarde no podías ir porque tenías que ir a trabajar, y a la noche no lo podíamos cubrir. Estuve en distintas escuelas. 6º grado, que fue donde dejé, lo hice en los tres turnos para ver si lo podía sostener y en ninguno de los tres pude, de hecho lo terminé de grande. Nos desestabilizó y nos quitó la posibilidad de poder planificar, de poder pensar qué íbamos a hacer. No te estoy hablando a diez años, ni cinco, ni dos, al otro día. Era vivir el día a día.
Ayer justo le iba contando a Vero, una compañera de Fiorito que se sumó al despacho a trabajar, porque acá [en el Congreso] también tenemos cupos y necesitamos técnicos y necesitamos un “cupo pobre”. No puedo venir yo sola. Ella también es vecina de Fiorito, le decía cuando fuimos a una actividad a Palermo “Yo estuve cartoneando acá en esta esquina, cuando venía por la 9 de Julio y me quedaba a dormir en la plaza, a juntar con mi mamá y con mi hermano todo el fin de semana que hacíamos los bares y nunca en mi vida me imaginé hoy estar trabajando en el Congreso como diputada, imagínate”.
Tu experiencia es la de una mujer racializada, ¿Te lo hicieron sentir?
Siempre lo sentí. A nosotras que ya no nos asusta nada, nos defendemos porque nos toca, porque la vida nos hizo así. Te cuento una: fuimos a una actividad del feminismo, todavía era candidata. Una viene y me dice -¿quién armó todo esto, quién es esta Zaracho?-. ¿Viste cuando te reprimís? No quería dejar mal a la piba que estaba conmigo, que era una compañera nuestra, militante universitaria… pero bueno tuve la posibilidad de hablar en el panel y le dije -Che, todo bien con la sororidad y el feminismo popular, pero feminismo popular la verdad que no lo veo y la sororidad tampoco-.
¿Queremos hablar de feminismo popular? ¡Tienen que estar las pobres! Nosotros no vamos a ir a un feminismo que no nos represente. Nosotros hablamos, no tenemos lo técnico pero sí tenemos la vivencia, la calle. A mí no me viene nadie a decir lo que es un barrio. Yo sé porque vivo en un barrio. Con esa legitimidad voy a discutir desde otro lugar, uno que los libros no te dan.
¿Qué pensás de la agenda del feminismo actualmente?
Yo soy muy crítica, porque no puedo dejar de decir lo que pasa. Avanzamos un montón en la lucha feminista, hay que reconocer eso, pero la verdad es que faltan un montón de otras compañeras. Creo que el feminismo no tiene una agenda clara ahora. Cuando nosotros planteamos lo del salario básico universal, no lo planteamos de los movimientos sociales solamente. Lo planteamos diciendo -che, no es casualidad que las cooperativas sean el 80% compañeras, que las más pobres sean las compañeras. El salario básico universal, nosotros decíamos, es una forma también de reconocer todas las tareas de cuidado; no alcanza, pero era algo. Siempre digo a mis compañeras que nosotros tenemos que aportar al feminismo siendo parte. No podemos ser críticas estando afuera y tirar piedras. Ese momento ya pasó. Yo creo que ahora maduramos, queremos discutir política, queremos avanzar, queremos transformar. Queremos ser parte de la discusión, que es una forma también de que no nos caguen más, que no terminen hablando por nosotras, discutiendo con nosotras y después la política que nosotros necesitamos no llega.
¿Cómo evalúas la representación del Ministerio de la Mujer? ¿A quién se parecen? ¿Se parecen a vos? ¿Te sentís representada?
No. No me invitaron nunca, una sola vez fui a una actividad. Ojo, cuando hago una crítica no hago crítica de la persona, sino de la política general. A lo que me refiero es que cuando vos sos militante, entendés la importancia. Ahora, cuando te pasa a vos, entendés la urgencia. Nosotros tenemos mucho laburo en los barrios, donde las compañeras sufren violencia, donde los dispositivos no llegan; donde si sufre un problema de consumo, no tiene lugar para hacer un tratamiento o tiene que elegir entre hacer el tratamiento o no porque no hay lugar para las pibas. Necesitamos que haya políticas que sean más representativas de lo que hoy es más fuerte. Hoy tenemos más de la mitad de la población debajo de la pobreza: bueno, tiene que haber más representación de eso. Una política pública que reivindico como una política feminista fue el programa de “Mi pieza” y no salió del Ministerio de Mujer. Creo que dijeron -Che, tomen el ministerio, quédense acá, piensen “cosas de mujeres”, hagan boludeces como tomar té-. Y la verdad es que yo no quiero té, yo quiero discutir la salud, la educación, el trabajo con una mirada feminista. Queremos compañeras en todas las áreas.
¿A cuántos de todos nuestros representantes efectivamente les pasa por el cuerpo esta experiencia?
Muy pocos. Por lo menos en el lugar que me toca. En la Cámara de Diputados si somos tres, son mucho.
¿Y por qué pensás que pasa?
Porque está preparado así. Así como las barriadas y las cárceles están preparadas para determinadas clases sociales, estos lugares también. Te pongo un ejemplo. Este edificio tiene dos entradas, una donde entra la gente normal y una entrada para la gente que son diputados y que tienen otro tipo de privilegios. Hay un ascensor que tiene una huella y ese es como el dedo mágico. Con el dedo haces todo, no para en ningún piso, hay un comedor donde solamente hay diputados, etc. Bueno, yo primero me cagaba de risa, ahora veo que eso tiene un sentido, que es alejarte de la realidad, alejarte del pueblo. Entonces no te cruzas con los que te felicitan, ni con los que te putean. Te mareas, si no sos parte de un colectivo te comes la curva. Ahora estoy laburando con la nueva ley de envases. Vinieron los compañeros de la federación y dijeron -te vamos a caer en el despacho-. Nosotros estamos para algo acá, no te pueden marear esas cosas. Estos lugares están preparados para determinadas clases sociales, así como las cárceles están preparadas para determinadas clases sociales. Y cuando vos te animás a dar un paso de más o algo, te lo hacen saber.
Clase social, que tiene un correlato en el aspecto externo, no? ¿Cuánto morocho y rubio hay en Fiorito, y cuánto rubio y morocho acá en el Congreso?
Acá, hasta los de las provincias son blancos. De hecho le decía el otro día a una compañera, si encontrás algún compañero o compañera que vive en un barrio que sea de piel clara, que tenga ojos claros, le faltan los dientes. Vos sabes que es un compañero en el barrio, o por las marcas que te deja en el cuerpo la vida.
Sobre la detención en Lanús de hace unos días, ví que estás discutiendo en términos políticos, digamos, con las autoridades. ¿Qué pasó?¿Cómo sigue?
Lamentablemente pasa en la provincia de Buenos Aires lo que pasa a nivel nacional: la Justicia realmente funciona muy mal, claramente tiene un objetivo político. Si yo era una diputada blanca, y “bien vestida” si se quiere, no pasaba esto. Igual no va a pasar porque no creo que viva en el conurbano ningún diputado. Por otro lado, para mí es un problema muy serio. No podemos ofrecerle como única opción a los pibes de los barrios, pegarles en el piso. Digo, si nosotros en el lugar que ocupamos no podemos decir -che, esto pasa- lo que me pasó a mí, pasa todo el tiempo… Y te disciplinan: la gente pasaba por ahí y veía que le estaban pegando al pibe y nadie hacía nada. [Los del operativo policial] te muestran un pibe como diciendo -mirá, estoy combatiendo la delincuencia- y el patrullero sabe dónde venden gilada porque son los que la reparten, ¿entendés? Y ese personaje está como candidato a intendente, y no es uno solo. Es un proceso muy difícil, si no empezamos a dar discusiones serias, si no empezamos una discusión de fondo dejando de lado la discusión política electoral, no lo vamos a solucionar. Tiene que haber una política de inclusión, de educación, de salud, de derecho, de vivienda. Las cooperativas de los barrios están explotadas todo el tiempo, nos vienen a pedir laburo, nosotros no podemos contener a tanta gente. Uno que no entra a una cooperativa o que no tiene la suerte que alguien lo enganche en un laburo (con suerte tiene la primaria terminada), no tienen muchas chances… o es un soldadito de un transa o ir a bardear, porque también estamos en una sociedad que te dice que tenés que tener determinadas cosas para pertenecer. Como una zapatilla de 50 lucas, o tener una moto, una bici o lo que sea. Si no, sos un gil. Ahora están estos videos de Milei … El otro día mi hijo me dice -pero Milei propone que va a llenar todo de dólares. Voy a tener que quedarme más en casa, le contesté, -¿Qué estás mirando?- Y le pregunté dónde había visto eso y me dijo que en Tik Tok. ¿Entendés el problema que nosotros tenemos?
El precandidato a presidente de tu espacio, Juan Grabois, en la presentación de su libro “Los Peores” llamaba a una reactualización de la estructura del espacio de representación política, que el 50% fuesen “blanquitos” y el 50% “negritos”. ¿Qué pensás que quiso decir?
Nuestro espacio trabaja con esta lógica: teníamos tres “cupos” [uno por cada banca], el político (es decir, militantes políticos), el cupo pobre social, y el cupo de los nuevos emergentes (como el feminismo). Ahora decimos que como creció la pobreza, claramente tienen que ser dos [los cupos pobre social], y los emergentes tienen que estar en el cupo pobre o en el cupo blanco. Creo que la discusión de fondo es que tiene que haber representación. Pero acá [en el Congreso] hay una agenda electoral, no hay una agenda que tenga que ver con la realidad del pueblo y con la demanda del pueblo. Y en la gestión pasa lo mismo. Entonces esta persona viene a vivienda, cuando no tiene ni idea de qué hacer con una vivienda o no sufrió nunca la necesidad de una vivienda. Pasa lo mismo en Desarrollo con la nueva ministra, que claramente no tiene nada que ver con pensar en políticas que tengan que ver con la empatía. Pienso en todos los recortes con el Potenciar Trabajo y lo que eso implica. ¡Lo que está pasando ahora no se animó a hacerlo ni el macrismo! Y yo creo que esto es porque te disciplina tener una política que te impone el FMI. Voté en contra del acuerdo del FMI porque sabía lo que venía, nosotros ya lo vivimos en 2001. Y siempre es mucho más fácil ser fuerte con los débiles que fuerte con los fuertes. Nosotros queremos transformar la realidad. No queremos sostener la pobreza. Y para transformar tenemos que tener un candidato como Juan, que representa una postura fuerte, con discusiones concretas en el tema de los recursos naturales, con la agenda del FMI, con una agenda y la experiencia de recorrido en lo social y político. No le podemos regalar el proyecto nacional y popular a un candidato que no sintetice. Por eso nosotros salimos a militar a Juan y creemos que Juan es un compañero que, así como nos transformó la vida a un montón, miles de cartoneros y cartoneras que estábamos en el subsuelo de la patria, yo creo que lo puede hacer con el país. Lamentablemente hoy estamos en un momento muy difícil donde tenemos que entender que, primero, los que vivimos en los barrios populares, que militamos, no podemos caer en la antipolítica. Eso es lo que quieren hacer, que la gente se enoje con la política, entonces ellos terminan ganando.
En lo que se llamó la década ganada se planteaba que los presidentes se parecían a su pueblo. Evo Morales, indígena; Lula, una persona empobrecida del nordeste de Brasil, que venía del movimiento obrero. Chávez que alguna vez dijo "Yo me considero indio, soy mezcla de negro con indio, afrodescendiente"… Y más acá en el tiempo, la actual Vicepresidenta colombiana Francia Marquez, una mujer afrocolombiana que trabajaba en casa de familia, de las zonas empobrecidas de Colombia. Aplicando la lógica de representación de la que hablamos, y teniendo en cuenta que Grabois seria otro “blanco cheto" como dirían en el barrio, ¿no te ofrecieron la candidatura presidencial a vos?
No, no me la ofrecieron y no la hubiera tomado (Risas). Pero yo creo que Juan, más allá de todo, él mismo dice -yo entiendo que tengo privilegios, a los que renuncio pero los tengo. Si los quisiera los tendría pero él elige vivir como el pueblo. Hoy, lo más parecido al pueblo es Juan. Y después también hay una realidad, si va Cristina nos ordenamos ahí. ¿Y por qué? Porque nosotros queremos gobernar, queremos profundizar nuestra agenda y no nos da lo mismo esperar cuatro años, esperar ocho años más. Lamentablemente los que vivimos en los barrios no podemos esperar.
Ojalá pudiéramos tener un proyecto político propio que gobierne. Necesitamos ser parte de un proyecto político que gane para poder avanzar. Somos un espacio joven. Hace muy poco que estamos en el Frente Patria Grande, que tenemos muchas cosas muy buenas, no solamente tres diputados nacionales, y una diputada provincial sino también una experiencia muy corta pero muy buena en la gestión, con una compañera que está trabajando en las ISU [Secretaria de Integración Socio-Urbana], urbanizando barrios populares, y es una compañera villera; María Castillo es una cartonera en la Dirección de Reciclado Nacional. Son experiencias concretas y que nosotros dijimos -Queremos esto porque sabemos cómo hacerlo y porque tenemos compañeras que lo van a hacer-, y hoy funcionan. Creo que esa capacidad nos está permitiendo poder crecer, entender que no queremos un lugar por querer un lugar, sino porque sabemos que tenemos experiencia y sabemos que podemos. Y entendemos la urgencia.
¿Hay espacio en la fórmula todavía?
Hay espacio. Como estamos en campaña, te voy a contestar con las palabras que se suelen decir, -voy a estar donde el movimiento y la organización quieran- (risas). Donde digan los compañeros, vamos a estar.